El jueves fuimos testigos de un acto de celebración por los tres años del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador que, dividido en dos momentos, podría calificarse como una reedición resumida de su cotidiana conferencia mañanera pero sin preguntas y con muchos aplausos.
Más allá de los formatos hay algo que reconocer y que líderes sociales, intelectuales, políticos y periodistas críticos al actual régimen muchas veces dejan de lado frente al discurso de confrontación que caracteriza a AMLO: el Presidente tiene razón en su análisis y diagnóstico sobre México y sus males.
Nuestro país ha vivido, gozado y sufrido a los gobiernos pos revolucionarios que idearon un sistema que dio a nuestros abuelos educación, apoyos al campo, salud y comunicaciones al tiempo que enriquecieron a los generalotes; que trajo modernidad y urbanización llenando los bolsillos de los licenciados; y que tras las crisis de los años setenta nos integró al mundo globalizado y trajo estabilidad económica pero que benefició con grandes negocios y creó nuevos millonarios sin sacar a la mitad de los mexicanos de la pobreza.
Más allá que se le hayan registrado a AMLO más de 56 mil “afirmaciones no verdaderas” en tres años de conferencias mañaneras, el Presidente dice la absoluta verdad cuando afirma que México ha sido saqueado sistemáticamente por élites que han gozado de la impunidad con la que se pueden hacer negocios y enriquecerse al amparo del poder; y eso incluye a las mafias del narco , la extorsión y el tráfico de personas que día a día controlan más territorios en todo el país.
Pero por desgracia sus políticas y enfoques no son necesariamente los más acertados para resolver la situación de desigualdad que desde el siglo pasado viven los mexicanos, pues parten de concepciones que, si bien nacen de la urgencia de justicia ante las gigantescas brechas económicas, sociales y culturales que vivimos hace décadas, en los hechos ahondan esas divisiones y son el germen de una gran crisis cuyo resultado sólo será más pobreza y marginación.
Para explicar y entender esto vale la pena parafrasear a Felipe González , expresidente de España y responsable del boom económico de ese país tras la dictadura franquista y que llevó a ese país a una gran etapa de bienestar que lo llevó a la integración con el desarrollo europeo (aunque hay que apuntar que fue la corrupción lo que tras muchos años de gobierno lo sacó del poder).
En los albores de su proyecto, las palabras de Felipe González más o menos fueron éstas: “durante mucho tiempo las izquierdas nos hemos preocupado por la repartición equitativa de la riqueza, pero para hacerlo hay que generar riqueza y, queramos o no, el capitalismo es ahora el sistema más eficiente para crearla”.
Y sí, las reglas cambiaron y hoy por desgracia López Obrador aplica un modelo que demostró su ineficacia, pues si bien hay que aplaudir que haya cancelado la devolución de impuestos a las grandes empresas y extendido los programas sociales, por desgracia la realidad se nos viene encima. Bastan una estos ejemplos: se han agotado en un 90 por ciento los fondos de reserva del gobierno federal, creció a 67 millones el número de pobres y (como publica EL UNIVERSAL ) por la pandemia a cuatro millones de mexicanos les bajaron el sueldo y casi 800 mil fueron despedidos, según los cifras de Infonavit .
Pero a pesar de su comprensible discurso positivo del jueves, vayamos a los propios números de la encuesta telefónica que dio a conocer López obrador en su celebración (medición hecha por el gobierno que destaca que 87.4 por ciento está de acuerdo con el cambio, 72.4% aprueba que AMLO continúe su mandato y le da una calificación de 6.7 como mandatario) y que lamentablemente, a pesar del afán presidencial, muestra un país dividido en lo fundamental pues:
50% de los encuestados cree que su situación económica será igual o peor el próximo año.
53.8% de los mexicanos piensa que la situación del país será igual o peor al final del sexenio.
53% de los ciudadanos ve que la corrupción es igual o mayor en esta administración.
En fin, les falta mucho por hacer a AMLO y sus aliados pues, según sus datos, la mitad del país no ve los avances que pregona la Cuarta Transformación desde Palacio Nacional.