Por Norma Angélica Bautista Santiago
En México, la presencia de la migración haitiana no es novedad, los desastres naturales y la situación política en ese país, han sido los principales motivos que los han traído a nuestro país. En este siglo, podemos enumerar por ejemplo los terremotos de 2010 y 2012, los huracanes Tomás (2010), Sandy (2012), Matthew (20 16) y Laura (2020), a lo que se suman más de treinta golpes de estado y el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, lo que ha provocado una situación crítica en Haití.
La oficina regional para América Latina y el Caribe de Church World Service[1] ha destacado los problemas que enfrentan los haitianos como son la violencia callejera, robos y asaltos, la lucha por el control de territorios por parte de grupos armados y el incremento del delito de secuestro de extranjeros para exigir rescates. Además de factores como la crisis energética, de combustible y de transporte, la crisis alimentaria en parte provocada por la degradación ambiental, por si fuera poco, el mal manejo de la pandemia y los impactos propios del Covid-19.
La misma organización destaca que pese a tales circunstancias, las remesas de migrantes haitianos suman $1,954 millones lo que representa el 21% del PIB en ese país. En este sentido, se cree que más de la cuarta parte de la población de la isla se ha tenido que mover, lo que vuelve a Haití uno de los países que más población expulsa al exterior, calculada por Save The Children en 1.7 millones de mujeres, hombres y niños que conforman una migración multidestino[2], con el objetivo de llegar a Estados Unidos pasan por diversos países hasta ingresar a México por la frontera sur.
Particularmente en la capital mexicana se desconoce la dimensión real de la población haitiana migrante. Este año que está por concluir, empieza a ser habitual ver a esta población en diferentes zonas del Valle de México, por ejemplo; en Chimalhuacán, en Nezahualcóyotl, en diferentes alcaldías como Iztapalapa, Tláhuac, Cuauhtémoc o Gustavo A. Madero. Donde improvisan casas de campaña en la vía pública, algunos rentan cuartos de hotel, hay quienes acuden a albergues de asociaciones civiles, religiosas y del gobierno de la Ciudad, cuya oferta de lugares disponibles ha sido rebasada.
Mientras esperan los trámites que les permitan seguir caminando hasta llegar a su destino, los haitianos han empezado a explorar diversas formas de satisfacer necesidades elementales como dónde dormir y dónde asearse. Las opciones van desde las calles y fuentes de la vía pública, supermercados y tiendas de autoservicio, mercados, unidades habitacionales o comerciantes con quienes llegan a algún tipo de acuerdo económico que les garantice el uso de servicios como el baño y las regaderas.
Dado que la estancia en la ciudad se ha prolongado, el dinero con el que llegaron o el que les envían sus familiares no es suficiente, razón por la cuál algunos hombres y mujeres haitianos han optado por emplearse de manera temporal y bajo un sistema informal cerca de los lugares donde están viviendo Así, se pueden observar trabajando como albañiles en obra de construcción, como dependientes de misceláneas, de cargadores de mercancía en el Mercado de Abastos, como meseros o cocineros en cafeterías o preparando alimentos que ellos mismos comercializan en la vía pública.
Dichas estrategias de sobrevivencia han provocado polémica entre la población de la ciudad, principalmente donde existe presencia de migrantes haitianos. Hay gente que los apoya dándoles trabajo o brindándoles acceso gratuito o a bajo costo para el uso de sanitarios y/o hospedaje. Además, hay quienes los incorporan a la vida cotidiana del barrio o colonia en cuestión. En este contexto, se ha registrado la participación de haitianos en fiestas patronales, o particulares en colonias de las alcaldías Tláhuac e Iztapalapa.
La otra postura es que las personas no ven con buenos ojos la presencia de haitianos en las calles de sus barrios. Creen que les van a quitar trabajo y que hacen mal uso de la vía pública. Frente a esta situación las autoridades de la Ciudad de México no han hecho lo suficiente, el albergue de Tláhuac que inició operaciones en marzo de 2023, pasó de atender 158 personas a 4 mil 500 personas, de las cuales el 85% eran haitianos. El Instituto Mexicano de Migración no ha definido una política de acción. Mientras eso pasa, los haitianos siguen adaptándose a las formas de subsistir que el suelo mexicano les ofrece.
@normaoax
Investigadora del Observatorio Nacional Ciudadano
[1] https://cwslac.org/haiti-y-el-caribe/movilidad-humana-desde-haiti-causas-de-la-migracion/
[2] Revertir el riesgo y la tristeza, un asomo a la realidad de las personas migrantes haitianas en México. Save the Children México, 2023.