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El pasado 30 de octubre, Jack Patrick Dorsey, CEO de Twitter, dio a conocer que, a partir del 22 de noviembre, estará prohibida la publicación de anuncios políticos pagados en ese popular servicio de microblogging.
Además de prohibir anuncios pagados de campañas electorales, Twitter decidió extender la prohibición a mensajes pagados sobre temas políticamente controvertidos. El 15 de noviembre, los directivos de esa plataforma ofrecerán mayores detalles de tales medidas.
Estas acciones se inscriben en el imaginario de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos, que se realizarán el martes 3 de noviembre de 2020.
Los estadounidenses elegirán a los compromisarios, quienes, a través del Colegio Electoral, designarán al presidente y al vicepresidente de la Unión Americana, 34 senadores y la totalidad de representantes de la cámara baja del Congreso.
En los anteriores comicios presidenciales, celebrados el 8 de noviembre de 2016, el desempeño de las redes sociales fue muy objetado por la proliferación y propagación de noticias falsas durante las campañas; además de la presunta intervención de los servicios de la inteligencia digital rusa.
Las redes sociales se han convertido en el principal medio de información para millones de personas en el mundo y su efectividad como medio propagandístico ha sido ampliamente demostrada. Por ello, la inversión en estos medios para campañas a puestos de elección ciudadana ha observado un sostenido crecimiento en los años recientes.
Dorsey reconoce la importancia de la publicidad política en las finanzas de las redes sociales, pero advierte con claridad los riesgos que conlleva: “Aunque la publicidad en internet es increíblemente poderosa y muy efectiva para los anunciantes comerciales, ese poder trae consigo riesgos significativos en la política. Un mensaje político gana influencia cuando la gente decide seguir una cuenta o retuitear. Pagar por tener más alcance elimina esa decisión y obliga a que los mensajes políticos sean optimizados y dirigidos. Creemos que esta decisión no debería ser limitada por el dinero”, afirmó.
Twitter efectivamente ha reparado en la gravedad de las noticias falsas. Sin embargo, las medidas que adoptará no lograrán eliminarlas por completo. La introducción de avanzados algoritmos de inteligencia artificial hacen complicada la total erradicación de las noticias falsas.
“Los anuncios políticos en internet presentan desafíos completamente nuevos para el discurso cívico: la optimización de mensajes a través del aprendizaje de las máquinas; el microtargeting (apuntar con minúscula precisión a personas concretas); la desinformación sin control; y los deep-fakes (imágenes manipuladas de un modo tan sofisticado que el truco resulta indetectable). Todo cada vez con mayor
velocidad, sofisticación, y a una escala apabullante”, destacó Jack Dorsey.
Facebook también ha realizado algunos ajustes en el imaginario de las campañas presidenciales en Estados Unidos. Si bien decidió endurecer sus normas en materia de transparencia publicitaria, permitirá que candidatos a puestos de elección popular compren espacios publicitarios para desplegar sus acciones proselitistas.
Y, para combatir la proliferación de noticias falsas, Facebook pretende introducir un sistema de etiquetas que advertirán a los usuarios sobre contenidos dudosos.
Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos podrían establecer un parteaguas definitivo en el desarrollo de las redes sociales. Debemos estar muy pendientes de ello.