En los últimos días ha habido reportes que indican que la lideresa demócrata de la Cámara de los Representantes de Estados Unidos de América (EUA), Nancy Pelosi, planea visitar la República de China, mejor conocida como Taiwán, como parte de su gira por el sureste asiático. Como era de esperarse, la noticia ha causado, cuanto menos, furor en Beijing. ¿Qué implicaciones puede traer este acto para las relaciones internacionales?
Es interesante cómo se ha modificado la política internacional tras la invasión rusa a Ucrania iniciada en febrero. Para mejorar sus condiciones de seguridad, Finlandia y Suecia abandonaron su histórico estado neutral y han solicitado adherirse a la Organización Tratado del Atlántico Norte. Pero en la Cumbre de Madrid de hace un mes, en la que ambos países escandinavos participaron como invitados, se notó la mano de EUA para reformular la declaratoria de la alianza militar occidental estableciendo a Rusia como “principal amenaza” y a China como “un desafío”.
Ahora, el país asiático se enfrenta ante la posibilidad de que Pelosi, representante del partido político en el poder en EUA, visite Taiwán. Es común que políticos realicen giras de trabajo en el extranjero. En la actual administración estadounidense, Anthony Blinken y Kamala Harris lo han hecho en cuantiosas ocasiones. Pero resulta intrigante que se efectúe una gira de trabajo que tentativamente contemple la visita a la antigua isla de Formosa.
Sabemos que, desde su fundación, la República Popular China ha concebido a la isla como parte de su territorio, a pesar de estar regida por un gobierno diferente al de la China continental. De esta manera, una visita oficial a Taipéi podría jugar en favor de reforzar la narrativa y el apoyo hacia la República de China en torno a su imagen como Estado libre, autónomo y soberano.
En este contexto, la diplomacia china ha hecho su primer movimiento con la conversación entre Xi Jinping y Joe Biden, a quien se le alertó de “no jugar con fuego” ante la posible visita de Pelosi. Es una advertencia nítida cuyas palabras han sido acompañadas posteriormente con ejercicios militares en la costa china cercana a la isla. El mensaje es muy claro hacia EUA de abandonar sus intereses actuales en Taiwán.
Pero el movimiento de Washington es interesante porque coloca una amenaza en el panorama sin tener que realizar su acto, pues la visita no se ha efectuado. El temor de Beijing es que la visita se concrete y que Taiwán la aproveche para comenzar una campaña de reconocimiento internacional. Este escenario se agrava porque la agente que detonaría esta posibilidad representa a EUA, un país hegemónico, por lo que los ecos de la visita podrían llegar a más oídos en Occidente e incentivar simpatía por la causa de Taipéi.
Consecuentemente, Washington tiene la posibilidad de negociar con Beijing para evitar la reunión con la condición de recibir algo a cambio. Un quid pro quo posible en este panorama es Rusia. La “operación militar especial” comandada por el Kremlin ha vulnerado a los aliados estadounidenses en Europa y desequilibrado el orden internacional. Si bien la invasión ha sido condenada categóricamente por varios países, entre ellos China, el país de los ríos azul y amarillo continúa apoyando a Moscú. De ahí que, si Vladimir Putin perdiera el apoyo del gobierno chino, le sería más complicado continuar con la guerra en Ucrania.
No obstante, el otro lado de la moneda también es ineludible de ver. La estrategia de Washington puede chocar con una postura sólida de Beijing en la que la negociación no se efectúe o encuentre opciones que no favorezcan a EUA. De ser así, para evitar un conflicto superior, es complicado que desde la Casa Blanca se ordene continuar con la visita a Taiwán, lo que significaría un culatazo y una derrota para el país de las barras y las estrellas al no conseguir doblegar con este chantaje a la potencia ascendente del mundo.
En tal escenario, si para evitar la humillación y otra evidencia del declive de EUA en el globo se decidiera a toda cosa continuar con la visita, la reacción china se prevé contundente por las declaraciones y acciones que ha efectuado su gobierno, marcando un parteaguas en la relación sinoestadounidense y, por ende, un cambio para la política internacional al tratarse de las hegemonías actuales. Así, la reunión de Pelosi en Taiwán sería una visita sin retorno.
Historiador e internacionalista
@NielsRosasV (Twitter)
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