En Por desobedecer a sus padres, publicada por Alfaguara (2022), Ana Clavel narra las pesquisas que hace su alter ego, Ana Laurel, por el poeta Darío Galicia, Darío G. Alicia, Dario Galicia San Epifanio, Epifanio San G. Alicia, cercano a los infrarrealistas, pero que se desmarcó de ellos (al que Roberto Bolaño escribe un poema y alude en Los detectives salvajes ). El poeta fue operado por aneurismas en el cerebro, siendo joven. Un día la protagonista cree identificar a Darío G. Alicia en un indigente que ha subido con una mujer al vagón del metro.

En un juego de espejos o de fascinación por la Alicia de Lewis Carroll, lo mismo que el poeta, Ana Laurel persigue al conejo en un vértigo a veces paseo por la ciudad, a veces en una realidad delirante o a través de los testimonios ambiguos que recoge y que van dando cuenta de quién era Dario G. Alicia, como aparece en sus dos poemarios publicados: Historias cinematográficas (1987) y La ciencia de la tristeza (1994). Ana Laurel, en sus afanes detectivescos, recuerda la leyenda urbana de Dario G. Alicia en los espacios de Ciudad Universitaria, movida por la sospecha de que aquel indigente del metro tal vez es el poeta extravagante de quién se decía fue lobotomizado para contener su homosexualidad.

Conforme avanzaba con la lectura, pensaba en el mundo de los azares. Hacía muy poco que mi amiga Alenka Guzman me había regalado La historia de la tristeza en un bellísimo ejemplar publicado en Barcelona. La publicación de este ejemplar se alude en la novela porque precisamente Mario Raúl Guzmán, hermano de mi amiga, es copartícipe de esta publicación, autor del prólogo, personaje en la búsqueda y doloroso encuentro con quien formara su paisaje su paisaje generacional y literario en los años setenta.

Con un desplante juguetón y alucinante, la autora convoca a los personajes de Alicia en el país de las maravillas que a todos nos formó —tan pronto el gato Cheshire, como el sombrerero loco, como la oruga fumadora de opio, como la tortuga con cabeza de conejo y las palabras híbridas y mutantes (Belano, Vera La Verdadera, etc.) que construyen un camino de piedras— palabras para desentrañar el misterio Darío G. Alicia.

¿De verdad le hicieron una lobotomía en tiempos en que se solía practicar? ¿De verdad esa lobotomía tenía que ver con el deseo de sus padres de acabar con su homosexualidad? ¿Está vivo o muerto? Estas son algunas de las preguntas que van guiando los pasos por el túnel y los espejos y la ciudad y sus espejismos para poder desentrañar si aquel indigente en el metro Chapultepec es o no Dario G. Alicia.

Con un registro épico, meta ficcional, documental y con dentelladas de humor, absurdo y empatía, Ana Clavel explora formas de narrar para concentrarse en el deseo del encuentro, el del otro lado del espejo. ¿Quién fue Dario G. Alicia y quién es ahora si es que está vivo? Si los infrarrealistas se convirtieron en autores de culto después de que Roberto Bolaño mismo se convirtió en autor de culto, sospecho que la publicación de la novela de Ana Clavel Por desobedecer a sus padres, junto con la reedición de La historia de la tristeza, resucitan y dignifican a un olvidado, le dan cuerpo a una leyenda y lo vuelven autor de culto.

Si la lectura es siempre una manera de desobediencia que nos vuelve otros, la novela más reciente de Ana Clavel nos coloca frente a la vulnerabilidad de un cerebro por el que somos, la fugacidad de un espíritu creativo y dignifica lo que se corroe inmisericorde. Una lectura imperdible desde este lado del espejo.

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