El 5 de noviembre en Estados Unidos serán celebradas las sexagésimas elecciones presidenciales.

En una carrera contrarreloj el expresidente republicano Donald Trump y la vicepresidenta demócrata Kamala Harris disputan los últimos votos posibles. Las encuestas arrojan un empate técnico.

Los llamados estados péndulo, o ‘swing states’, donde el apoyo a los partidos es relativamente equilibrado, pero puede cambiar entre ciclos, podrían resultar determinantes en tan cerradas elecciones.

En el desarrollo de las campañas las turbulencias internas y externas ha sido una constante. El miércoles 23 de octubre, el Centro de Análisis de Amenazas de Microsoft (MTAC) advirtió que las operaciones maliciosas de influencia extranjera lanzadas por Rusia, China e Irán contra las elecciones presidenciales de Estados Unidos continúan.

A pesar de la delicada situación en Medio Oriente, Microsoft señala que Irán ha podido mantener sus operaciones dirigidas a las elecciones estadounidenses, particularmente dirigidas a la campaña de Trump, intentando fomentar sentimientos antiisraelitas.

Los operadores rusos -señala Lily Han Newman en Wired- se han dedicado a atacar la campaña de Harris con ataques a personajes y contenido generado por IA, incluidos deepfakes.

Por lo que respecta a los hackers chinos, estos han cambiado su enfoque, apuntando ahora a los candidatos republicanos, así como a determinados miembros en el Congreso, quienes han impulsado políticas contrarias a los intereses de China.

El equipo de expertos de Microsoft estima que, debido a la cerrada diferencia que arrojarán los comicios, los hackers diseminarán en Internet acusaciones sobre fraude y vicios en el proceso electoral para sembrar el caos entre el electorado estadounidense y socavar la confianza internacional en la estabilidad política de Estados Unidos.

En el frente doméstico, el multimillonario Elon Musk se ha desempeñado como un entusiasta promotor de Donald Trump.

El sábado 19 de octubre, en un discurso sobre el futuro a los votantes de Pensilvania, Elon Musk afirmó que, votar por el expresidente Donald Trump era un voto por el progreso de la humanidad misma.

“Quiero un futuro en el que lo esperes con ansias y estés entusiasmado con lo que va a pasar, que vamos a aprender cosas nuevas, que... va a ser mejor que el pasado“, señaló Musk en un mitin en solitario, en Folsom, Pensilvania, invocando un futuro en el que “estaremos entre las estrellas, donde ‘Star Trek’ sea real”.

Musk, dueño de Tesla, NeuraLink y X, entre muchas otras firmas, comparte con Jeff Bezos, el presidente ejecutivo de Amazon, particular fascinación por la exploración espacial.

En repetidas ocasiones, Musk ha expresado su deseo de que la humanidad se convierta en una “civilización espacial” y colonice la luna de la Tierra o Marte.

Además, Musk incluso ha señalado el tipo de gobierno que cree que encajaría en una colonia extraterrestre (democracia directa).

El programa de Musk resulta perfectamente compatible con Trump, quien pregona la necesidad de afirmar la hegemonía militar y tecnológica de Estados Unidos. Si Trump gana, Musk estaría dispuesto a encabezar un nuevo “Departamento de Eficiencia Gubernamental”.

En cambio, Harris y los demócratas consideran indispensable contener y limitar los excesos y los abusos de las gigantes tecnológicas.

Los republicanos han prometido derogar la orden ejecutiva sobre inteligencia artificial que presentó el presidente Joe Biden, la cual pretende instalar al ser humano como eje rector del desarrollo de la inteligencia artificial, fundamento que es compartido en la Ley de IA de la Unión Europea, la cual considera indispensable regular la IA de manera coherente con los “valores y normas de la UE”.

Las elecciones en Estados Unidos no solo podrían resultar determinantes en el rumbo futuro de la IA y, en consecuencia, en el destino mismo de la humanidad.

La invasión de Ucrania, determinada por Putin representó la primera llamada. El conflicto en Medio Oriente la segunda llamada. La tercera llamada podría ser fatal.

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