Por: Mariana Hernández
El año 2020 nos cambió como sociedad y cambió nuestra realidad; las escuelas cerraron a causa del COVID-19 y, con ello,el gobierno mexicano tuvo que buscar alternativas de enseñanza para los estudiantes; fue así que, desde marzo del 2020, la Secretaría de Educación Pública (SEP) buscó cómo adaptar el modelo diseñado para impartir educación básica, a fin de evitar que se viera afectada.
En este contexto, surgieron iniciativas cómo “Aprende en casa” que se transmitió por televisión abierta, radio y en diferentes plataformas en línea; “Estrategia de educación a distancia: transformación e innovación para México” con herramientas de Google Education y, “Jóvenes en casa” con herramientas de enseñanza emocional y webinars las cuales requerían de dispositivos con acceso a internet.
De acuerdo con las cifras reportadas a partir de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), en el año 2020, el 78.3% de la población urbana y el 50.4% de la población de zona rural fue usuaria de internet, lo cual nos indica que no toda la población mexicana contó con acceso a este mecanismo.
En otra realidad, en un país sin brecha tecnológica y acceso a televisión, radio e internet, estas iniciativas pudieron haber sido la solución para que los estudiantes mexicanos tuvieran una adecuada participación en sus actividades escolares, desafortunadamente el sistema de acceso a la educación en México es mucho más complejo que eso.
Los estragos que el confinamiento prolongado provocó no fueron sólo repercusiones en la salud mental de la niñez mexicana o problemas de violencia familiar e inseguridad en la misma; según cifras de la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 realizada por el INEGI y cuyo objetivo es medir el impacto de la pandemia por la COVID-19 se reveló que 2.3 millones de personas entre 3 y 29 años no están inscritas en el ciclo escolar vigente por motivos asociados directamente a la pandemia por COVID-19 y 2.9 millones de personas, por falta de dinero o recursos.
Así que, después de este año y medio de pandemia, las consecuencias según especialistas en materia educativa, se centran en el abandono escolar, la calidad de los aprendizajes y el derecho coartado a la educación, lo cual repercute directamente en el desarrollo y bienestar social mexicano. Por lo que se señala la absoluta necesidad de reabrir las escuelas de manera gradual y ordenada ya que es evidente que, además del rezago educacional que existía, la educación virtual es insostenible.
En días pasados el gobierno de México ha estado insistiendo con el retorno a clases, incluso la SEP ha puesto en marcha el curso CLIMSS para padres de familia, alumnos y docentes que se enfoca en capacitarlos para el posible retorno escolar.
Para el gobierno mexicano esto representará un gran desafío y es que, en medio de la tercera ola de contagios en el país, también estamos frente a otro reto educacional en el que, una de las tareas fundamentales, será mitigar el daño provocado por un plan fallido de educación a distancia e implementar mecanismos para que no se incremente la deserción escolar, además de la recuperación de los estudiantes que por distintos motivos abandonaron sus estudios el ciclo escolar pasado.
El Gobierno mexicano deberá poner especial atención en los alumnos que han decidido abandonar sus estudios pues eventualmnete se verán afectados en su vida laboral, social, emocional y en el peor de los casos por una vida delictiva, según datos del SENSP en 2020 hubo una incidencia en homicidios dolosos a menores de edad con 1098 victimas, lo que puede estar altamente relacionado a su vinculación con el crimen organizado.
Prestadora de servicio social en el Observatorio Nacional Ciudadano
@Marianna_hdez