Néstor Martínez Cristo

Calentamiento e injusticia intergeneracional

22/10/2021 |02:07
Redacción El Universal
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Estimado lector o lectora, si eres una persona cuya edad te ubica en la llamada generación Milenial, más o menos hasta los 40 años, o en la Centenial, alrededor de los 20, y tienes hijos pequeños o contemplas tenerlos en los próximos años, me permito informarte que el cambio climático será un adversario nada amigable a lo largo de sus vidas.

Ellas y ellos padecerán muchas veces más olas de calor extremas y otros desastres climáticos derivados del calentamiento global que sus padres y abuelos, de acuerdo con un estudio desarrollado por científicos de diversas universidades europeas y publicado recientemente por la prestigiada revista Science.

Los resultados de dicho estudio –el primero en evaluar la experencia constrastante de los cambios climáticos por diferentes grupos de edad— muestran la injusticia intergeneracional que plantea la crisis climática, así como la injusticia en las consecuencias que están sufriendo y sufrirán las diferentes regiones y países. “Quienes menos hicieron para provocar la crisis climática, son y serán los que más la padecerán”, subraya.

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De acuerdo con la investigación, un infante nacido en 2020 soportará en promedio 30 olas de calor extremas en su vida, lo que significa siete veces más olas de calor que alguien –como yo— nacido en los años sesenta bajos. Igualmente experimentarán otros fenómenos trágicos derivados del calentamiento del planeta, como el doble de sequías e incendios forestales y tres veces más inundaciones por el desbordamiento de ríos y crecidas de mar, con la consecuente pérdida de cosechas.

Toda esta catástrofe vendrá irremediablemente, advierten los expertos, si continuamos ignorando la viabilidad del planeta y de la vida misma. De ahí la enorme trascendencia de los resultados que arroje la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, Cop26, a efectuarse durante los 12 primeros días de noviembre, en Glasgow, Escocia.

Si bien los antecedentes no auguran los acuerdos necesarios para detonar el cambio que empiece a revertir el calentamiento del planeta, a decir de la embajadora mexicana Patricia Espinosa, secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, no tenemos más tiempo ni muchas alternativas.

Lejos de cumplirse los compromisos adoptados hace algunos años para reducir las emisiones de gases efecto invernadero y con ello el calentamiento global, explica, la realidad demuestra que el planeta se sigue calentando.

Una tarea vital de la Cop26 es cumplir las promesas de mayores recortes de las naciones más contaminantes. Se espera que el de la justicia climática sea uno de los temas más punzantes durante las negociaciones. Están sufriendo más, quienes menos contaminan.

Pero de todas las llamadas “injusticias”, que no son más que el resultado de las desigualdades que terminan siempre por marcar las asimetrías entre ricos y pobres, tal vez la peor sea precisamente la intergeneracional, esa herencia maldita que estamos dejando a quienes vienen atrás.

Los resultados del análisis muestran que los 53 millones de infantes nacidos en Europa y Asia central entre 2016 y el año pasado, vivirán cuatro veces más eventos extremos en su vida –según las promesas de emisiones actuales--, en tanto que los 172 millones de niños y niñas de la misma edad en África experimentarán 5.7 veces más eventos extremos.

En este contexto, como suele ocurrir, México y América Latina no estarían dentro de los menos afectados o de los más favorecidos.

Según la investigación, solo quienes hoy tienen 40 años de edad o menos vivirán para atestiguar las consecuencias de las decisiones que se tomen y las acciones que se implementarán en los días, semanas, meses y años por venir, para reducir las emisiones de gas causantes del calentamiento. Entre ellos, muy probablemente mis hijas y los hijos de ellas (si los hubiera). Quienes como yo superan esa edad, habremos muerto antes.

En todo esto no puede desdeñarse la responsabilidad histórica de mi generación, la de mis padres y tal vez, de mis abuelos, nacidos éstos últimos en las postrimerías del siglo diecinueve o principios del veinte. Es claro que de no haber un golpe de timón en las políticas globales, deberemos aceptar que somos y seremos corresponsables directos de calamidades futuras y de esa injusticia intergeneracional.

Académico de la UNAM.