Se ve venir la tercera ola de coronavirus en nuestro país, aunque en realidad no sé si alguna vez se terminó la primera para dar paso a la segunda... Y desafortunadamente está claro que los mexicanos somos indolentes, irresponsables y faltos de amor a la vida.
Porque aun cuando ha cambiado el semáforo epidemiológico en las entidades del país, cada día un promedio de 500 personas mueren en México como consecuencia del Covid-19 y pareciera que no nos importa, ya que en los últimos días hemos visto las autopistas llenas de autos con gente que quiere ir de vacaciones.
Es preocupante y parece que no nos damos cuenta: playas repletas, carreteras llenas con gente desesperada por salir y la responsabilidad queda en segundo plano. Por más que la autoridad le diga a las personas que se queden en casa, seguimos sin preocuparnos de lo que pueda venir con el Covid-19. Actuamos como si ya no existiera.
¿Qué necesidad de exponernos por querer salir? Por supuesto que entiendo que la gente está cansada de estar en casa, pero la mayoría de los que han salido se han olvidado de algunas de las medidas de sanidad y solo arriesgan la vida de los suyos como de otros.
Me duele mucho porque estoy convencido de que es importante la convivencia, la activación económica, el recreo en nuestras vidas, pero vemos imágenes terribles de gente peleándose en Acapulco , abuelos yendo a la playa unos días antes de recibir la primera dosis de la vacuna, o aficionados de futbol que regresan al estadio solamente para generar broncas afuera de estos.
Claro que hay viajes necesarios, los de trabajo o como los de deportistas, pero para todos los demás, si ya aguantamos un año, por qué no esperar un poco más, sobre todo cuando no tomamos en serio los protocolos.
¿Qué necesidad de andar buscando la muerte, solamente por la irresponsabilidad y por no entender que el coronavirus no perdona?
También habemos gente que nos hemos quedado encerrados, pero algo pasa en la sociedad que no se entiende por qué se juegan la vida. En verdad no hay que ser mal ejemplo para nuestros hijos y nuestras familias. Lo que hacen los adultos, los padres de familia, los niños y jóvenes lo imitan y hasta son peores. Por eso me da coraje que no se entienda la responsabilidad que todavía se debe asumir.
Y por otro lado, hay actividades que se prohiben y pudieran ayudar a la gente que se quede y se cuide, como hacer deporte de manera ordenada. Entiendo que de alguna manera se debe reactivar la economía, pero no hay que exagerar. Y esto va para todas las clases sociales, porque tampoco entendemos que el maldito virus no hace diferencia entre ricos y pobres, y se puede llevar al que sea, sin importar el código postal.
Lo que hace el mexicano es una incongruencia y la autoridad no ha convencido a los millones en el país a quedarse en casa y cuidarse. Pareciera que con la aplicación de unas miles de vacunas a adultos mayores ya todos estamos a salvo y salimos como si nada, cuando todavía hay médicos luchando contra el virus y sin vacunar. En verdad que no entendemos y eso lo podemos pagar caro.