El martes 10 de mayo, Elon Musk sorprendió a sus críticos y detractores al afirmar que, de concretarse la compra de Twitter, revertiría el veto impuesto de forma permanente al expresidente Donald Trump.
En el marco de un conversatorio organizado por el Finantial Times, Musk calificó la sanción impuesta a Donald Trump como un “error”, “algo sencillamente estúpido”.
El mencionado veto, destacó el multimillonario sudafricano, solo contribuyó a polarizar más a la sociedad estadounidense y no cumplió con el propósito de silenciar a Donald Trump.
El miércoles 6 de enero de 2021, algunos simpatizantes del presidente Trump irrumpieron de manera violenta en la sede del Congreso de Estados Unidos.
El “asalto al Capitolio” tenía como objetivo interrumpir una sesión conjunta del poder legislativo en la cual se registraría el voto del Colegio Electoral, y sería certificado el triunfo de Joe Biden, candidato del Partido Demócrata en los comicios presidenciales celebrados el martes 3 de noviembre de 2020.
El presidente Trump rechazó los resultados que arrojaron las elecciones presidenciales, argumentando ser víctima de un gran fraude electoral.
La tarde del 6 de enero de 2021, Trump denunció al vicepresidente Mike Pence por «no haber hecho lo que debería haberse hecho para proteger a nuestro país y nuestra Constitución», al no rechazar la victoria de Biden.
Ese día, a las 4.22 p.m., a través de un video en Twitter, Trump solicitó a sus seguidores que «se vayan a su casa en paz», destacando «que ellos eran el partido del orden y la ley». Además, se refirió a los manifestantes como «patriotas muy especiales», afirmó que los «amaba», y repitió las acusaciones sobre el fraude electoral que le había impedido ser reelecto.
El 9 de enero, tres días después del “asalto al Capitolio”, Twitter decidió suspender permanentemente la cuenta del primer mandatario de la Unión Americana.
El total de usuarios de Twitter en Estados Unidos entonces fue estimado en 82 millones. Twitter efectivamente distaba mucho de ser la plataforma o red sociodigital más popular entre los estadounidenses; sin embargo, Twitter podría ser considerada como la plataforma digital más influyente en la opinión pública de los estadounidenses.
Facebook, Instagram, Snapchat, Twitch y YouTube siguieron el ejemplo de Twitter, aunque matizaron sus decisiones al solo suspender temporalmente las cuentas del presidente de Estados Unidos.
Para justificar la decisión de suspender permanentemente la cuenta del presidente Trump en Twitter, los voceros de la plataforma de microblogging destacaron la necesidad de “impedir mayor incitación a la violencia”.
El miércoles 13 de enero, Jack Dorsey, cofundador de Twitter afirmó: “Cerrar esa cuenta fue lo correcto, aunque establece un “precedente peligroso”.
A los pocos días del “asalto al Capitolio”, Musk apareció en escena para responsabilizar a Facebook de tan lamentables hechos.
En cuanto al veto impuesto por Twitter al presidente Trump, las reacciones internacionales fueron inmediatas.
Ángela Merkel, la canciller alemana, quien no precisamente simpatiza con Trump, lamentó el proceder de Twitter por considerar que limitaba “el derecho fundamental a la libre expresión”.
En sentido similar se expresó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Algunos defensores de la libertad de expresión destacaron los riesgos que podría implicar que determinadas plataformas tecnológicas, como Twitter o Facebook, determinen quién debe tener voz, presencia y visibilidad en el ciberespacio, y quién no.
De los riesgos de la videocracia, analizados hace décadas por Sartori, pasamos a los problemas que impone la tuitocracia y, en general, las agendas informativas dictadas desde las redes sociodigitales.
Toda persona efectivamente tiene el derecho a participar en el debate de los asuntos públicos. Sin embargo, una importante asignatura pendiente en Internet y, en particular, en el imaginario de las redes sociodigitales, radica en la necesidad de asegurar una efectiva moderación de contenidos. Ello representa el gran reto de Twitter, sea o no Musk su dueño.
Frente a la pregunta de si permitiría que Trump tuviera nuevamente acceso a su cuenta en Twitter, Musk señaló que tanto él como Jack Dorsey tenían "la misma idea" de que las prohibiciones permanentes en la plataforma deberían ser "extremadamente inusuales".
Elon Musk una vez más ha conseguido acaparar reflectores. A Musk, en realidad no le interesan ni la democracia ni la libertad de expresión. Twitter, su nuevo juguete, lo entiende como una prometedora inversión.
Así será si efectivamente consigue implantar un atractivo modelo de negocio. Ese es su juego.