Joseph Robinette Biden, el actual presidente de Estados Unidos definitivamente es un político obstinado.
A pesar de penosas confusiones y tropiezos, con 81 años a cuestas -nació el 20 de noviembre de 1942- la semana pasada se resistía a renunciar a la carrera presidencial y todavía consideraba factible su reelección.
Biden se negaba a comprender que no estaba en condiciones de poder enfrentar a Donald Trump en las próximas elecciones.
Trump también es un adulto mayor. Tiene 78 años, nació el 14 de junio de 1946.
Finalmente, la deteriorada salud de Biden y, por supuesto, los llamados de la realidad se encargaron de hacerle comprender la pertinencia de desistir a sus pretensiones reeleccionistas. En esta ocasión, la razón ganó una difícil batalla a la vanidad de Joe Biden.
El domingo 21 de julio, a través de un comunicado, el presidente Biden dio a conocer su decesión de retirarse de la carrera presidencial, señalando a Kamala Harris, la vicepresidenta en funciones, hija de inmigrantes indios y jamaicanos, como la mejor sucesora posible.
Kamala Harris de inmediato aportó una auténtica bocanada de aire fresco al Partido Demócrata y, también a los próximos comicios -el martes 5 de noviembre de 2024 serán celebradas las sexagésimas elecciones presidenciales en la Unión Americana-.
De seguir empeñado Biden en su reelección, los resultados de los comicios inevitablemente derivarían en el establecimiento de una penosa gerontocracia, demócrata o republicana, pero gerontocracia al fin.
Debemos tener presente que, el candidato del Partido Demócrata tiene 81 años y el candidato del Partido Republicano 76.
Kamala Harris, quien nació el 20 de octubre de 1964, cuenta con 59 años y representa la oportunidad de impulsar el indispensable relevo generacional en las élites del poder en Estados Unidos.
Silicon Valley, Hollywood y Wall Street son los círculos financieros visibles que aportan la mayor cantidad de fondos a las campañas presidenciales.
El panorama de las aportaciones financieras de Silicon Valley ya resultaba complicado para el Partido Demócrata y, por supuesto, para las aspiraciones reeleccionistas de Biden.
En Hollywood, George Clooney, efectivo recaudador de fondos para el Partido Demócrata, al igual que Michael Douglas, habían expresado serias dudas sobre el estado de salud del presidente Biden. El mensaje fue claro: Hollywood amagaba con cortar el apoyo financiero.
En Silicon Valley, el panorama no precisamente lucía mejor. En un video de 90 minutos, Marc Andreessen y Ben Horowitz, fundadores de la empresa de capital de riesgo Andreessen y Horowitz, declararon su lealtad a Donald Trump, señalando que los electores, a la hora de elegir, no se fijan en los derechos humanos, la política exterior u otras cuestiones políticas típicas.
Como “expertos en startups”, destaca Steven Levy en el artículo Donald Trump and Silicon Valley´s Billionaire Elegy, publicado el 18 de julio en Wired “insisten que la agenda de lo que se llama "little tech" determinará a quién apoyan”.
Las “little tech” o “startups innovadoras” son pequeñas empresas de reciente creación, las cuales aspiran convertirse en empresas gigantes, pero que podrían verse frustradas por las poderosas empresas que dominan el sector o, peor aún, por la regulación.
J.D. Vance, quien sería el vicepresidente en el gobierno de Trump -si gana las elecciones- es un antiguo capitalista de riesgo y ha defendido esa causa. Andreessen y Horowitz sostienen que el gobierno representa la mayor amenaza para las pequeñas empresas de tecnología.
Las opiniones vertidas por Andreessen y Horowitz suelen influir en el ánimo electoral en Silicon Valley.
Sin embargo, el nombre de Kamala Harris bastó para revertir el adverso panorama que enfrentaba el Partido Conservador en Silicon Valley. El financiamiento rápidamente empezó a fluir.
A las pocas horas de que el presidente Biden anunciara que se retiraba de la carrera presidencial, los megadonantes demócratas de Silicon Valley expresan su apoyo a la eventual candidata presidencial del Partido Demócrata, refieren Makena Kelly y Lauren Goode en Wired.
Kamala Harris tiene una larga historia con las grandes compañías de tecnología, como fiscal superior en San Francisco, fiscal general en California y senadora en ese estado.
Como fiscal general, fue responsable de exigir a las grandes empresas tecnológicas mitigar el acoso sexual en internet.
Como senadora, en el Capitolio interrogó a importantes ejecutivos de las gigantes tecnológicas, Mark Zuzkerberg, por ejemplo, el principal accionista de Meta Platforms, cuando estalló el escándalo
Además, a principios de la administración del presidente Biden, Harris fue designada como responsable del gobierno en asuntos relacionados con la Inteligencia Artificial (IA). Biden también delegó en Harris el seguimiento de su orden ejecutiva sobre IA
Harris ha sostenido reuniones con los directores ejecutivos de Alphabet/Google, Anthropic, Microsoft y OpenAI para impulsar el desarrollo de una IA más segura.
Influyentes medios informativos -como CNN- consideran a Harris como la primera candidata presidencial de Silicon Valley.
Marc Andreessen y Ben Horowitz han pretendido revertir las tendencias favorables a Harris en Silicon Valley.
El miércoles 24 de julio, los fundadores de la empresa de capital de riesgo Andreessen y Horowitz declararon su lealtad a Donald Trump, cuestionando las políticas arancelarias impuestas por el gobierno Biden, particularmente en lo relativo a la criptoindustria.
Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo y uno de los principales “barones de la tecnología” ha expresado particular simpatía por Donald Trump.
Harris ha recibido el respaldo de influyentes damas de Silicon Valley, como Sheryl Sandberg, antigua jefa de operaciones en Facebook, y Melinda French Gates.
Harris ha empezado a revertir el negativo panorama financiero que enfrentaba el Partido Demócrata frente a los círculos financieros visibles. El gran problema radica con los círculos financieros no visibles. El verdadero poder. El gran elector en la Unión Americana.