Por: Dulce Carolina López Ayala y Édgar Alí Gonzalez Reyes
Normalizar las conductas de violencia en determinada sociedad es inaceptable. Lo que diariamente nos es común ver y escuchar en diferentes medios nos puede estar causando una cultura de violencia cada vez más difícil de contener si no se presta atención a tiempo.
Se sabe que de forma general la violencia es considerada como aquellas conductas que manifiestan la intención de dañar a otros, y por desgracia esta se encuentra más asociada al ámbito privado, dado que sus manifestaciones suelen presentarse en rubros como la familia, escuela y comunidad.
Es grave cuando se tiende a presenciar cada vez más sucesos violentos en estos entornos, lo ha sido antes y lo será en los próximos años. La ciudad de Cuauhtémoc, Chihuahua, por ejemplo, se encuentra en el semestre más violento del que se tiene registro, vale examinar las cifras del Secretariado Ejecutivo Del Sistema Nacional De Seguridad Pública (SESNSP) publicadas recientemente por México Evalúa [1] donde se tiene el lugar 19 nacional en la lista de municipios más letales, con un 2º lugar estatal solo debajo de Ciudad Juárez, esto tomando como base únicamente el indicador de homicidio doloso.
Ahora bien, ¿Cómo es que puede agravarse aún más esta situación? La actual pandemia de COVID-19 que se está sobrellevando a escala global, ha sido un factor detonante de la violencia a pesar de que ya era una realidad, este confinamiento por varias semanas en decenas de países del mundo [2] ha elevado los conflictos en todos los ámbitos sociales, trayendo consecuencias alarmantes como cifras históricas en las denuncias por demás delitos.
Lo más trascendente fue detectado justo al término del periodo de cuarentena, la <