Estrellas marinas. Madres de madres oceánicas, primordiales, cunas salvadoras, creadoras de caminos. María, esposa de José; Tetis, esposa de Océanos, cortejada por Zeus y Poseidón. Madres que lloraron las tempranas muertes de sus hijos –Jesús, el Cristo y Aquiles, el de los pies ligeros.

Esta no es una interpretación teológica ni religiosa, más bien explora imágenes de lo femenino divino relacionadas con la mar (símbolo del inconsciente), que anuncian la salvación en tiempos de metacrisis y una expansión de la consciencia. Tetis y María representan los poderes primordiales que envuelven a lo femenino, la fecundidad femenina de la mar.

María, de quien despuntó el rayo que ilumina al mundo. Ave Maris Stella de mares de vida. La Anunciada, pura, glorificada, gota de aliento, nube de esperanza. La menuda de cabellos oscuros que se fue al cielo, inmaculada en cuerpo y alma. María, guía y protectora de los que viven de la mar. Nuestra Señora y Virgen de Guadalupe en México, la Dolorosa de Kibeho en Ruanda, del Pilar en España y la Candelaria de las Islas Canarias. De Lourdes en Francia, de Fátima en Portugal, del Huerto, de las Nieves y de la Luz en Italia, de Chiquinquirá en Colombia. Locales, universales, vírgenes inmortales.

Tetis, hija de Nereo, el Viejo de la Mar. Divinidad marina, madre de todos los ríos del mundo. Evocada en las ranas mediterráneas sentadas en torno a un estanque de las que hablaba Platón. Tetis, origen de todos los dioses, la mesozoica y cenozoica de hace 250 millones de años. La de los pies de plata. Fosa oceánica, madre de sirenas, medusas, corales, manglares, estrellas de mar y otros equinodermos. Diosa aguamarina, patrona de marineros, Madre Pangea y de su mar primigenio. De olas que cargan lamentos, de mares que arrastran ausencias.

María y Tetis, coronadas de estrellas, vestidas de Sol, la Luna bajo sus pies. Señoras de paraísos que con sus pies aplastan serpientes y pecados. Ellas, las más presentes, las únicas, las bienamadas. Divinas que descendieron a los infiernos y emergieron para redimir a dioses y humanos del desasosiego en la tormenta de olas marinas volátiles, de corrientes submarinas abisales.

Marinas, oceánicas, emancipadas, revolucionarias, redentoras. Madres de todos los mares –Ártico, Pacífico, Atlántico, Índico, Antártico. Jóvenes universales, rayos de luz cristalina, apostolados de la mar –Stella Maris– divinidades acuáticas que fluyen, que irradian esperanza, que calman nuestra sed. Madres de todos los dioses, de todos los mortales. Ellas, colmadas de gracia, feminidades que transitan más allá del bien y del mal.

María y Tetis, las madres. De hoy, de antes, de siempre, las que se durmieron, las que nunca se fueron. Mares femeninos, estratovolcanes humeantes. Mujeres eternas, ninfas de la mar profunda. Nuestra redención marina, aquí, en la distancia, al alcance de nuestras manos.

Mareas que retornan, que sanan, feminidades inconmensurables, amorosas. María y Tetis Marinas, gloriosas madres inmortales de dioses, arcángeles, demonios y humanos. Estrellas de la mañana. Salve María, llena de gracia y Tetis, libertaria, benditas entre todas las mujeres y benditos somos los que venimos de sus vientres y regresamos a ellos…y a la mar.

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