Corren tiempos donde las mujeres alzan la voz y en este alzar la voz para reclamar la inequidad que subsiste, la violencia y el abuso han puesto los reflectores desde distintas trincheras sobre mujeres precedentes, las silenciadas por la inequidad y por las circunstancias de su tiempo.
Mientras en la marquesina de la generación del 27 en España destacan los nombres de ellos: Alberti, Lorca, Prados, Salinas, Cernuda, ellas, sus compañeras de ideas libertarias, pintoras, escritoras, actrices, escenógrafas, se desdibujaron del recuento canónico y de la memoria popular. La España de los años 20 y 30 que deriva en la instauración de la Segunda República es un terreno fértil para la participación de la mujer en la educación, en la vida laboral y en el arte. El documental Las sinsombrero de Tània Balló Colell, Serrana Torres y Manuel Jiménez Núñez (estrenado en el Festival de Cine de Málaga el 24 de abril de 2015) es un notable esfuerzo por desempapelar, dar luz y colocar al frente los nombres de un puñado de mujeres arrojadas, propositivas, destacadas en las diferentes áreas de la lucha social o el quehacer artístico que silenció la dictadura de Franco. El incitador título del documental deriva de una anécdota que contara la pintora Maruja Mallo que, con Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca, se plantaron un día en la Puerta del Sol en Madrid y se desprendieron de los sombreros para desencorsetar las ideas y la imaginación. Las mujeres que habían logrado andar camino, conseguir reconocimiento y encontrar un estilo y una voz propia tuvieron que silenciar sus pasiones o asumir el riesgo de la cárcel y la muerte. Incluso las mujeres que se exiliaron en México, como la poeta Concha Méndez, como la crítica de arte Margarita Nelken, o la escritora Mada Carreño, tuvieron que abrir camino nuevamente y varias de ellas han sido olvidadas y descarriladas de la memoria literaria de un siglo que las tuvo siempre en segundo plano, o en ningún plano. La tercera parte del documental (que se puede ver en la liga de TVEspañola) permite reconocer a varias de ellas.
Tengo frente a mí tres libros de estas voces silenciadas por el franquismo que obligaba a la mujer a recular en sus conquistas de igualdad y a “velar por la decencia y el bien de su familia desde el sagrado núcleo de su hogar”. Los 13 cuentos, de Luisa Carnés, de cuya trayectoria como narradora da cuenta el documental, publicados por la editorial asturiana Hoja de lata, son un regalo de la escritora mexicana Iliana Olmedo, quien se ha dedicado a estudiar y revivir la obra de mujeres españolas del exilio. Oculto sendero es la novela que había quedado inédita de una autora emblemática de mi infancia: Elena Fortún. Esta novela es el testimonio del silencio, entre ellos el de su homosexualidad, escrita desde el exilio en Argentina. La publica la editorial sevillana Renacimiento, que ha dado voz a los silenciados durante 40 años en su colección Biblioteca de la Memoria. No se puede escribir sin libertad y de esa libertad de pensamiento abreva Cantos rodados, de Pilar Rius, química de la UNAM, que ha dedicado sus años recientes a la pasión por la escritura y que revela lo que fue crecer como mujer en el exilio, a pesar de pertenecer a una familia ilustrada y libre pensadora.
Si las sinsombrero expresaron sus ideas en las primeras décadas del siglo XX, si las mujeres en los 60 incendiaron los brassiers, en los años 20 del siglo XXI las mujeres reconocemos a la palabra su poder y autoridad para ser leída, para ser escuchada, para dejar de ser invisibles. Tomamos la palabra.