Los tibios, mediocres compromisos alcanzados por los gobiernos del mundo, hace unos días, en Glasgow, Escocia, durante la pasada cumbre sobre el cambio climático, Cop 26, parecen haber terminado de liquidar las esperanzas y anhelos de la juventud de hoy en un futuro prometedor.
Según una encuesta a nivel global, los jóvenes consideran que el porvenir es aterrador y que los gobiernos les están fallando con políticas ineficaces para conservar el planeta. Cuatro de cada diez adolescentes dudan en procrear hijos. La humanidad está condenada, afirman.
No es para menos. La Cop 26 representaba en mucho la última llamada para que los gobiernos más poderosos del mundo acordaran desarrollar políticas y compromisos concretos y drásticos enfocados a reducir los niveles de las sustancias que provocan el efecto de gas invernadero, los principales causantes del calentamiento global. Pero no fue así. Los viejos políticos, quienes ya no presenciarán las eventuales catástrofes consecuencia del cambio climático, antepusieron los intereses económicos a la salud y bienestar del planeta. Fallaron otra vez.
Y es que lo que hasta hace poco eran alertas mediáticas que parecían tender a la ciencia ficción sobre la amenaza del calentamiento del planeta y de las posibles catástrofes que de éste se derivarían, hoy son una realidad que se vive y se sufre en carne propia.
La encuesta global realizada a 10 mil jóvenes, de diez países ubicados en diferentes latitudes del mundo, arroja resultados muy alarmantes y reveladores sobre las condiciones de desesperanza con que el grueso de las nuevas generaciones vislumbra su futuro. Dos tercios de los entrevistados dijo sin dudar que se sienten tristes, asustados y ansiosos frente a un planeta que se consume y cuya viabilidad les resulta incierta.
La investigación, en la que se consultó a personas de entre 16 y 25 años de edad, de Reino Unido, Finlandia, Francia, Estados Unidos, Australia, Portugal, Brasil, India, Filipinas y Nigeria, fue dirigida por la Universidad de Bath, en Inglaterra, en colaboración con otras cinco instituciones de educación superior, como Stanford o la Universidad de Helsinki.
“Los resultados (de la encuesta) muestran que la ansiedad ecológica no es solo por la destrucción del medio ambiente, sino que está indisolublemente ligada a la inacción de los gobiernos ante el cambio climático. Los jóvenes se sienten abandonados y traicionados por sus gobiernos”, resumió Caroline Hickman, académica de la Universidad de Bath y coordinadora del estudio.
Los autores definen el fracaso de los gobiernos sobre el cambio climático como “un acto de crueldad”, según la legislación internacional de derechos humanos. En Portugal, por ejemplo, seis jóvenes están llevando al gobierno a los tribunales para que explique respecto a su negligencia en materia de medio ambiente.
Se estima que las enfermedades mentales de los hoy jóvenes y de los jóvenes del futuro, tenderán a incrementarse, una vez que se intensifiquen la cantidad y la gravedad de los desastres derivados del calentamiento del mundo. Es muy probable que ellos y ellas tengan que sobrevivir a un planeta menos amigable de lo que es ahora. La juventud padecerá muchas veces más olas de calor extremas y otras calamidades climáticas que sus padres y abuelos.
El asunto es de la mayor importancia para la humanidad y para la subsistencia de todas las especies que habitamos el planeta. Los científicos medioambientalistas sostienen que el daño está hecho y que revertirlo –en caso de conseguirlo– requerirá de una verdadera voluntad no solo de los gobiernos, sino también de las sociedades.
Previo al inicio de los trabajos en Glasgow, el secretario general de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres urgió a los gobiernos a esforzarse para lograr acuerdos de fondo: “Estamos cavando nuestra propia tumba”, sentenció. Pero nosotros ya no estaremos. Yo diría que hoy cavamos las tumbas de nuestros hijos y nietos, de una juventud que requiere de esperanza y que, a decir de ella misma, se siente ansiosa, temerosa y traicionada.