Nuevamente la FED subió la tasa de interés y el Banco de México hará lo mismo en su próxima reunión. La pregunta es por qué los bancos centrales suben la tasa de interés en periodos de inflación. La respuesta es para sentar las bases de la recuperación económica, reapareciendo la vieja idea de que los procesos inflacionarios son resultados de un exceso de demanda por salarios altos que se deben combatir restringiendo las condiciones financieras. Este planteamiento supone que la inflación afecta más a los pobres sin tomar en cuenta que el desempleo es el verdadero problema de los asalariados.

El incremento de la tasa de interés para combatir la inflación y restablecer el crecimiento se relaciona con la estanflación de la década de 1970, cuyo objetivo fue reducir los costos de producción (llámese salarios). A partir de ello surgieron las cadenas globales de producción, conducidas por multinacionales, que dividieron la producción en distintas zonas geográficas. Ello debilitó la hegemonía económica de Estados Unidos y permitió el ascenso tecnológico de China, lo cual, a la luz de la emergencia sanitaria del COVID-19 Estados Unidos intenta revertir. Así, los esfuerzos por reubicar la producción en la zona de dominación estadounidense generaron una gran escasez de insumos a nivel mundial que, combinados con el incremento acelerado de los precios de alimentos y energéticos por la guerra ruso-ucraniana, son los responsables de la gran inflación internacional. En ese contexto, el aumento de la tasa de interés deprimirá el ingreso de los asalariados para que el gran capital se reconfigure.

¿Qué debe hacer México? Los países emergentes que no participan en las ligas de las grandes multinacionales deben desplegar otras políticas. Aunque no pueden evadirse del ambiente alcista de la tasa de interés deben ampliar la producción de bienes y servicios para el consumo nacional y generar empleo. En primer lugar, las materias primas deben industrializarse y garantizar autonomía energética a sus economías. También deben lograr autonomía alimentaria, especialmente en granos básicos, tarea que debe considerarse de seguridad nacional porque garantiza la alimentación de la población; y, en tiempos de pandemia, se debe lograr autonomía sanitaria. Otra política fundamental es incluir a los más pobres, en el mercado y, de manera opuesta a la visión neoliberal, se debe fomentar los programas sociales como un elemento básico de los gobiernos. Ello debe estar acompañado de una redistribución del ingreso, vía reformas tributarias.

Un elemento adicional, ciertamente controvertible, es el volumen de la deuda. Aunque hay consenso en que el déficit público detona el crecimiento por el lado de la demanda y la oferta, éste puede ir acompañado de una mayor deuda que, aunque es autofinanciable, está sujeta a presiones políticas por el gran capital, especialmente el internacional y, en este contexto, se debe priorizar la deuda nacional, aunque sea más cara que la externa. En el marco de la crisis sanitaria, la crisis hegemónica y la guerra en Europa abren espacios, aunque todavía limitados al desarrollo económico de los países emergentes.

Profesora de la Facultad de Economía, UNAM, y miembro del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social
caceps@gmail.com

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