Diana Sánchez

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 1/3 de las mujeres del mundo sufren algún tipo de violencia física o sexual, por lo que se considera que “la violencia contra las mujeres es un problema de salud mundial de proporciones epidémicas” y las medidas emergentes que se han aplicado para sancionarla y erradicarla no han sido suficientes, precisas y adecuadas.

“Pensar un mundo sin nosotras es enfermizo, 
pero pensarlo a costa de nosotras lo es cruel y perverso”
Aracely Osorio Martínez, madre de Lesvy Berlín Osorio

La violencia contra las mujeres afecta a más de la mitad de la población mundial y constituye la más común violación a los derechos humanos. Nos encontramos ante una situación de emergencia en la que es fundamental cuestionar la estructura y las normas sociales que permiten la prevalencia de un sentido de superioridad y autoridad del hombre -y las instituciones que fueron creadas a su imagen y semejanza- sobre las mujeres y niñas.

Las violencias se disfrazan, buscan el anonimato y germinan en la oscuridad de la impunidad, son regadas por todos aquellos que las justifican bajo el argumento de las costumbres culturales, la comodidad, las actitudes “natas”, así como el humor “inocente” y, sobre todo, por las autoridades que, al verse rebasadas por la situación, prefieren mirar a otro lado y protegerse a sí mismas.

En México tenemos un sistema de instituciones que dejan los casos de violencia de género sumidos en la impunidad. Al sistema patriarcal, misógino como fue concebido, se le ha hecho más fácil encontrar una razón por la que las mujeres parezcamos ser culpables de los delitos que son cometidos en nuestra contra, que de procesar y sancionar a quien(es) violenta nuestra integridad.

Pero ¿qué culpa puede tener una niña de 10 años de haber sido abusada por parte de un alto mando de la policía local de Puerto Vallarta? Hace unos días nos despertamos con la noticia de que encontraron a una menor dentro del auto de un funcionario público del municipio, misma que declaró haber sido víctima de abuso sexual y con información de que las primeras actuaciones de las autoridades que debían salvaguardarla, parecieron ser acciones y omisiones tendientes a proteger al hombre, adulto y servidor público, así como a obstaculizar el acceso de la víctima a la justicia.

Las violencias no son excluyentes unas de otras, intentan esconderse, escalan, mutan, se van haciendo más frecuentes y crecerán tanto como lo permitamos. De enero a junio de 2020 se iniciaron 473 carpetas de investigación por feminicidio a nivel nacional , pero pienso en todos los delitos paralelos, porque no quitemos la mirada de que, en donde se cometió un feminicidio es porque antes se cometieron todos los otros tipos de violencia de género.

Claramente, en nuestro país queda un largo camino por recorrer en términos de políticas públicas con perspectiva de género, de acceso a la justica, de protección de mujeres y niñas, de reducción del grado de exposición a la violencia en la infancia, a fin de crear un espacio en el que las mujeres seamos quienes queramos ser y que actuemos sin miedo de que nuestras decisiones nos cuesten la vida, o la posibilidad de vivirla tranquila.

Investigadora del Observatorio Nacional Ciudadano
@_dianasanchezf

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