Por: Rocío M. Naveja Oliva

El crimen organizado se identifica como una actividad ejecutada, estructurada y planificada por más de dos individuos que la realizan, afectando bienes jurídicos del estado y bienes jurídicos individuales. Ante la creciente expansión del crimen organizado, resulta indiscutible el reclutamiento para fines delictivos de niñas, niños y adolescentes1; al identificar las ventajas empleando menores que son juzgados bajo una normativa más laxa, además de ser manejables y fáciles de coaccionar, al desempeñar funciones de apoyo, como ser cocineros, cargadores, mensajeros, espías, o incluso combatientes.

De acuerdo con el World Report on Violence and Health, la violencia que padece la niñez y la adolescencia se atribuye a factores como la integración social, las desigualdades de ingreso, las estructuras políticas, la exposición a contenidos violentos en la comunicación pública, entre otros.

Para complementar lo anterior, en el campo de la prevención de la violencia juvenil, la Organización Mundial de la Salud identifica entre los principales factores de riesgo: 1) implicación en delitos graves y en la delincuencia, (2) aptitud de los padres para criar a sus hijos y la relación entre padres e hijos: supervisión, disciplina, vinculación afectiva, o la implicación de los padres en conductas antisociales y delictivas, (3) sexo o género, (4) compañeros antisociales y la falta de vinculación social, mala actitud hacia la escuela y el desempeño escolar, entre otros.

"Los menores forzados a incorporarse a las filas del crimen organizado deben tratarse como víctimas de violación de derechos humanos y no como criminales ", explica el oficial de Protección a la Infancia de UNICEF en México, Leonardo Mier.

Los niños en edades tempranas buscan un apego emocional con una figura adulta, el grupo armado sustituye de cierta forma eso, en casos documentados destaca "el Ponchis" detenido en 2010 en Morelos, generando fidelidad con el grupo armado y dificultando la posibilidad de reintegrarse a la sociedad.

Según los datos de UNICEF, la mayoría de los homicidios de menores en México son de varones adolescentes entre 12 y 17 años. En cuanto a las desapariciones de menores, 6 de cada 10 son adolescentes, lo que podría indicar que están relacionadas con la trata de personas.

Sin poder vislumbrar el móvil que originó el deceso de 1,098 menores por homicidio doloso durante 2020 en México, conforme los datos del SESNSP, lo que en promedio representan más de tres casos al día . De acuerdoaun estudio realizado por la Red por los Derechos de la Infancia en México y distintos expertos consultados se apunta que los asesinatos de niños aumentaron de manera exponencial con la guerra contra el narco que comenzó en diciembre de 2006, lo que revela la urgente necesidad de generar estrategias integrales y conjuntas por las autoridades, con el objetivo de regresar a los niños, niñas y adolescentes a ambientes sanos y seguros apartados de la violencia y la delincuencia, lo cual permita comenzar a construir su propio proyecto de vida.

Presidenta del Observatorio Ciudadano de León
@naveja_rocio
@ocl_mx

Bibliografía

https://www.unodc.org/documents/justice-and-prison-reform/Justice_in_matters_ES.pdf

https://www.interpol.int/es/Delitos/Delitos-contra-menores

https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/documentos/2019-11/Estudio-ninas-ninos-adolescentes-victimas-crimen.pdf

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-48060807

1 Niños, niñas y adolescentes, conforme a la Ley General de los Derechos Niñas, Niños y Adolescentes, señala en su artículo 5 que: “Son niñas y niños los menores de doce años, y adolescentes las personas de entre doce años cumplidos y menos de dieciocho años de edad. Cuando exista la duda de si se trata de una persona mayor de dieciocho años, se presumirá que es adolescente. Cuando exista la duda de si se trata de una persona mayor o menor de doce años, se presumirá que es niña o niño”.

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