El conflicto armado entre Ucrania y Rusia ha dejado un monto preliminar de 2000 civiles muertos y más de un millón de personas desplazadas principalmente a Rumania y Polonia. Cifras que reflejan ya la prevalencia de una catástrofe humanitaria que amenaza con crecer cada día.
En medio de esta realidad y como si la tragedia de la guerra no fuera suficiente, se han observado muestras de exclusión hacia las personas desplazadas que son racializadas por su color de piel o nacionalidad. Se ha observado que ciudadanos y estudiantes de países africanos y latinoamericanos que radicaban en diversas ciudades ucranianas, han sido relegados al momento de huir de la guerra y se ha priorizado el paso a ciudadanos ucranianos fenotipos blancos.
Al mismo tiempo, en medios de comunicación y redes sociales han proliferado comentarios desafortunados por parte de periodistas y políticos, principalmente europeos, en los que se hace una diferenciación entre los refugiados ucranianos y los ciudadanos de otros países que también han sido exiliados derivado de conflictos armados. "Cualquiera puede entender la diferencia entre esos flujos y las invasiones de jóvenes varones de origen musulmán en edad militar que se han lanzado contra las fronteras de Europa", señaló el presidente del partido español Vox en relación con el éxodo ucraniano.
También los medios y las redes han dado por llamar a esta la “tercera guerra mundial” al encontrarse en conflicto dos bloques armamentísticamente poderosos y al ser Europa el campo de batalla. Pero ¿en realidad es la tercera? ¿En realidad es válido descartar el resto de los conflictos armados que existen en el mundo? ¿Quién es entonces el enemigo en esta guerra en la que además de discriminar entre víctimas, se llama a los ciudadanos a luchar por los intereses comerciales de particulares asociados con las potencias mundiales?
Al respecto es interesante retomar el texto que en 1999 publicará el EZLN en relación con la guerra que se vive en el estado de Chiapas y que alude al desarrollo de una Cuarta Guerra Mundial. En este texto los zapatistas señalan que en la era de la globalización y el neoliberalismo el nuevo enemigo a vencer ya no es una superpotencia armada, si no la humanidad misma, está que ocupa los territorios donde se encuentran los recursos codiciados por los grandes bloques geopolíticos.
En esta lógica, México y Latinoamérica resultan un caso paradigmático dentro de esta crisis humanitaria global. Desde hace años nuestro país vive bajo un conflicto armado que ha dejado numerosas víctimas: alrededor de 350 mil personas muertas, casi cien mil personas desaparecidas, niños y jóvenes reclutados para ser usados como carne de cañón, y miles de desplazados internos.
En medio de este caos, el ambiente de violencia se recrudece. Auténticos ejércitos con poderío militar comparable al de países en guerra civil patrullan diariamente los caminos del territorio mexicano; ciudades y comunidades enteras permanecen tomadas o sitiadas por estos escuadrones de la muerte y miles de personas son desplazadas de sus lugares de origen bajo el fuego que les asedia varias veces al día.
Aún con lo anterior, el Estado Mexicano se ha resistido a declarar la situación de violencia que se vive en México como un Conflicto Armado Interno como lo han señalado diversos organismos defensores de derechos humanos. Esta declaratoria posibilitará la aplicación del Derecho Internacional Humanitario y el desarrollo de políticas públicas dirigidas a la protección de los civiles que viven cotidianamente bajo el fuego cruzado entre el crimen organizado y el Estado.
En esta afrenta global contra la humanidad, tanto los criminales como los gobiernos cómplices coinciden en tener al pueblo como enemigo ya sus territorios y recursos como botín. Contrario al dicho que profesa que en la guerra todos pierden, en esta guerra mundial permanente los únicos que pierden son los pueblos frente a los grandes señores de la guerra.
@LuisJorgeDeLaP1