La gala anual que reúne fondos para el Instituto del Vestido en el Museo Metropolitano de Nueva York acaparó la atención de los medios el lunes pasado por el número de personalidades reunidas en torno a la alta costura.
Desde 1973, una temática define a la edición de cada año y le ofrece a los invitados más creativos un código de vestimenta opcional.
Este 2024 el tema fue Bellezas Durmientes: redespertando la moda, un concepto que resultó confuso, de acuerdo con la anfitriona Anna Wintour.
La alternativa de la editora de Vogue fue dar como referencia el cuento El Jardín del Tiempo de James G. Ballard, un autor de ciencia ficción distópica que, con un breve pero contundente relato, inspiró los looks de Zendaya, Bad Bunny y más celebridades.
De qué trata El Jardín del Tiempo
J. G. Ballard (1930-2009) no alcanzó como escritor el tipo de fama que permite al grueso del público reconocer su nombre de inmediato, pero su trabajo sí que ha influido en la cultura occidental más de una vez.
El Jardín del Tiempo, como gran parte de su obra, habla de una catástrofe distópica. Narra que el conde Axel y su esposa viven en una lujosa casa de campo, al más ostentoso estilo europeo, ambos entregados al ocio.
Desde su terraza, él nota una muchedumbre que avanza, harapienta y desordenada, hacia su mansión, a través del ondulado valle en el que viven.
El conde reacciona yendo a su también opulento jardín, donde tiene “flores del tiempo”, hechas de cristal y brillantes.
Ahí, Axel arranca de su tallo alguna de las flores, tan hermosa como quebradiza, para volver a la terraza desde la cual rompe la flor del tiempo apuntando al gentío. El resultado es que vuelve el tiempo atrás, de modo que los “invasores” pierden un poco del camino avanzado.
A pesar de eso, mientras las flores se acaban la multitud resulta implacable. Al final, la muchedumbre llega arrasando la mansión y, sin explicación alguna, los condes se convierten en estatuas del jardín.
Qué significó la temática de 2024
En el contexto del estilo de Ballard como artista, el cuento es una de sus formas de criticar la vida superficial de los más adinerados y hacernos ver que esa máscara suele estar siempre a punto de romperse, algo que sería muy contrastante con un evento de gala.
Los organizadores de la MET Gala se enfocaron en el paso del tiempo, implacable como la multitud, para reflexionar en lo fugaz que suele ser la moda, así como su decadencia.
Un look muy atinado fue el del actor y escritor Dan Levy: un traje negro bordado a mano en el que un difuminado da la impresión de que las flores se pierden en la “oscuridad”.
Destacó el hecho de que la alta costura produce atuendos que se usan una vez y después necesitan conservarse en un museo donde alguien, como el conde Axel, se dedique a retrasar el avance del tiempo sobre sus pliegues.
Esta edición resaltó la idea de dar un nuevo uso a las prendas, incluso las más costosas.
