Después de las grandes noticias que hemos tenido en los últimos días, con la clasificación de y Celia Pulido, quienes se suman a Miguel de Lara y Gabriel Castaño, no queda más que esperar que sigan con su preparación y tengan éxito.

A propósito de lo que logró Iga, al dar la marca en los 100 metros libre, quiero compartirles el texto de un apasionado de la natación mexicana, que retrata perfectamente lo bueno que estamos viviendo.

Les dejo estas magníficas palabras de Ezequiel Labairu, a quien agradezco infinitamente:

Si le dan al mejor guionista y director del mundo para que cuenten la historia de Jorge Iga en una película o serie de Netflix, utilizando los hechos reales, dirían que tiene demasiada ficción o que es muy fantasiosa, utópica. La gente diría que no es creíble.

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Empecemos por conocer a este chico de San Luis Potosí, quien a la edad de 13 años no podía clasificar a la Olimpiada Nacional (Juegos Nacionales Conade, actualmente) y la mayoría de sus amigos de ANV La Loma participaban de esa competencia única, que agrupa a los mejores atletas de México. En vez de caerse anímicamente, le daba más energía para entrenar.

Con esa resiliencia y tenacidad siguió en busca de su sueño para poder estar en la justa más importante del mundo, en Tokio 2020+1. Ya casi tenía la marca A, y seguramente la lograría, pero vino la pandemia, que cortó con ese entrenamiento.

Cualquier deportista se hubiera frustrado, pero Iga es el optimismo personificado. Como todos, tiene días malos, regulares y buenos, pero siempre los afronta con un optimismo que rara vez he visto en un deportista de élite.

En este ciclo olímpico para París 2024, estaba nadando espectacular y cada vez más cerca de la famosa marca A en las pruebas de 200 y 100 libre.

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Llegó la última competencia en el CCCAN para lograr el objetivo. Nada el 200 libre con un tiempo de 1:46.32 minutos y, por seis centésimas, no da la famosa marca A. Pero en vez de caerse anímicamente, se le ve más fuerte que nunca. Nada el 100 libre en eliminatoria y realiza 48.75 segundos, cuando la marca A es 48.34. Pero todavía quedaba para el último día, sábado 22 de junio, a las 10 de la noche de Monterrey, una oportunidad más.

Para dar la marca, tenía que bajar casi medio segundo en el 100 libre, que —para los que conocen de natación— es muchísimo.

La presión, después de tantos años de entrenamientos y quedar tan cerquita anteriormente, era gigante. Se jugaba un All In. ¡Lo demás es historia para México, bajando casi medio segundo, para cumplir su sueño que tenía desde que empezó con este deporte!

Esos abrazos con sus padres, con su hermano, con su novia y con su familia, nos hicieron llorar.

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Además de ser la persona más optimista, Iga destaca por su lealtad, un valor cada vez más escaso en el mundo actual. Esa lealtad que le tiene desde chico al Profe Nelson o a cada uno de sus entrenadores que pasaron por su carrera.

Cuando leo de un tal Paulo Strehlke, un chico que es subcampeón del mundo en la categoría junior, y Top 10 mundial en aguas abiertas, y ahora lo podremos disfrutar en París, quien dice que su sueño es parecerse a él tanto dentro como fuera del agua, habla de los valores que encarna. La natación mexicana tiene un futuro muy promisorio.

Directivos de México, también tendrían que fijarse en estos valores y aprender de esa energía que transmite este nadador que, aparte, es ingeniero civil.

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