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Las tecnologías contribuyeron al desarrollo y expansión de la industria del periodismo impreso hasta ya muy avanzado el siglo XX. Sin embargo, en los primeros años de la década de 1990, el advenimiento de la World Wide Web (3W) y de las tecnologías digitales establecieron profundos y complejos retos.

La web estableció un parteaguas definitivo en la historia del periodismo impreso al favorecer un nuevo orden informativo basado en la globalización, la convergencia y la instantaneidad. En el imaginario de las sociedades ubicuas, los móviles posibilitaron a cualquier persona, en todo momento y lugar, tener inmediato acceso a gran cantidad de información de modo gratuito.

Los diarios impresos empezaron a perder lectores, después anunciantes, y miles de periodistas fueron despedidos. Además, su tiraje se redujo significativamente, así como el número de secciones. A pesar de los ajustes, un considerable número de diarios impresos desaparecieron.

Para sobrevivir, los diarios impresos se vieron en la necesidad de migrar a internet y experimentar nuevos modelos de negocios, enfrentando a nuevos competidores en el imaginario del periodismo digital.

En 2004, en el libro “The vanishing newspaper. Saving Journalism in the Information Age” (El periódico desaparecido. Salvando al periodismo en la Edad de la Información), Philip Meyer, profesor emérito en la Escuela de Medios y Periodismo en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, vaticinó que el último periódico impreso se publicará en 2040.

Estudios realizados por Reuters Institute dan cuenta de los cambios en el consumo de información en millenials que fundamentalmente acceden a las noticias de su interés a través de las redes sociales.

Los periódicos podrían desaparecer. Sin embargo, el periodismo defintivamente prevalcerá pues resulta indispensable.

Mi querido Omar Raúl Martínez, quien durante años dirigió la Revista Mexicana de Comunicación decía: “sin periodismo, los sucesos del mundo contemporáneo serían incomprensibles”.

El periodismo responde a una necesidad tan compleja como indispensable: registrar la historia cotidiana de cada día. Sin él prevalecerían la ausencia de sentido y la carencia de vículos y fundamentos sólidos con la realidad.

Mis grandes maestros me enseñaron que el periodismo es un efectivo recurso para atenuar el agobio que producen la impermanencia, la mutación, el simulacro, la mentira, la incertidumbre, los relatos simplificadores, las noticias falsas. Además, el periodismo -literatura escrita bajo presión-, se define a partir de una dimensión necesariamente humanista.

En el periodismo, afirmó Octavio Paz -siempre indispensable-, el periodista vive en el instante, entre un pasado que se disipa y un futuro que se insinúa.

En junio de 2010, gracias a la confianza de Enrique Bustamante Martínez, fue publicada mi primera columna en Tech Bit, de EL UNIVERSAL. Mi columna originalmente se publicaba en Excélsior. En una ocasión, un texto fue censurado. Pedí entonces un espacio a mi querido amigo Enrique y la columna “Proyecto Internet” con Octavio Islas se mudó.

Para un académico finalmente convencido de su agradable fatalidad vocacional, el poder disponer de una tribuna en uno de los más importantes diarios nacionales, como EL UNIVERSAL, representa un gran privilegio. Estoy profundamente agradecido con el diario, Enrique Bustamente y Amed Urban, mi generoso editor. En la obligada mudanza al espacio estrictamente digital seguiré formando parte del inventario de Tech Bit.

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