Si bien Yuval Noah Harari rechaza identificarse con el determinismo tecnológico, el destacado historiador israelí reconoce que los cambios que generan las tecnologías de la información y los flujos de información han moldeado la historia de las democracias.
Los medioecologistas —quienes con naturalidad aceptan instalarse en el imaginario del determinismo tecnológico— sostienen que, a través de la historia, las tecnologías han determinado el desarrollo cultural de las sociedades.
La evolución de nuestra especie —homo sapiens— no ha concluido, y el formidable desarrollo de la inteligencia artificial (IA), como atinadamente advierte el maestro Manuel Martín Serrano, nos ubica ante una compleja encrucijada evolutiva, la cual incluso puede ir más allá de la especie humana.
Desde el imaginario del conflicto, el nuevo escenario de luchas comprendería el enfrentamiento entre humanos y máquinas. Desde una perspectiva sistémica podríamos considerar el advenimiento de complejas hibridaciones.
El 30 de noviembre de 2022 admite ser considerado como un auténtico parteaguas en la historia de las tecnologías de la información. Ese día, la firma OpenAI —fundada en 2015 como una organización sin fines de lucro— liberó al público la aplicación ChatGPT —acrónimo en inglés del término Chat Generative Pre-Trained Transformer—.
ChatGPT, al igual que Gemini, de Google —su principal competidor—, son poderosos bots conversacionales de inteligencia artificial multimodales, especializados en el diálogo, los cuales se ajustan con técnicas supervisadas y de refuerzo.
A ChatGPT podemos atribuir el formidable desarrollo que ha observado la inteligencia artificial en los años recientes, la cual incluso ha sorprendido a expertos como Ray Kurzweil, quien en el libro La edad de las máquinas espirituales (1999) había estimado que el posible advenimiento de bots conversacionales de inteligencia artificial multimodales ocurriría a finales de la presente década (2029).
Bill Gates, el fundador de Microsoft, ha señalado a Kurzweil como la persona que mejor entiende a la inteligencia artificial. Tal elogio seguramente debe resultar incómodo a San Altman, el CEO de OpenAI, firma que desarrolló ChatGPT. OpenAI recibe un espléndido financiamiento por parte de Microsoft.
De acuerdo con Kurzweil, autor del libro The Singularity is nearer. When we merge with AI (2024), la IA permitirá el desarrollo de la quinta etapa de la inteligencia, favoreciendo, además, el posible advenimiento de una sexta etapa
En la quinta etapa fusionaremos directamente la cognición biológica humana con la velocidad y la potencia de nuestra tecnología digital. Serán posibles las interfaces cerebro-ordenador, afirma el jefe de ingeniería de Google.
En la sexta etapa, nuestra inteligencia se extenderá por todo el universo, y será posible convertir la materia ordinaria en “computronium”, que es la materia organizada en la densidad ultraterrena de la computación.
Nos encontramos, señala Kurzweil, en el tránsito a la quinta época en la evolución de la inteligencia. Superar el test de Turing marcaría el paso a la quinta etapa. Kurzweil estima que habremos alcanzado lo dispuesto en el test de Turing en 2029.
Tanto ChatGPT como Gemini son capaces de traducir instrucciones de lenguaje natural en códigos de computadora, situación que, de facto, reduce significativamente grandes barreras entre los humanos y las máquinas, abriendo la posibilidad de conectar computadoras con cerebros humanos, tal como ha demostrado Neuralink, importante firma de neurotecnología de Elon Musk.
Kurzweil anticipa una profunda revolución en la biotecnología, gracias a la IA. El director de ingeniería en Google ha pronosticado que, en siguiente década, gracias a notables adelantos en materia de salud, podremos advertir un significativo incremento en la esperanza de vida en la población.
Harari advierte un aspecto fundamental en la nueva era inaugurada por ChatGPT, soslayado por Kurzweil.
Antes de la introducción de ChatGPT, las redes de información dependieron de creadores de mitos y de burocracias humanas. Ahora, en cambio, en el preocupante imaginario de una red inorgánica, los humanos tendremos que lidiar con creadores de mitos digitales y burócratas digitales.
Ello, sin duda alguna, representa una gran amenaza a gran parte de nuestras instituciones, desde las escuelas hasta las iglesias.
El germen de la actual revolución, destaca Harari, es el ordenador. Los ordenadores propiciaron el advenimiento de miembros no humanos en las redes de información.
La IA sería una lógica extensión del ordenador. El dominio del lenguaje humano, señala el destacado profesor de historia, dará a los ordenadores una influencia inmensa en nuestras opiniones y nuestra cosmovisión.
Los algoritmos destinados a incrementar la implicación de las personas y el tiempo destinado a las redes sociodigitales han generado graves daños en el tejido social. Harari, sin embargo, considera que rectificación todavía es posible.
El advenimiento de ordenadores capaces de alcanzar objetivos específicos, tomando decisiones por su cuenta, modifica radicalmente el fundamento de nuestras redes de información, conformando un mapa de información alterno, en el cual, el legítimo interés humano incluso podría ser relegado a un segundo plano.
La posibilidad de prescindir del elemento humano definitivamente no resulta remota para Harari, quien incluso considera factible que los ordenadores confeccionen, al margen de los humanos, sus propias redes de información.
Mediante ordenadores, y redes de información no solo hemos confeccionado complejos panópticos (Foucault) capaces de vigilar al detalle a poblaciones enteras (Snowden). Hemos confeccionado una infraestructura inspirada en el Big Brother de Orwell (1984), que ha suprimido nuestra privacidad, confiriendo a los ordenadores la facultad de vigilarnos todo el tiempo y en todo lugar. Todas nuestras actividades son registradas.
¿Resulta factible considerar el posible fin de la historia dominada por los humanos?