En un acontecimiento sin precedentes, hace unos días se llevó a cabo el primer Encuentro Nacional de Mujeres Electas por Acciones Afirmativas en colaboración con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Dos días de intenso trabajo donde mujeres de diversas trayectorias y realidades compartieron experiencias, se resaltó el poder colectivo y se hizo un llamado a abrazar la resiliencia como herramienta fundamental para enfrentar los desafíos de la política.

Es relevante reconocer que hacer política no es una tarea sencilla, ni exenta de costos. Las mujeres enfrentamos obstáculos que van desde la discriminación hasta el desgaste emocional. Pero quienes hemos recorrido este camino sabemos que nuestra capacidad de resistir y sostener nuestras luchas sirve para abrir camino y lograr que la dignidad y la igualdad sean costumbre.

En este espacio y solo en este espacio les he exhortado a aguantar en su lucha, a ellas, a quienes primero reconocí su experiencia, fuerza y valor para llegar a donde están y porque estoy convencida de que la resistencia y la resiliencia son características fundamentales del feminismo.

Sí, queridas compañeras, en la esencia de nuestro ser feminista se encuentra la fuerza para resistir y persistir, en medio de la adversidad política. Y esa lucha es una gran revolución, porque todas y todos sabemos que hacer política es difícil.

Estas mujeres indígenas, afromexicanas, de la diversidad, con discapacidad y jóvenes ocupan espacios haciendo que el escenario político sea más representativo y es ahí donde las cosas se ponen difíciles. Porque las mujeres no ganamos espacios en la política sin costos: la familia, los cuidados, los frágiles equilibrios que pueden romperse al entrar al espacio de la visibilidad pública.

Conozco en profundidad la Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia para las Mujeres. Reconozco y doy mérito a las que trabajaron en ella, que lucharon por legarnos ese instrumento que es ejemplo en la región y en el mundo. En ella están las definiciones que son, ineludiblemente, mi marco de pensamiento y de acción. Pero eso no quiere decir que cuando escucho, durante dos días, a decenas de mujeres electas, contar los obstáculos y pesares que les produce su participación en la vida política, no pueda sentir la suficiente indignación y solidaridad como para expresarles que hagan todo lo posible por no dejar su espacio, por no abandonar su lucha ante la violencia que padecen de mil maneras.

"Aguantar vara", fue un llamado urgente a la resiliencia y persistencia para transformar la política porque la forma tradicional de hacerla ya no sirve al país, queremos una política más justa y respetuosa, una política libre de violencias, que convoque y que construya.

Para eso se necesita transformar los dolores individuales, con la construcción de políticas que mejoren la vida de las mujeres en nuestras comunidades. Porque ya sabemos que todo puede convertirse en política si le damos la altura de lo colectivo y lo llevamos al espacio donde se construye, donde se transforma, por el peso de nuestra presencia y de nuestra mirada, las formas tradicionales y masculinistas de hacer política y remover este Estado patriarcal paulatina, pero definitivamente.

Hemos venido a la política para cambiarla. Pero este es un proceso y no basta nuestra voluntad para transformarla de un día para otro. Necesitamos a muchas mujeres para que suceda eso que dijo Bachelet hace años ya, “muchas mujeres, cambian la política”. Pero las mujeres debemos poder mantenernos en ese espacio hostil al tiempo que luchamos para que deje de ser un espacio que nos trata como intrusas, que nos agota, que nos decepciona, que termina doliéndonos y cuestionando si realmente vale la pena.

En este encuentro, les señalé que la presencia de una masa crítica de mujeres diversas en la política la hace más real, más representativa de lo que somos como sociedad. La estridencia mediática y quienes solo buscan denostar pretenden tergiversar un mensaje perfectamente enmarcado, pero a ellos también los invito a escuchar a estas mujeres o por lo menos a escuchar los discursos y las experiencias completas y entonces abordar entre todas y todos los desafíos que enfrentamos como sociedad.

Rechazo categóricamente la normalización de prácticas políticas que perpetúan la desigualdad, la discriminación y la violencia de género.

Queridas compañeras, en el alma de nuestra resiliencia se esconde el poder colectivo para cambiar el mundo y transformar la política. Sí, sigamos adelante, desafiemos sus trampas y transformemos el escenario público. Se puede tergiversar lo que quieran, pero somos nosotras, las mujeres, quienes llevamos la voz de la verdad de nuestra lucha. A seguir adelante con orgullo ¡El poder está en nuestra resiliencia y en nuestra unidad!

Presidenta del Instituto Nacional de Mujeres

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