Estamos entrando a una etapa del curso olímpico muy importante para todos los deportistas de nuestro país que tienen la aspiración de pelear por un lugar en París 2024, para representar a México. Vienen competencias vitales en este proceso y, desafortunadamente, a quienes menos escuchamos es a los principales actores.
Todavía hay muy buen tiempo para encontrar las soluciones a los problemas que afectan a quienes, al final del día, son los que más lo resienten: Los deportistas. Sería un buen momento para abrir buenos canales de comunicación, encontrar unión y —sobre todo— entender que lo único que nos debe interesar es que las muchachas y muchachos se preparen de la mejor manera posible.
En el caso de los deportes acuáticos, viene el selectivo en abril y —desde ahora hasta ese momento— deberíamos templar el ambiente que se vive en el entorno para no hacer más complicada la ya de por sí demandante preparación de quienes buscan un lugar en los eventos ya mencionados.
Sabemos que hay mucha calidad entre nuestros deportistas, sabemos que se han preparado de gran manera, a pesar de algunos inconvenientes, pero —sobre todo— sabemos que ninguno de ellos se rendirá ante la oportunidad de mantener su sueño olímpico.
Nunca será sencillo convertirse en atleta olímpico, pero si lográramos quitarle a los deportistas el peso de tener que pensar en más cosas además de su trabajo en la alberca, la fosa, las pistas o cancha, seguramente les haríamos un mejor camino y —además— se ayudaría a que la competencia fuera mucho mejor, teniendo selectivos todavía de mayor nivel al que ya de por sí nos muestran.
En verdad que no es tan difícil, pero se requiere de voluntad de todas las partes para generar el ambiente que se necesita en este 2023, un año importantísimo en el ciclo olímpico para todos los atletas de nuestro país.
Ojalá lo logremos, hay mucho tiempo para hacerlo. La cosa es que todos nos pongamos de acuerdo y jalemos para el mismo lado.
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