Los partidos son actores relevantes de las democracias y se esperaría que en su vida interna se garantice el ejercicio de los principios democráticos fundamentales. La realidad es que la mayoría son ajenos a ello. Basta con analizar el lugar que tienen las mujeres en la política intrapartidaria. Muchas de ellas tienen dificultades para lograr acceder a la dirección partidista.

Carlos Guadarrama-Cruz 

La evidencia que ha recogido el Observatorio de Reformas Políticas en América Latina (#ObservatorioReformas) es contundente sobre la ausencia de mujeres en las dirigencias partidistas. En una muestra de 54 partidos políticos relevantes en América Latina apenas el 20.37 por ciento fueron dirigidos por mujeres en 2022. Esta situación atraviesa a partidos de distintos países, diferente ideología, nivel de implantación territorial y capacidad electoral. La práctica más común es que las mujeres tengan más dificultades que los hombres para dirigir a las organizaciones partidarias.

Aunque hay intentos importantes por favorecer la presencia de mujeres dirigiendo partidos, todavía es insuficiente. Algunas organizaciones han incluido en sus reglas mecanismos para garantizar la participación de mujeres en los cargos de dirección. Los datos del #ObservatorioReformas muestran que el 29.63 por ciento de partidos políticos relevantes analizados regulan la paridad en la integración de sus órganos de dirección, mientras que otro 24.07 por ciento de partidos han fijado cuotas para mujeres en los espacios de toma de decisiones.

El problema de la falta de mujeres en cargos de dirección podría tener diversas explicaciones. Es posible plantear una primera expicación de tipo cultural. El eje articulador son los estereotipos y prejuicios que suponen que la política es asunto de hombres. La afirmación ya es insostenible. Hay un amplio cumulo de evidencia sobre el papel de las mujeres dentro de los partidos. Por ejemplo, en la base, ellas hacen mucho mejor trabajo en la captación de simpatías y de votos, a lo cual se suma su contribución en espacios como los movimientos de mujeres adherentes y el poder legislativo.

Una segunda explicación de corte más institucional explica el efecto que tienen las reglas legales en las probabilidades de que haya mujeres en cargos de dirección partidista. Así lo han expuesto Beatriz Llanos y Vivian Roza al estudiar las condiciones que hacen probable la presencia de dirigentas partidistas en América Latina. También se puede pensar que la ideología del partido tiene un efecto sobre las probabilidades de contar con mujeres en puestos de mando, pensando que los partidos de izquierda serían más favorables al liderazgo femenino (aunque esta hipótesis aún no termina de comprobarse en los países de la región).

La ausencia de dirigentas refleja las desigualdades entre hombres y mujeres dentro de los partidos, lo cual impacta otros espacios de la vida pública. La dinámica intrapartidaria no define por sí sola el número de mujeres en los cargos de representación legislativa. La evidencia indica que las reglas que rigen el modo en que se arman las candidaturas así como también el tipo sistema electoral favorecen la representación política de las mujeres. Esta explicación partidista y legal es precisamente el argumento del último libro editado por Flavia Freidenberg y Karolina Gilas sobre la construcción de democracias paritarias en América Latina.

La ausencia de mujeres dirigentas es un déficit de la democracia interna de los partidos. La política es un asunto de todas y todos y, por lo tanto, la vida intrapartidaria también implica incluir a las mujeres en los procesos de toma de decisiones. Los partidos pierden mucho si no incluyen las ideas, las propuestas, las visiones de las mujeres. La construcción de democracias paritarias deberían comenzar dentro de los partidos, aunque en ocasiones parecen actores desinteresados en el tema e incluso sus principales gatekeepers, es decir, los que dificultan el acceso a la igualdad de género en la política latinoamericana.

 Investigador del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina y estudiante del Doctorado de Investigación en Ciencias Sociales en FLACSO, México. 

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