El presidente Andrés Manuel López Obrador nuevamente ha llegado a un terreno muy delicado y peligroso a raíz de sus declaraciones y acciones. No es la primera vez en el sexenio en curso que de su boca emana un señalamiento que ataca, deslegitima y daña, sin razón válida, a una persona.

En una conferencia matutina apuntó que el periodista Carlos Loret de Mola es un “golpeador”. También señaló que no era inteligente ni buen escritor. Lo segundo mencionado no deja de ser preocupante, es decir, no se ve muy a menudo que un representante de país señale o deba señalar quién es inteligente o no. Pero lo primero es motivo de una consternación enorme para nuestra sociedad y democracia.

En los pasados días, Loret exhibió en un reportaje el conflicto de intereses en el que se ven envueltos el Gobierno Federal y José Ramón López Beltrán, uno de los hijos del mandatario. Sabemos la historia. Varios periodistas de amplia trayectoria, calidad de análisis y quienes se han construido una confianza sólida a través de los años validaron el reportaje que inició hace meses y que conllevó el esfuerzo de una cantidad significativa de investigadores.

Incluso la afamada periodista Carmen Aristegui reprodujo el reportaje de Loret en su programa de noticias y análisis político. Pero parece que esa decisión de la lideresa de varios reportajes e investigaciones que descubrieron las redes de corruptela y malos manejos de la administración de Enrique Peña Nieto, y que en gran parte ayudaron a cambiar la opinión pública a favor de López Obrador de cara a las elecciones presidenciales de 2018, fue lo último que debió hacer porque ahora la periodista carece de legitimidad, es conservadora, neoliberal y engañó a México, según el mundo bizarro del actual presidente del país.

Es evidente que el reportaje tocó las fibras más sensibles de la 4T y de la imagen del mandatario, es decir, si no fuera verdad, ¿qué explica que haya reaccionado de forma colérica y haciendo uso del aparato del Estado para socavar a Loret? Esta investigación presentada por el periodista ha disipado esa cortina de humo impregnada por el discurso de austeridad, buenos manejos de gobierno, honestidad y combate a la corrupción del político tabasqueño y él lo sabe perfectamente.

Hay que identificar la dimensión de este ataque. No se trata de uno simplemente contra Loret a raíz de haber evidenciado al presidente, sino va más allá y hay que comprenderlo de esa manera. No debe individualizarse, al contrario, es un mensaje contra toda aquella persona que “ose” de exhibir al presidente, a su familia y al gobierno de la llamada 4T.

Puede que a algunos les guste las opiniones, los reportajes, la forma de ser, etc., de Loret y a otros no. Pero eso es completamente irrelevante en esta situación. Lo que hizo él fue trascendental para el periodismo y nuestra endeble democracia al exponer las verdaderas acciones del gobierno en turno, como lo ocurrido con “la Casa Blanca” de Peña Nieto, aunque la respuesta autoritaria e iracunda del presidente haya sido apuntarlo como “golpeador”.

Qué fácil es convertirse en enemigo en el régimen del tabasqueño, es decir, basta con pensar diferente a él, exhibirlo y ser crítico de él y su gobierno. Si eso es lo que significa para López Obrador ser un “golpeador”, entonces Loret no está sólo y hay muchos “golpeadores” en México que están dispuestos a alzar la voz contra las irresponsables declaraciones y acciones del hoy presidente que socavan la libertad, la democracia y la justicia en el país.

Niels Rosas Valdez
Historiador e internacionalista
@NielsRosasV (Twitter)
niels.rosas@gmail.com

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