El miércoles 26 de junio, Julian Paul Assange, célebre activista australiano, fundador de WikiLeaks, recuperó su libertad gracias a un acuerdo que celebró con el gobierno de Estados Unidos.
Assange fue obligado a declararse culpable de un delito de espionaje.
Por temor a posibles represalias del gobierno estadounidense, Assange decidió realizar la aceptación de su culpabilidad en una corte federal en Saipán, la capital de las Islas Marianas del Norte, un territorio estadounidense en el Pacífico Sur.
Si Kevin Mitnick ha sido considerado como el hacker más famoso del mundo, gran parte de la prensa internacional se ha encargado de señalar a Assange como el hacker más peligroso.
Sin embargo, Assange no se reconoce como un hacker. En el libro Cypherpunks. La libertad y el futuro de internet (2012), el célebre activista australiano se afirma como criptopunk.
Los criptopunks son activistas políticos que, por medio de la criptografía ―un lenguaje informático cifrado de uso ciudadano y abierto―, pueden conseguir cambios en beneficio de las sociedades.
En 2006, Assange participó en la fundación de WikiLeaks. La dimensión política del referido organismo podría sintetizarse a partir de las siguientes ideas-fuerza: “privacidad para el débil, transparencia para el poderoso”.
WikiLeaks ―afirma en su portal― “se especializa en el análisis y publicación de grandes conjuntos de datos de material oficial censurado o restringido en relación con la guerra, el espionaje y la corrupción. Hasta ahora, ha publicado más de 10 millones de documentos y análisis asociado”.
Assange sostiene que WikiLeaks ha publicado más documentos clasificados que toda la prensa mundial. La gran tarea de WikiLeaks, afirmó Assange, es “evitar que la humanidad devenga en una inmensa red de vigilancia y control masivos”.
No sin cierta arrogancia, Assange ha señalado que, si los periodistas efectivamente se dedicarán a realizar su trabajo, forzar a los gobiernos a la transparencia de sus acciones y a la efectiva rendición de cuentas, WikiLeaks sería prescindible.
En 2009, las denuncias de Julian Assange y de WikiLeaks parecían concebidas por fanáticos “conspiracionistas”.
Más tarde, las revelaciones de Edward Snowden demostraron los alcances de la vigilancia total que ha venido practicando el gobierno de Estados Unidos a través de sus servicios de inteligencia, lo que confirma las oportunas advertencias del célebre criptopunk australiano.
En 2010, WikiLeaks se dedicó a exhibir gran cantidad de documentos clasificados del gobierno de Estados Unidos; los exhibieron graves violaciones a los derechos humanos más elementales.
Una publicación de WikiLeaks particularmente estableció un parteaguas en la vida de Julian Assange: el 5 de abril de 2010 fue publicado un video clasificado por el gobierno estadounidense: un ataque aéreo registrado en Bagdad el 12 de julio de 2007, con el título de Collateral Murder (en castellano, asesinato colateral).
El video, de 38 minutos de duración, exhibió a soldados estadounidenses, quienes desde dos helicópteros AH-64 Apache dispararon a un grupo de iraquíes, lo que provocó la muerte a 12 personas, entre ellas, dos colaboradores de la agencia informativa Reuters.
Las víctimas de tan furioso ataque ni siquiera tenían armas en su poder. Estaban desarmados y no representaban peligro alguno.
La grabación fue realizada desde uno de los helicópteros Apache. El referido material fue filtrado a WikiLeaks por la soldado Chelsea Manning ―nacida como Bradley Edward Manning―, quien fue delatada por Adrián Lamo, un hacker colomboestadounidense.
Poco después, el 25 de julio de 2010, WikiLeaks filtró a un selecto grupo de medios documentos de la guerra de Afganistán, conocidos como “Diario de la Guerra de Afganistán”, 91 mil documentos. Estos comprenden de enero de 2004 a diciembre de 2009. La mayoría de los documentos está clasificada como secretos.
El 22 de octubre de 2010, WikiLeaks dio a conocer "The War Logs", 391 mil 832 documentos de campo del Ejército de Estados Unidos relativos a la guerra de Irak.
El 28 de noviembre de 2010, WikiLeaks dio a conocer el "Cablegate" ―cables del Departamento de Estado―, el cual comprende cables diplomáticos sobre temas como el gobierno de Bolivia y Evo Morales; la cooperación de los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Nicaragua con Irán, y supuestos acuerdos nucleares entre Rusia y Venezuela.
Los documentos exhibieron cómo la información que maneja la diplomacia estadounidense, nutre a los servicios de inteligencia y a los órganos de seguridad militar.
Por tan delicadas filtraciones, el gobierno estadounidense abrió una investigación criminal multiagencias sobre Assange e impuso un efectivo cerco financiero a WikiLeaks, la cual fue calificada como “organización terrorista”. Assange fue considerado como “terrorista tecnológico”.
Incluso varios políticos estadounidenses plantearon la necesidad de consumar el asesinato extrajudicial de Assange.
Su persecución dio inicio en 2010 en Suecia, donde fue acusado por la presunta violación de Anna Ardin ―vinculada a la oposición cubana― y por supuesto acoso sexual a Sofia Wilen.
En noviembre de 2010, el activista australiano huyó de Suecia, y la policía sueca solicitó emitir una alerta roja a Interpol para su captura y extradición.
El 7 de diciembre de ese año, Assange se presentó de manera voluntaria en una comisaría en Londres, y fue detenido por la policía metropolitana. Un tribunal británico rechazó el recurso presentado por la fiscalía de Suecia, la cual solicitaba mantenerlo recluido.
Temiendo su inminente detención, el martes 19 de julio de 2012, Assange se internó en la embajada de Ecuador en Londres, solicitó asilo político, con lo que recibió la protección del gobierno del mandatario Rafael Correa.
El 11 de abril de 2019, Lenín Boltaire Moreno Garcés, presidente de Ecuador, decidió dejar de proporcionar asilo político a Assange y le retiró, además, la nacionalidad ecuatoriana que le habían concedido en 2017.
Moreno además señaló a Assange como un “hacker miserable y malcriado”. Ese mismo día, a las 6 de la mañana, Assange fue detenido por la policía británica.
Assange fue recluido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en condiciones de aislamiento que suelen ser aplicadas a los más peligrosos terroristas.
Estados Unidos entonces solicitó su extradición a la justicia británica, para poder juzgar a Assange en tribunales estadounidenses.
En América Latina, algunos jefes de Estado como Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel, aprovecharon la oportunidad para celebrar la liberación de Assange y expresar severos cuestionamientos al “imperialismo”.
En estricta congruencia, el mejor homenaje que los referidos jefes de Estado podrían realizar a Assange, sería dejar en libertad a los miles de presos políticos que, por razones similares a Assange, permanecen recluidos en las lúgubres prisiones de Venezuela y Cuba.