Hoy, hace 54 años, México empezaba a vivir la mejor representación de su país en unos Juegos Olímpicos. Esa cita se dio en nuestra Ciudad de México.

Ese extranjero 100% mexicano, artífice y líder del proceso, fue Ronald Johnson, el entrenador en jefe de un extraordinario equipo de profesionales y quien, desde el primer minuto, se enamoró de sus nadadores.

Fue tal su compromiso, amor y entrega, que explotó al máximo las virtudes de sus compañeros de trabajo, Manuel Echavarría y Otilio Olguín, quienes me hicieron vivir las experiencias más extraordinarias de toda mi existencia.

Y allí estuvimos, 27 nadadores que se esforzaron segundo a segundo en el proceso de concentración y preparación, más cuatro entrenadores que lo entregamos TODO a nuestra bandera y nuestro país.

Eduardo Moreno Loyo nos hizo el honor de ser el portador de la antorcha olímpica en Veracruz. Con él estuvieron los integrantes del equipo: Mario Santibáñez, Rafael Cal y Mayor, Salvador Ruiz de Chávez, Jorge Urreta, Luis Ángel Acosta, José Joaquín Santibáñez, Jaime Rivera, Maximiliano Aguilar, Raúl Villagómez, Gabriel Altamirano, Eduardo Alanís, Vivian Ortiz, Marcia Arriaga, Norma Amezcua, Tamara Oynick, Victoria Casa, Ana de la Portilla, Lidia Ramírez, Patria Obregón y Javier Jiménez.

Para todos, la gloria llegó gracias a las finales olímpicas conquistada. Pero esa fe, ese trabajo inquebrantable, esa forma de vivir en equipo, esa adrenalina, se expresó al máximo con los dos podios conquistados, en nuestra casa.

Luego, llegaron las dos preseas. Ese bronce de Maritere Ramírez fue casi la celebración de un oro, y el centro del podio que logró el campeón olímpico Felipe Muñoz, nos llevó a la gloria absoluta como equipo. Esto sólo se logra con trabajo en conjunto. Esos 200 metros pecho fueron alegría, centésima a centésima. Todo el esfuerzo de los que vivimos ese proceso, que resultó en el único oro olímpico que hasta hoy tiene el país en esta disciplina.

Hoy, recuerdo con regocijo, con alegría, con el mayor nivel del detalle, lo que vivimos cada día de esos Juegos Olímpicos, un sueño que nos transformó a todos la existencia misma, nos hizo familia, nos consolidó como líderes del país, pero —más que eso— nos abrió a cada uno de nosotros otras formas de vivir.

Felicitaciones a todos los que integramos esta familia olímpica, porque fuimos el primer peldaño de grandes sueños, pero —más que eso— somos y seremos los primeros en conquistar el más grande sueño deportivo... LOS JUEGOS OLÍMPICOS.

deportes@eluniversal.com.mx

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