A favor del diálogo

El jueves pasado, una significativa mayoría en la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) votó por suspender del Consejo de Derechos Humanos (CDH) a la Federación de Rusia. Fue un acto intrépido por parte de varios países que propusieron esta resolución, sobre todo de Estados Unidos de América (EUA) y Reino Unido (RU). ¿Qué implicaciones tiene este movimiento? ¿Cuál fue la postura de México y qué importancia tiene?

El CDH es un organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conformado por 47 miembros de diversas regiones del globo. Básicamente, este cuerpo está dedicado a promover y proteger los derechos humanos, por lo que entre sus funciones específicas se encuentra investigar alegaciones de violaciones e incumplimiento de la protección de los mismos en los estados miembro del conglomerado de naciones.

Dentro de los miembros que actualmente conforman el CDH se encontraba Rusia, que fue suspendida de sus funciones en tal organismo. La propuesta de su remoción, impulsada por EUA y RU principalmente, fue apoyada por 93 países y rechazada por 24, mientras que otros 58, incluido ahí México, se abstuvieron. De esta manera, se estaría adoptando la resolución de retirar a la misión rusa, cuyo país se encuentra en guerra con Ucrania, reduciendo temporalmente al cuerpo de la ONU para la promoción y protección de los derechos humanos a 46 miembros.

En este contexto, la postura de México ha causado gran controversia, sobre todo porque en pasadas votaciones había apoyado a la comunidad internacional en su rechazo, condena e intento de disuasión a la continuación de la guerra de Rusia con Ucrania. Ejemplos de esto fueron las declaraciones y participaciones de la misión mexicana tanto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como en la AGNU, en donde votó por exigir al gobierno ruso detener el conflicto bélico que había detonado y que ha causado una enorme devastación y la crisis migratoria más severa en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Una crítica acerca de la decisión de México tiene que ver con que si Rusia permaneciera en el CDH, podría desestimar las alegaciones de violaciones de derechos humanos en su contra, e incluso de los crímenes contra la humanidad, que ha perpetrado en varias ocasiones contra civiles ucranianos en lo que va de la guerra. De la misma manera, era incongruente que un estado miembro de este cuerpo pudiera mantenerse como tal luego de la múltiple evidencia en su contra de estas violaciones a los derechos humanos.

No obstante, la postura de México tiene una razón de ser que se diseñó con base en la doctrina de diplomacia y política exterior del país. Eliminar este espacio de diálogo va en contra del espíritu del multilateralismo y la gobernanza global. Significaría remover un canal de comunicación con Rusia en este momento tan crítico de nuestra historia como humanidad. Se necesita todo lo contrario: mejorar las vías de conversación y negociación para dar más probabilidades a que la diplomacia triunfe en las relaciones internacionales de ahora.

Cortar de tajo no sólo es contraproducente por lo anterior, sino porque el rechazo internacional a Rusia materializado ahora en su suspensión del CDH podría despertar una reacción del gobierno ruso en la que deje de comprometerse por seguir rindiendo cuentas ante este cuerpo y la comunidad internacional por proteger y promover los derechos humanos tanto en su país, como en el mundo. Eso es mucho más delicado, puesto que, de tomar esa decisión, el globo perdería a otra nación ante el completo autoritarismo y la falla de la salvaguarda de las personas, como sucede en Afganistán y Corea del Norte.

La decisión de México fue consciente de las implicaciones de lo que se estaba proponiendo con la suspensión de la misión rusa. Esto no significa que nuestro país suavice su postura con Rusia, puesto que lo que ha hecho es simplemente inadmisible, sobre todo con los crímenes contra la humanidad; pero en momentos tan críticos el diálogo es el que se debe preservar.