A finales de 2021 hackearon la aplicación de WhatsApp de un amigo y al tratarse de una persona tan cercana caí en el engaño, ya que me solicitaron depositar 25 mil pesos. Después, pude hablar con esta persona y me confirmó el problema que tenía con su teléfono, lo cual no quería creer.
Después de ese momento, me enteré que a otros funcionarios públicos y personalidades como el expresidente Vicente Fox les había ocurrido lo mismo, con la misma manera de operar de esta gente que se apodera del WhatsApp y comienza a enviar mensajes solicitando ayuda económica a los contactos. La mayoría de estas operaciones las realizan, según investigaciones, desde los reclusorios en donde se supondría que no deberían de tener celulares, pero la corrupción vuelve a ser tema en este caso.
Sorprendido por los casos cercanos, nunca imaginé que podría sucederme, hasta que hace 15 días hackearon el mío, y he recibido llamadas de gente muy cercana para preguntarme si es verdad que necesito dinero o que tengo un problema grave, algo que afortunadamente no es así y se los he podido comunicar.
A todos los que nos ha sucedido esto, tenemos que hacer dos cosas importantes. Lo primero es denunciarlo ante los desarrolladores de la aplicación y después con la policía cibernética de nuestro país para que den seguimiento a los datos desde donde se han hackeado los teléfonos, aunque insisto, se sabe que muchas veces es dentro de los reclusorios, o que al menos desde ahí se planea la operación.
Llevo dos semanas con el problema y no lo resuelvo. He avisado a mis contactos que tengan cuidado de no caer. No he podido recuperar el control de esa aplicación, que se ha convertido en una herramienta importante en la vida cotidiana y hasta en el trabajo, situaciones por las que la delincuencia ahora atacan por ese lado.
Desafortunadamente seguimos sumergidos en un país, en un mundo, en el que hay gente que quiere dinero fácil y que solamente se la pasa inventando cómo generarlo. Y si les descubren y les tiran una de sus estafas, idean otra. Terrible que ese ingenio no lo utilicen para algo productivo y lejos de la actividad criminal. Si son capaces de hackear un teléfono deberían ser capaces de hacer otras cosas, dentro de la ley, con las cuales obtener sus ingresos.
En verdad que estamos podridos.
Por eso es que el mensaje para la gente es que tengan mucho cuidado con sus teléfonos, aparatos que se han convertido en parte fundamental de nuestra vida cotidiana, de nuestros trabajos y nuestra economía. Que no caigan en estas nuevas estafas y denuncien.