Contra lo que pudiera pensarse, los múltiples avances conseguidos en los indicadores de desarrollo humano en el mundo no implican necesariamente una mayor sensación de seguridad en las poblaciones, incluidas algunas de los países más ricos. Por el contrario, seis de cada siete personas en el planeta se sienten vulnerables y sufren un sentimiento de inseguridad y ansiedad.

Lo anterior se desprende del más reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el que se subraya que la sensación de la protección de la población se encuentra por debajo del mínimo deseable en casi todos los países.

De acuerdo con el análisis de las Naciones Unidas , aun algunos países con los niveles más elevados de salud, riqueza y educación también muestran un mayor grado de ansiedad que hace 10 años.

Los datos recogidos en el estudio muestran la necesidad de actuar de inmediato, ya que por segundo año consecutivo se registra un descenso en la esperanza de vida a nivel mundial debido, desde luego, a la pandemia del Covid 19 , pero no solo a eso, sino también al empeoramiento de los principales parámetros de medición del desarrollo humano.

En países como México, según han documentado especialistas de la Facultad de Psicología de la UNAM , la ansiedad y la depresión son enfermedades que no dejan de ganar terreno en la población desde hace años. La violencia que no cesa, los conflictos políticos y migratorios, la polarización política y social, los efectos ya evidentes del cambio climático, la creciente desigualdad y el maltrecho sistema de salud que pone en entredicho su capacidad para gestionar enfermedades, colocan a las poblaciones en situaciones de crisis anímicas recurrentes.

La desesperanza en nuestro país se ha convertido en una especie de síndrome que golpea cada vez más a todos los sectores de la sociedad mexicana, no solamente a los menos favorecidos.

Es en este contexto que en el Informe del organismo de las Naciones Unidas se llama a reforzar la solidaridad internacional para elaborar un “nuevo enfoque de desarrollo” que permita a las personas vivir sin carencias, ansiedad, miedos e indignidad. Se trata de generar un nuevo modelo que ponga énfasis en un futuro más prometedor para todos y todas.

Para el administrador del PNUD, Achim Steriner , ha llegado el momento de poner atención a las señales que emiten las sociedades que sufren un estrés desmedido y redefinir el verdadero significado del progreso. “Se necesita un modelo de desarrollo adecuado para un progreso con esperanza de futuro que se construya alrededor de la protección y la restauración de nuestro planeta y que ofrezca nuevas oportunidades sostenibles para todos”, subraya.

Algunos datos que arroja el periodo pandémico son verdaderamente reveladores. Ciertos indicadores establecen que no obstante que durante este periodo de crisis sanitaria hay naciones que alcanzaron el PIB más alto de la historia y han dispuesto de vacunas de sobra, la esperanza de vida a nivel mundial, en 2021, se redujo por segundo año consecutivo, con un descenso promedio de 1.5 años, si se compara con la tendencia previa a la pandemia.

Los países con un desarrollo más alto tienden a beneficiarse más de las presiones ejercidas sobre el planeta y a pagar menos sus consecuencias, destacando en primerísimo lugar el impacto del cambio climático en el aumento de las desigualdades.

El Informe dado a conocer por el organismo de las Naciones Unidas pareciera impecable. Pone el dedo en la llaga, justo donde nos duele y donde evitamos reparar. Este modelo de desarrollo está muy lejos de ser sinónimo de bienestar. La lucha contra las amenazas exige que gobiernos y otros actores políticos las aborden conjuntamente considerando los principios de protección, empoderamiento y solidaridad, de tal modo que generen sinergias y no contradicciones, particularmente en lo referente a la seguridad de las personas, la salud del planeta y el desarrollo humano. Es preciso pues, redefinir con toda claridad, frente a una humanidad cada vez más ansiosa y un planeta más vulnerable, lo que entendemos por desarrollo.

Académico de la UNAM.

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