Las imágenes que hemos visto desde Turquía y Siria tras los terremotos, nos han hecho recordar la necesidad que tenemos unos de otros; ha sido terrible ver a los rescatistas sacar los cuerpos de tantas y tantas personas, de tantos padres, madres, hijos, hijas, abuelos... son cosas que no alcanzamos a comprender.
Ya lo hemos vivido en México y por eso es que sabemos lo mucho que duele una catástrofe como la que han vivido por aquellos lugares, hasta donde los cuerpos de ayuda se han movilizado como lo hacen siempre que pasan estas cosas, desde México desde España, desde Estados Unidos, desde cualquier parte del mundo.
El ser humano tiene esta capacidad de unirse ante la adversidad, de unirse ante las tragedias y por supuesto que es algo que nos enriquece, y que aunque es algo que no solamente debería salir cuando pasan estos acontecimientos, si no deberíamos tendernos la mano diario. Hay que reconocer y enviar las mejores vibras a todos aquellos que se han movilizado para tratar de ayudar.
Una de las imágenes que más recordaremos sin duda, es la de rescatistas moviendo el cuerpo de un hombre que estaba cubriendo a su pequeño; la gente que trabajaba ahí para sacarlos pensaba que ambos habían fallecido, pero cuál sería la sorpresa que cuando quitan a este hombre, quien ya había muerto, y comienzan a remover escombros para sacar al niño, el pequeño abrió los ojos. Este señor dio la vida por su hijo y eso es algo increíble, no hay palabras para describirlo; como padres siempre vamos a intentar darlo todo por nuestros pequeños, por nuestras pequeñas y pequeños, así como lo hizo este hombre, que le ha dado una segunda oportunidad a su hijo, sacrificándose.
Es tan difícil poder observar estas imágenes que contarlas también resulta complicado, se hace un nudo en la garganta tan solo de recordar esos momentos como también los hemos vivido en México en 1985, en 2017, en algunos otros eventos; es difícil, pero también nos ha enseñado esa capacidad que tenemos de ayudar y con eso también me quedo.
Porque en medio de tantas disputas, de tanta lejanía que parece existir ahora con lo de las redes sociales que cada vez hacen las relaciones entre los humanos más impersonales, siempre hay quien se sacrifique por los demás, quien decida dejar sus cosas o su comodidad para ir a ayudar, y son personas que tienen esa capacidad, que están entrenadas para ello, y que tienen esa vocación. A ellos hay que aplaudirles, a ellos hay que ayudarlos también cuando se pueda, a esas organizaciones, a esos grupos, porque claro que luego viajar hasta las zonas de desastre no resulta nada sencillo para ellos, pero de todos modos se las arreglan para ir y eso también es un gran logro.
Si podemos ayudar de alguna u otra forma también debemos hacerlo como pasó en México, hubo quienes no podíamos ir a los sitios a remover escombros o ayudar a sacar a las víctimas, pero ayudamos de otra manera. Nunca está de más tender una mano, porque uno no sabe cuándo la va a necesitar. Así que el ser humano vuelve a unirse en medio de una terrible tragedia, en medio de tiempos de polarización y a demostrarse a sí mismo que no se puede ir solo por la vida, que no se puede ir pensando en que no se necesita a nadie y dejar en las manos de algunos las grandes decisiones que afectan a la humanidad.
El hombre es mucho más que las guerras, el hombre es mucho más que las disputas por el poder, el hombre es mucho más que el dinero, el hombre es un ser que ayuda, un ser que da la mano y así es cómo debemos ser todos en cada uno de nuestros días.
Esperemos que haya más historias de vida dentro de esta tragedia en Turquía y Siria, esperemos que haya más milagros, esperemos que el trabajo de estos hombres y mujeres que fueron a ayudar, obtenga más recompensas y veamos más rescates exitosos.
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