5 de junio de 2021—Día Mundial del Medio Ambiente.
Por primera vez las naciones han decidido poner la ciencia a la cabeza de las decisiones económicas, sociales y políticas en todo el mundo.
Sí, la batalla mundial contra el SARS-CoV-2 nos ha devuelto la esperanza: los países miembros de la ONU han reavivado su compromiso de acelerar las acciones y aumentar las inversiones para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Finalmente han reconocido que el avance en todos esos objetivos dependerá de cómo la humanidad enfrente su mayor desafío planetario: el Objetivo 13—Acción por el clima. Y por fin han decidido concentrar sus esfuerzos e inversiones en reducir los gases de efecto invernadero y mitigar los impactos del calentamiento global.
Por primera vez, y por unanimidad, las naciones planean poner la ciencia a la cabeza de las decisiones económicas, sociales y políticas en todo el mundo. Con este fin, los gobiernos han decidido constituir— sin demora— un consejo científico asesor permanente, multidisciplinario, internacional e independiente. Música para mis oídos.
Todos los gobiernos han aceptado con gran entusiasmo la invitación del nuevo presidente de los Estados Unidos a la COP27 sobre cambio climático que se celebrará en Nueva York a finales de 2022. Recordemos que debido al Covid-19, la COP26 que debió haberse realizado en el Reino Unido en 2020, se pospuso al 2021. La cumbre climática de Nueva York cuenta con el firme apoyo de los 10 principales emisores de gases de efecto invernadero, que juntos son responsables de dos tercios de todas las emisiones globales: China, Estados Unidos, la Unión Europea, India, Rusia, Japón, Brasil, Indonesia, Irán y Corea del Sur. Todos se han comprometido a cumplir, sin demora e incondicionalmente, sus obligaciones como parte del Acuerdo de París de 2015. En preparación a la cumbre y como muestra de buena fe, los países han garantizado a la comunidad internacional que reducirán drásticamente las emisiones provenientes del consumo de energía, que con el 73% del total mundial, es la mayor fuente de gases invernadero.
El sector privado en cada nación, incluyendo a todas las grandes corporaciones internacionales, reconocen que la viabilidad de sus inversiones depende de un ambiente sano—proteger a la naturaleza es indispensable para sus negocios. En una declaración sin precedentes, todos los países miembros de la ONU y las 90 compañías privadas y estatales responsables de la mayoría de las emisiones globales de CO2 , se han comprometido a detener completamente la explotación de combustibles fósiles para 2027 y a invertir un billón de dólares anuales adicionales en energías limpias para limitar el calentamiento global por debajo de los 2°C, y entre 5 y 7 billones de dólares anuales adicionales en apoyo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Sobresalen por su liderazgo Chevron, ExxonMobil, British Petroleum, Royal Dutch Shell, ConocoPhillips, Peabody Energy, Total, Saudi Aramco, Gazprom, National Iranian Oil Company, Petróleos Mexicanos, Petróleos de Venezuela, Coal India y Kuwait Petroleum. Por si esto fuera poco, el Foro Económico Mundial está transformándose en una plataforma de innovación y responsabilidad corporativa en apoyo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nadie se ha atrevido a quedarse atrás.
Respondiendo al llamado de Greta Thunberg, la activista de 18 años, y de muchos líderes juveniles en todo el mundo, centenares de millones de jóvenes han salido a las calles a celebrar estas decisiones y aplaudir el liderazgo y compromiso de empresas y gobiernos con su generación y las generaciones futuras. Por fin, me digo, nuestro planeta está ante una transformación cimentada en la evolución del conocimiento.
Pero esta transformación a la que nos han espoleado el Covid-19 y el calentamiento global no puede limitarse sólo a cambiar nuestras estructuras de gobernanza planetaria. Estamos en el umbral de cambios trascendentales que nos obligan a preguntarnos: ¿Cuál es nuestro lugar en el planeta? La pandemia nos ha forzado a internalizar el hecho de que la naturaleza es esencial para nuestra supervivencia y que un ambiente sano debe ser un componente crucial de la arquitectura del nuevo orden geopolítico mundial. Debemos cuestionarnos: ¿Cuál es el papel de la tecnología para conseguir nuestra metas? Y, ¿qué cambios necesitamos hacer en la educación de nuestros hijos y nietos para asegurar que alcanzamos esas metas?
Estaría bien poder escuchar de los lectores sobre estas preguntas. Mientras yo sigo cavilando sobre ellas, termino este artículo compartiendo más buenas noticias. Los movimientos juveniles globales han sido invitados a participar en el diseño de políticas públicas y a recomendar cambios en la forma en que enfrentamos el calentamiento global. Presentarán sus recomendaciones al pleno de la Asamblea General de la ONU en verano de 2022 en Nueva York, como contribución a la COP27. Los líderes del cristianismo, islamismo, budismo, hinduismo y judaísmo no quieren quedarse atrás y han asumido la responsabilidad de inculcar en sus miles de millones de fieles la importancia de amar y cuidar nuestro planeta.
Y, por fin, el mundo se ha dado cuenta que una de las maneras más eficaces de proteger a la naturaleza es protegiendo simultáneamente a los pueblos indígenas, sus culturas y su conocimiento tradicional. ¡Ya era tiempo!
Querida lectora, querido lector: ¿es esto una utopía? Tal vez. Pero todavía no está prohibido soñar. Al fin y al cabo, la gran oportunidad que nos ha dado el Covid-19 es poder mirarnos en el espejo sin máscaras, sin maquillaje. Es el momento de cambiar el rumbo. Depende de todos nosotros, no sólo de los políticos, que aprovechemos este confinamiento para pensar y soñar sobre un nuevo orden mundial. Y de hacer nuestros sueños realidad para que, juntos, podamos salir de casa no sólo dispuestos a regresar, sino a darle vuelta a la página.
Nos vemos en el 2021.
Científico y ambientalista Twitter: @ovidalp