Observatorio de Reformas Políticas en América Latina

¿Representar o sobrerrepresentar la voluntad popular?

Observatorio de Reformas Políticas en América Latina
24/07/2024 |02:06
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autor de OpiniónVer perfil

Miguel Angel Lara Otaola

El concepto de representación, de acuerdo con el imprescindible ‘Diccionario de Política’ de Bobbio, Matteucci y Pasquino, contiene en su nombre ‘la batalla contra el absolutismo real’ y el surgimiento de las nuevas formas de gobierno constitucional, liberal y democrático. Alrededor de este concepto se abre ‘la disputa relativa al cumplimiento de la democracia’, pues es la representación la que da voz (a través de escaños) al pueblo, frente a monarcas y gobernantes.

Para entender la aportación de la representación a la democracia, es preciso hacer una pausa semántica. ‘Representar’, según la Real Academia Española, es interpretar, hacer presente y, sustituir a alguien o hacer sus veces, desempeñando su función. Ser el reflejo o actuar en lugar de alguien implica una correspondencia o simetría, tanto cualitativa como cuantitativa.

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Por lo tanto, representar, en una Cámara o un Congreso, es servir en nombre del pueblo, de las y los electores. Es el ejercicio del poder político a través de la elaboración, discusión y aprobación de leyes que no pueden hacer todas y todos los ciudadanos de un país de manera simultánea en persona. El Parlamento es -y debe ser- entonces un espejo y muestra representativa del país.

Ahora bien, existen distintos mecanismos para lograr esta representación y conseguir delegar el sentir de la ciudadanía. Se trata del sistema electoral que cada país tiene y que consiste en métodos y fórmulas para convertir el número de votos obtenidos en escaños/asientos parlamentarios. Estos van desde la mayoría relativa, donde quién obtiene más votos en una demarcación (aunque no sea ni cercano al 51%) obtiene el escaño, hasta la representación proporcional por listas donde el porcentaje de votos obtenidos se traduce fielmente al porcentaje de escaños.

No existe un sistema ideal, pero la norma y estándares internacionales establecen que el sistema electoral debe cumplir ciertos principios democráticos. Entre éstos se encuentran el permitir la participación multipartidista y lograr una representación real. Se subraya que el sistema electoral debe ‘garantizar y dar efecto a la libre expresión de la voluntad de los electores’ (Observación General 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos) y ‘la importancia de un vínculo razonable entre los electores y quienes fueron elegidos, que refleje los elementos de proporcionalidad’ (Unión Interparlamentaria - UIP).

Los recientes resultados electorales en México para la Cámara de Diputados fueron los siguientes: la coalición Morena, PT y PVEM obtuvo 54.74% de los votos; la Alianza PAN, PRI, PRD obtuvo 30.47% y MC 10.92%. Esta fue, simple y sencillamente, la voluntad popular expresada en las urnas.

Sin embargo, algunos proponen un cálculo de escaños novedoso que no sólo niega la Constitución y la reforma democrática de 1996, sino que se desvía mucho de lo anterior y que arrojaría los siguientes resultados: MORENA, PT y PVEM obtendrían 73% de los escaños; la Alianza PAN, PRI, PRD aseguraría 21.6%, y MC un 5.2%. Una rápida comparación numérica muestra una importante diferencia a lo expresado en las urnas. Tomando en cuenta la desviación entre votos obtenidos y escaños propuestos para cada coalición/partido, tendríamos una brecha total del 32.8%.

Retomando la idea de representación, el número de escaños obtenido debe reflejar de la manera más fiel posible el número de votos obtenido. Esto, no sólo para respetar la voluntad del pueblo, y con ello el principio de ‘una persona un voto’ (pues cuando existen distorsiones como en la propuesta anterior algunos votos acaban valiendo más que otros). Y, sobre todo, porque respetar la representación, es respetar la democracia.

Cerrando con otra referencia semántica, recordemos que ‘Congreso’ no sólo es un edificio, también quiere decir ‘deliberación’ y ‘debate’. Esto no es posible cuando se altera o distorsiona la libre expresión del pueblo, y se le niega un espacio a ese 32.8% de voces que desaparecen.

International IDEA  y miembro del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina

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