Hace unos días, vi el anuncio de la inauguración de algunas albercas públicas, y en lugar de emocionarme porque pueden servir para fomentar el bello deporte de la natación, fue algo que me preocupó. Todas estas instalaciones parecen estar cortadas con la misma tijera. Es triste ver cómo esas albercas se construyen a elevados costos en diferentes alcaldías y municipios por todo el país, además de la mala calidad en los materiales y la pobre tecnología para su uso y mantenimiento.
Da coraje que hagan las cosas a la ligera y con tan poca visión a futuro. Tengo que decir esto porque estoy acostumbrado a hacer esas instalaciones, he trabajado con ellas durante más de 45 años y veo una diferencia tan abismal entre la construcción que existe en una alberca “pública” y las que se construyen en los clubes privados. A través de este espacio, invito a cualquier funcionario o político a visitar alguna de las albercas de Acuática nelsonvargas, algunas con mucho más de 30 o incluso 40 años de antigüedad, pero que están en perfectas condiciones, gracias al mantenimiento que se les da y por su construcción con materiales de primera calidad, más cuando se conoce que son instalaciones que —se sabe— van a ser utilizadas intensamente; de ahí, la necesidad de elegir bien los materiales.
Es inexplicable que no exista una verdadera supervisión en este tipo de obras. Piensan que las albercas privadas son carísimas, en comparación con lo que ellos gastan en una alberca pública, y están equivocados. Hacer bien las cosas y con calidad no tiene que ver con hacer las cosas lujosas. Hacer bien las cosas cuesta lo mismo que hacerlas mal, y hasta menos, ya que cuando no se construyen como se debe, al paso del tiempo salen más costosas por las reparaciones que se les tienen que hacer, sin olvidar que todo inició con sobreprecio.
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Esas instalaciones las inauguran políticos y no analizan los costos. No se dan cuenta de la mala inversión que han hecho y que, al poco tiempo, dejan de funcionar como debe.
Me da pena que no entiendan que la cultura de la construcción bien hecha es una característica importante para la durabilidad y el buen funcionamiento. Al final, los que sufrirán serán los usuarios, porque —al paso del tiempo— dejan de funcionar y hay que meterles un dineral para renovarlas. No es posible que se siga tirando el dinero de los mexicanos de esta manera.
En esta columna, denuncio que hay cientos de instalaciones deportivas en estas condiciones y que fueron realizadas por gente que no conoce o que no tiene escrúpulos. Ojalá que las autoridades se asesoren, porque tal parece que les toman en pelo o que es un gran negocio hacerlas mal, caras y que van a funcionar poco. México necesita de instalaciones deportivas de calidad, y se pueden hacer siempre y cuando las realicen como se debe.