Con profundo dolor, día a día nos enteramos de la desaparición o muerte de mujeres. Nos enteramos también, de diferentes delitos que se comenten en contra del género femenino, lo que ha sembrado un miedo terrible no solamente entre las mujeres, sino también entre sus familiares.
El recuerdo de cada una de estas mujeres que no están más entre nosotros, es un golpe al corazón de una sociedad que ha sido rebasada por la violencia, que se ha podrido por la indiferencia y la falta de empatía de algunos. Sé que no son todos, pero desafortunadamente los malos cada vez son más.
Lo que ha sucedido en Monterrey, en la Ciudad de México, en Ciudad Juárez… en toda la República Mexicana, debe de parar, pero no solamente eso, sino de nueva cuenta es momento de solicitar que se detengan los juicios en las redes sociales, en las que hay gente que también genera violencia por la manera de expresarse de casos, víctimas y sus familias, sin realmente conocer el contexto de lo sucedido.
Y eso tampoco se puede permitir, porque existe a quien se le hace muy fácil echar la culpa, por ejemplo, a los padres de las jóvenes desaparecidas. Y comienzan a decir que no las cuidaron bien, que no las vigilaban, que no ponían atención de con quiénes se juntaba y otras tantas cosas que hacen todavía más daño a quienes ya de por sí tienen que soportar la pérdida de una hija.
Lo peor es que muchos de esos personajes que emiten estos juicios ni siquiera son padres y no tienen ni idea de lo que están hablando. ¿Qué no ha sido suficiente ya el dolor de no tener más a tu hija, como para que alguien desde su sillón escriba que fue tu culpa? Hasta ahora, en todos los años que tengo y conforme lo que me ha tocado vivir, no conozco a un padre o una madre que no quiera lo mejor para sus hijos, que no los cuide y que no sufra al punto de sentir que no puede más, cuando se los han arrebatado.
Hay que acabar también con esa violencia en redes, que vuelve a herir a quienes ya de por sí experimentan un terrible dolor. Cada que veo el caso de una joven asesinada, me viene a la mente lo que le pasó a mi pequeña hace 14 años. Me viene a la mente y me da desesperación y angustia lo que están viviendo los padres que están buscando a sus hijos. Por eso no puedo creer que haya personas que escriban en contra de cómo los padres educan o cuidan a sus hijos. Hago esta columna con el corazón destrozado porque sé lo que es perder una hija.
Y para aquellos que han perdido a una hija o a un hijo, no queda más que expresar mi solidaridad y enviar fortaleza para continuar en la lucha para exigir justicia.