Quiero referirme y reconocer la gran labor de todos aquellos que se dedican a la enorme profesión de ser maestros. Sin duda que estos últimos meses, los de la pandemia, han sido todo un reto el cual han enfrentado de gran manera. Pero también quiero darle su lugar a todos aquellos que además de ser maestros son entrenadores.

Un entrenador es parte fundamental del desarrollo humano. Son aquellas personas que suelen convivir, en la mayoría de las ocasiones, más tiempo con los jóvenes que entrenan para ser destacados en el deporte de alto rendimiento, que los padres.

Por eso son parte fundamental en la formación integral de estos jóvenes que tanto se esfuerzan por ser los mejores en sus actividades. Un entrenador sabe perfectamente cómo reacciona cualquier joven que práctica el alto rendimiento, sus emociones, sus sentimientos.

Estoy convencido de que esta noble profesión de entrenador no es bien valorada ni bien pagada, pero es realmente un apostolado. Tienen que trabajar con sus atletas tanto en lo físico como psicológico, animarlos cuando no vienen los triunfos. Ser entrenador es ser forjador de jóvenes para que sean personas de bien. Dirigirlos en el ámbito deportivo es dirigirlos en sus vidas, enseñarles que la disciplina les servirá en todo lo que hagan.

En el marco del día de ayer, Día del Maestro, es importante que valoremos a nuestros entrenadores, que son personas que día a día tienen que estar atentos al desarrollo de los niños y jóvenes. Están atentos en su alimentación, en su comportamiento, en enseñarles valores, en enseñarles a saber ganar pero también a saber perder.

Hay muchos atletas en el mundo que son muy exitosos, pero detrás de ellos hay un gran entrenador. Por está razón quiero dedicar esta columna a esos personajes a quienes hay que valorar porque son parte fundamental en la formación de grandes mexicanos, no solamente para lo deportivo, sino para su vida. Gracias por su esfuerzo, por su dedicación.

Son maestros en lo deportivo, pero también maestros de vida. Personas que no se deben medir por cuántos trofeos o medallas lograron sus deportistas, sino por cuántas vidas tocaron para desarrollar grandes mujeres y hombres.

Me gustaría hacer una mención especial y recordar a Óscar Ramírez, un hombre muy especial que estuvo 25 años en Acuática Nelsonvargas. Un hombre muy querido a quien apodaban “El Camarada” porque se especializó en Rusia. Un hombre que sufrió mucho a principios de año, su hijo (un gran nadador) murió y al mes siguiente a El Camarada le dio coronavirus. Sin duda alguna, un gran maestro, un gran entrenador.

Profesor

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