Rescatado de una pila de libros viejos y fotografías antiguas en un tianguis de chácharas, nos encontramos con esta publicación encuadernada que nos llamó la atención.

En la portada color azul se alcanza a distinguir la palabra “Memoria” en letras doradas, donde plasmó sus recuerdos una educadora de kínder de la colonia Federal.

Se trata de un documento de 1959, compuesto de varias páginas, cada una con marcos dorados y hojas tamaño carta de las qué solían vender en las papelerías de antaño en papel muy delgado, casi transparente el llamado “papel cebolla”.

Cada hoja, cada página, está escrita a máquina y llama la atención que no existe ningún error ortográfico, ni corrección alguna. Todo está cuidado hasta el más mínimo detalle y hoy Mochilazo en el Tiempo comparte lo más interesante de este documento en este Día del Maestro.

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Vista panorámica de las calles de la colonia federal en 1959. Foto: Especial.
Vista panorámica de las calles de la colonia federal en 1959. Foto: Especial.
Para haberse encontrado en un tianguis de la colonia Portales, este documento presenta excelentes condiciones, como lo muestran el vivo color azul de su portada y el dorado de sus letras. Foto: Colección Villasana.
Para haberse encontrado en un tianguis de la colonia Portales, este documento presenta excelentes condiciones, como lo muestran el vivo color azul de su portada y el dorado de sus letras. Foto: Colección Villasana.

Esfuerzo y voluntad para enseñar a los más pequeños

El contenido es autoría de una alumna entonces aspirante a maestra de jardín de niños de la Escuela Nacional de Maestros del Departamento de Educadoras, Mariana Muñoz Vidal.

Estas memorias las escribió en los inicios de la colonia Federal, situada muy cerca del aeropuerto de la Ciudad de México y que es bastante conocida por su peculiar y distintivo diseño y la traza de sus calles que semejan una enorme telaraña.

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Además de ser un estudio muy entretenido, ilustra las pésimas condiciones en las que se encontraban en sus inicios muchas colonias de la capital. Se percibe el amor y vocación que tiene la aspirante a maestra por educar y enseñar a los alumnos todo lo que esté a su alcance.

Fotografía de un taller donde los niños aprenden a hacer tortillas a mano con la supervisión de una maestra, año de 1959. Foto: Especial.
Fotografía de un taller donde los niños aprenden a hacer tortillas a mano con la supervisión de una maestra, año de 1959. Foto: Especial.

La eventual educadora narró en su prólogo que cuando llegó el momento de elegir profesión, no dudó en inclinarse por la enseñanza. Gracias a ello, sólo tuvo que definir la “rama del magisterio” que escogería. Fue entonces que descubrió que quería ser maestra de preescolar o kínder.

De este modo, la joven dedicó su tiempo a formarse para “tratar de poner los cimientos de una educación sólida, firme en la vida posterior del niño”. Entre otros detalles personales, el texto deja ver que tenía la convicción de que con esto aportaba su “granito de arena” para “lograr unos ciudadanos útiles en el porvenir a nuestra patria”.

El libro de la Memoria que preparó Mariana Muñoz cuenta con páginas del llamado "papel cebolla", que hasta los años dos mil aún era muy socorrido para actividades escolares. Un lindo detalle decorativo son los bordes con pintura dorada. Foto: Colección Carlos Villasana.
El libro de la Memoria que preparó Mariana Muñoz cuenta con páginas del llamado "papel cebolla", que hasta los años dos mil aún era muy socorrido para actividades escolares. Un lindo detalle decorativo son los bordes con pintura dorada. Foto: Colección Carlos Villasana.

Mariana también compartió el asombro que vivió tras ingresar a la Escuela Nacional de Educadoras, pues se dio cuenta del alcance extraordinario que tiene la época preescolar en la vida del niño. Del mismo modo, comprendió que “la carrera que había escogido no era nada fácil, pero tampoco inaccesible”.

Es probable que, al momento de redactar sus memorias como maestra, Muñoz Vidal entendiera que le hablaría a personas de otro tiempo, quizás incluso a sus futuros colegas. Tal vez por eso aseguraba que “con esfuerzo y voluntad podías superar las dificultades” de esta profesión.

El único jardín de niños de una colonia proletaria

Más adelante, la alumna comenta acerca de sus primeras impresiones y la elección del jardín de niños en la colonia Federal, después de la recomendación de una de sus maestras, quien además le comentó que sería todo un reto y un gran aprendizaje acudir a un jardín de niños recién inaugurado.

Según recuerda, el detalle era que se contaba con todas las instalaciones necesarias, pero en un sitio “menesteroso” y con un medio ambiente en condiciones nocivas. Fue así como la entonces estudiante fue a conocer el jardín de niños ubicado en el kilómetro cinco de la carretera México-Puebla.

Feria en la antigua colonia federal, ciudad de México, 1959. Foto: Especial.
Feria en la antigua colonia federal, ciudad de México, 1959. Foto: Especial.

Un dato curioso es que Muñoz Vidal tomó como calle principal “la que queda exactamente perpendicular a la carretera México Puebla, en el kilómetro cinco”, es decir, en lo que hoy conocemos como Calzada Ignacio Zaragoza.

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Así como la propia colonia, la escuela que encontró también presentaba sus desafíos: “El jardín de niños me pareció de construcción bastante sencilla, muy amplia de sus salones, no así en su patio de recreo, que es muy pequeño para la cantidad de educandos que asisten”.

Vista exterior del Jardín de Niños "Laura Escudero" localizada en la Colonia Federal, Ciudad de México, 1959. Foto: Especial.
Vista exterior del Jardín de Niños "Laura Escudero" localizada en la Colonia Federal, Ciudad de México, 1959. Foto: Especial.

Uno de los fragmentos de esta Memoria, que más nos suena como un diario, es cuando Mariana narra el momento en que reflexionó acerca de la labor que tenía en puerta:

“Lo que más me interesó de este jardín de niños, fue saber que funciona en una colonia proletaria y que carece de mucho material didáctico; de esta manera tendré la oportunidad de realizar una labor bastante amplia, ya que es el único jardín de niños de la colonia y necesito estar en las mejores condiciones posibles para el mejor provecho de la población”.

Puntualidad, higiene y agua potable, los retos

Mariana aseguró que el número de infantes inscritos aumentaba cada año y que aquel 1959 la demanda superó las capacidades del Jardín de Niños. El día a día de los infantes que alcanzaban cupo es otro de los recuerdos que nos comparte.

La puntualidad es el primer aspecto que señala, pues dijo que tanto en el caso de la entrada como de la salida había retrasos de más de media hora. Por ello, tanto en las mañanas como en las tardes, ella y el resto de las educadoras decidieron cerrar la puerta en punto de las nueve y de las trece horas.

Niños jugando en un festival organizado por el jardín de niños donde estudian en la colonia federal, 1959. Foto: Especial.
Niños jugando en un festival organizado por el jardín de niños donde estudian en la colonia federal, 1959. Foto: Especial.

Los resultados no se hicieron esperar, pues dejó de ser necesario acompañar a los pequeños hasta sus casas por las tardes, así como atender la puerta una y otra vez.

Sin embargo, este mal hábito de llegar tarde era el menor de los problemas para el Jardín de Niños. La realidad era que en toda la colonia Federal sólo había dos llaves de agua y tuvieron que cerrarse, porque el líquido que ofrecían no era potable.

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Padres de familia formados afuera de una escuela en la colonia federal para inscribir a sus hijos, 1959. Foto: Especial.
Padres de familia formados afuera de una escuela en la colonia federal para inscribir a sus hijos, 1959. Foto: Especial.

Muñoz Vidal reportó que la mayoría de los colonos hacían “un sacrificio bastante considerable”, ya que encima de sus ingresos limitados, se veían obligados a gastar tanto en agua de “pipas” como en garrafones para beber y guisar.

Por desgracia, el esfuerzo comunitario no cambió este escenario, dado que los habitantes ya habían comprobado que era imposible hacer un pozo, pues sólo encontraban lodo. A pesar de ello, los retos para el trabajo diario de Mariana no terminaban ahí.

Celebración en un Jardín de niños localizado en la colonia federal, año de 1959. Foto: Especial.
Celebración en un Jardín de niños localizado en la colonia federal, año de 1959. Foto: Especial.

Algo tan complicado de sobrellevar como la falta de agua era la escasa higiene en que crecían algunos de los menores a los que daban clase. Según comentó la joven, parte de sus alumnos, que no contaban con baño en casa, no sabían usar el de la escuela, por lo que la limpieza de los sanitarios era todo un tema a inicios del año escolar.

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Pese a todo, la joven maestra era optimista y rescató que la instalación del drenaje, aunque seguía inconclusa, era todo un adelanto para una zona tan abandonada por las autoridades.

Un grupo de niños juegan con la arena del Jardín de Niños ubicado en la Colonia Federal, Ciudad de México en 1959. Foto: Especial.
Un grupo de niños juegan con la arena del Jardín de Niños ubicado en la Colonia Federal, Ciudad de México en 1959. Foto: Especial.

El centro de la colonia apenas era una orilla de banqueta

“Al llegar a la colonia me pareció bastante despoblada, pues a pesar de existir muchas casas habitación, casi no se veía gente”. Más tarde, la estudiante se enteró de que esto se debía a la falta de pavimentación, ya que se levantaban “grandes polvaredas que hacen muy difícil el tránsito por la calle”.

La hoy Calzada Zaragoza es otro ejemplo pues, además de ser el paso de los camiones que entraban a la colonia, era “la mejor calle, tiene dos cuadras pavimentadas y las demás, empedrado y aplanado”.

Por su parte, la iglesia local también se encontraba en construcción cuando Mariana preparó este documento, aunque sí aclaró que ya se oficiaba en ella. Los fondos para terminar el edificio, según nos cuenta, se reunían durante ocasionales kermeses.

Antigua iglesia católica en la colonia Federal durante 1959. Foto: ESPECIAL.
Antigua iglesia católica en la colonia Federal durante 1959. Foto: ESPECIAL.

Para los habitantes actuales de esta colonia podría ser nostálgico leer la forma en que Muñoz Vidal describió ciertas partes de la zona: “En el centro de la colonia está situado un gran terreno circular, el cual probablemente llegará a convertirse en una glorieta; por ahora sólo tiene una orilla de banqueta”.

Y es que en la historia de la ciudad de México se suele recordar con lujo de detalles a los edificios o barrios más icónicos, a diferencia de otros barrios populares menos antiguos, por lo que sin duda vale la pena aprovechar la oportunidad para conocer el origen de la colonia.

Había cuatro teléfonos, tres públicos y el otro era del doctor

“Tenemos como uno de los principales medios de vida, las fábricas que ofrecen posibilidades de trabajo a gran número de personas”. El más grande de estos establecimientos, dijo, era la fábrica de café El Muro, cerca de la entrada de la colonia, así como otras de bolsas de papel, la de clavos, la de colchones, la de muebles y la de hilo de coser.

Uno de los aspectos menos favorables que compartió la estudiante fueron los comercios, pues señala que a finales de los cincuenta era más confiable el mercado de la vecina colonia Gómez Farías, del otro lado de la Calzada. Del mismo modo, las panaderías y los establos funcionaban en condiciones insalubres.

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A pesar de ello, no había opciones más modernas como las lecherías. Lo mismo pasaba con las tlapalerías, que vendían su escasa mercancía a precios alterados. Un caso más usual para la época era el teléfono: había cuatro en toda la colonia, tres públicos y el otro “pertenece un doctor que cobra 50 centavos la llamada”.

Tienda de abarrotes en la antigua Colonia Federal, se observa el amplio panorama de las calles durante la década de 1950. Foto: Especial.
Tienda de abarrotes en la antigua Colonia Federal, se observa el amplio panorama de las calles durante la década de 1950. Foto: Especial.

Otros negocios que sí tenían presencia eran peluquerías, tintorerías y carpinterías que, si bien eran pequeñas empresas, seguro impulsaban la economía familiar en favor de las y los estudiantes.

Una ventaja fue la cercanía con la terminal de autobuses y con el aeropuerto, que daban trabajo a buena parte de los habitantes.

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Sin embargo, Muñoz Vidal señaló que los servicios de salud se veían rebasados por la demanda y que incluso, de tiempo en tiempo, había epidemias de tosferina. Ella sugería y argumentaba el por qué era necesario contar también con guarderías, centros de maternidad y un hospital para el bienestar de la comunidad.


Camión transitando por la colonia federal en 1959. Foto: Especial.
Camión transitando por la colonia federal en 1959. Foto: Especial.

Más de la mitad eran obreros y artesanos

La maestra incluyó una modesta estadística que ayudaría a conocer este espacio. Si bien se desconoce la metodología que aplicó, o la cifra de encuestados en la que se basó, podemos decir que a grandes rasgos era un complemento adecuado para su época.

Por medio de ilustraciones sencillas reflejó que más de la mitad de los habitantes eran obreros y artesanos; que al menos la mitad de las viviendas tenían baño de fosa séptica y estufas de petróleo; y que indicadores como tener retrete o contar con un profesionista en el hogar eran los más bajos.

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Mariana presentó con estas amenas ilustraciones los resultados de su sondeo sobre las ocupaciones de los colonos de la Federal. Foto: Colección Villasana.
Mariana presentó con estas amenas ilustraciones los resultados de su sondeo sobre las ocupaciones de los colonos de la Federal. Foto: Colección Villasana.

Hoy, Día del Maestro, resulta interesante y a la vez sorprendente tener en las manos esta “Memoria”, testimonio documental de las condiciones en las que llegaron a trabajar los maestros en distintas zonas de la capital.

Pero ahora además conocemos la forma de vida de alumnos y familias, que en muchos casos aún son condiciones extremas. Por ello bien vale la pena recordar dos fechas: el 21 de abril, en la que se conmemora el Día de la Educadora y el 15 de mayo, el Día del Maestro.

Niños cuidan animales de corral con la ayuda de una maestra en la colonia federal, año de 1959. Foto: Especial.
Niños cuidan animales de corral con la ayuda de una maestra en la colonia federal, año de 1959. Foto: Especial.
  • Fuentes:
  • Libro “Memorias” escrito por Mariana Muñoz Vidal, estudiante de la Escuela Nacional de Maestros del Departamento de Educadoras y maestra del Jardín de Niños. 1959