Fernando Acosta Chávez

En fechas recientes se ha reavivado el debate en torno a la importancia del crecimiento económico. La atención se ha concentrado en la evolución reciente del producto interno bruto (PIB) y en algunas ocasiones del PIB per cápita. La discusión se puede resumir en que, si bien el PIB no es una medida de bienestar de la población, sí resulta importante en su logro. Que el PIB crezca es una condición necesaria pero no suficiente para incrementar el bienestar de la población.

Además del efecto positivo del crecimiento económico sobre el bienestar de la población, no hay que olvidar que los ingresos tributarios del sector público tienen una relación directa con el desempeño de la actividad económica. Esto quiere decir que, si la economía crece, el sector público en general, dispondrá de mayores ingresos vía impuestos para financiar sus múltiples tareas.

Sin duda, el crecimiento de los ingresos tributarios en una economía tiene diversos determinantes (por ejemplo, el monto de las tasas impositivas, la cantidad de contribuyentes, la legislación tributaria y su aplicación, entre otros), pero entre ellos no se puede dejar de lado el crecimiento económico.

Entre las funciones que cumple el Estado, brindar seguridad a sus ciudadanos es una de las más relevantes. No obstante, en el caso mexicano se ha documentado que en años recientes (CIEP-ONC, 2019), el monto de recursos públicos destinados a brindar seguridad a sus ciudadanos en el mejor de los casos se ha mantenido sin cambios y en varios años, los recursos han decrecido en términos reales.

Destinar menos recursos públicos al tema de la seguridad pública podría tener sentido en un país que avanza en sus programas y metas, que da resultados. Por el contrario, México se destaca por un panorama de creciente deterioro en sus indicadores de seguridad e incidencia delictiva; lo que exige mayores inversiones en recursos humanos, capacitación, equipamiento, tecnología, entre otros.

La coyuntura actual de la economía mexicana muestra que tendremos menor crecimiento económico y posiblemente menores ingresos tributarios. Esos menores ingresos pueden reflejarse en menores inversiones en seguridad pública. Por otra parte, el crecimiento económico también es importante por su relación inversa con el incremento del crimen y la violencia. Aquí también hay que señalar que el incremento del crimen y la violencia responde a múltiples factores, entre ellos el ciclo económico.

Variables como alto desempleo (frecuentemente asociado a caídas en el crecimiento económico) y baja escolaridad, junto con elevada desigualdad económica se asocian a una mayor probabilidad de participación en acciones delictivas u organizaciones criminales, sobre todo en el ámbito regional (de Hoyos y otros, 2016).

Al mismo tiempo, se ha encontrado evidencia sobre el efecto negativo de mayor actividad delictiva sobre el desempeño económico. Más violencia, más delitos y más inseguridad tienden a relacionarse con menores tasas de crecimiento económico (González Andrade, 2014), es decir inhiben el avance en una de las variables importantes en el bienestar de la población.

México viene destinando alrededor de 1% de su PIB al gasto en seguridad pública. La perspectiva actual debe ocuparnos en cómo volver lo más pronto posible a una mayor senda de crecimiento económico. Lo anterior es imperioso porque se requieren mayores inversiones públicas en seguridad pública, desde la prevención hasta el combate de las conductas delictivas.

Aún estamos lejos de los que invierten otros países en seguridad para sus ciudadanos, baste recordar que el gasto en seguridad de México es menor en 20% y 33% al gasto promedio en seguridad de los países de América Latina y de los países de la OCDE respectivamente. Necesitamos crecer más para que el sector público tenga más recursos para hacer frente al problema creciente de inseguridad y elevada incidencia delictiva, sin descuidar otros temas. Desde luego, será necesario avanzar en la eficiencia y eficacia del gasto destinado a seguridad y en la redición de cuentas para garantizar resultados.

Además, mayor bienestar y mejores condiciones económicas y sociales, por la vía del crecimiento económico y no sólo por medio de transferencias y programas sociales, también pueden incidir positivamente en menor incidencia delictiva y menor presencia de organizaciones delictivas. Y como se ha mencionado, al mejorar las condiciones de seguridad, también se favorece el desempeño económico. Debemos movernos a ese círculo virtuoso.

Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano
@Fernand0_Acosta

Referencias
de Hoyos, R., Gutiérrez Fierros, C., Vargas, M., & Vicente, J. (2016). Idle Youth in Mexico.
González Andrade, S. (2014). Criminalidad y crecimiento económico regional en México. Frontera norte, 26(51), 75-111.
Zepeda Gil, R. (2018). Violencia en Tierra Caliente: desigualdad, desarrollo y escolaridad en la guerra contra el narcotráfico. Estudios sociológicos, 36(106), 125-159.
CIEP-ONC. (2019) Gasto público en seguridad. Una mirada a la ruta de los recursos.

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