Octubre es un mes rico en fiestas patronales en Coyoacán, Ciudad de México. San Francisco, San Lucas, Nuestra Señora del Pilar, Nuestra Señora del Rosario y, por si fuera poco, San Judas Tadeo. Estas festividades reflejan la profunda religiosidad de algunas colonias y parroquias de las alcaldías que organizan ferias, kermeses, así como otras actividades colectivas. Hasta ahí, todo bien.

Por Manuel Vélez
 

Pero cuando estos festejos afectan a los demás residentes con horas continuas de pirotecnia, ese folclor coyoacanense ya no es ni divertido ni digno de orgullo. En estas fechas, no pocos vecinos expresan en redes sociales su desesperación con el tronido incesante de cohetes en altas horas de la madrugada y que se prolongan por más de doce horas alterando el descanso de las personas, generando estrés en las mascotas y contaminando el ambiente por los residuos de pólvora.

No es una simple molestia auditiva la que ocasionan los cohetes. Está perfectamente documentado como estos ocasionan sordera, afecciones cardiacas y cuadros similares al estrés postraumático en perros y gatos. En el caso de los humanos, los riesgos a la salud también existen y abarcan alteraciones del ciclo del sueño, lesiones físicas como quemaduras o incluso la muerte. ¡Qué decir ya de las partículas contaminantes que se quedan en el ambiente y que inevitablemente respiramos!

A estos vecinos los motiva un profundo egoísmo disfrazado de usos y costumbres, así como un fetiche incomprensible por la pólvora y el ruido. No imagino el dinero que recaudaron para tronar durante semanas cientos de cohetes, recursos que se pudieran haber utilizado para fines socialmente mucho más productivos. Actividades, por cierto, que están previstas y sancionadas en el artículo 28 fracción VII de la Ley de Justicia Cívica de la Ciudad de México. Aunque, en un país como este donde ocurren casi 30 millones de delitos al año, detonar pirotecnia parece cosa de niños.

¿Y qué hace la autoridad cuando uno denuncia esto? En mi experiencia, yo reporté lo sucedido a la Unidad de Contacto de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, a la Alcaldía Coyoacán y al alcalde Giovani Gutiérrez, a través de mi perfil de Twitter.

De todos mis reportes durante octubre, solo en una ocasión la Unidad de Contacto tuvo a bien decirme que: “al lugar acude unidad de cuadrante del sector COYOACÁN a verificar”. Posteriormente, en una interacción a través de mensaje directo afirmaron que gestionaban mi reporte con la alcaldía para su atención. Sin folio de seguimiento o algo que se le parezca. En ese momento, yo tenía una pequeña esperanza de que eventualmente cesaría la pirotecnia. Pequé de ingenuo.

¡Y qué decir del alcalde Giovani Gutiérrez quien, en campaña, prometió estar al pendiente las 24 horas del día de los problemas de la ciudadanía! Brilla por su ausencia pese a la publicidad que su equipo colgó para difundir su informe de labores en semanas recientes en las principales calles y avenidas de Coyoacán.

Al momento que escribía este texto, casi a la 1 de la mañana, acababan de detonar un tanto más de cohetes. Sé que si lo reporto no pasará nada. Una gran mayoría de vecinos está a merced de unos cuantos que consideran adecuado hacer esto así uno esté dormido o despierto. Saben que estamos indefensos y que, si denunciamos a las autoridades y estas, en dado caso, acuden a “verificar”, se solucionará con una mordida a los policías del sector que pasarán de largo tal como documentó un vecino de una colonia en redes sociales.

Evitar que detonen pirotecnia no debería ser un problema que amerite un trabajo esmerado de inteligencia y de táctica policial. No se necesita verter todo el aparato policial o crear una fiscalía especializada para resolver este problema que, en esencia, se trata de justicia cívica, pero, en origen, de respeto al prójimo.

Si las autoridades son incapaces de atender una situación tan simple y cotidiana como esta, ¿qué les puede esperar a quienes son víctimas de delitos más graves como desapariciones forzadas, secuestros o extorsiones? ¿Qué expectativas puede tener la ciudadanía sobre el actuar de las autoridades ante problemáticas vigentes en la alcaldía como el uso de suelo o la regulación del espacio público? Difícilmente alguna cuando el Estado de Derecho es tan débil y cuando el egoísmo es tan intenso.

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Subdirector de Investigación del Observatorio Nacional Ciudadano
@VelezManuel

 

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