El periodista neoyorkino Gay Talese, describió en su texto “Nueva York, ciudad de cosas inadvertidas” al gato ratonero, “a menudo un bohemio reformado, come bien y espanta a los roedores, pero acostumbra usar la tienda a manera de hotel y prefiere pasar las noches vagando por las calles”.
Según Talese, ya no se “contrata” como antes a cazadores peludos de “tiempo completo”. Pero hubo un tiempo en que los gatos eran el control de plagas predilecto de la humanidad, además de participantes activos en conflictos bélicos.
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Proteger las reservas de comida y otras labores militares
De acuerdo con el sitio Naturalista, los Felis silvestris catus o gatos domésticos son “depredadores muy eficaces”, pues muerden a su presa, rompen la médula espinal o lo asfixian con la mordida.
Durante el siglo XX, se “contrató” a los mininos en almacenes y bodegas, pasando por barcos y trincheras, para acabar con plagas, aunque también cumplieron con otras labores especiales.
Para 1919, el ejército inglés desmilitarizó –liberó del servicio militar– a 500 mil gatos, según un artículo de EL UNIVERSAL ILUSTRADO del 14 de septiembre de ese año. En la Primera Guerra Mundial, las fuerzas armadas ocuparon animales, entre ellos a pequeños felinos, para cumplir con algunas encomiendas, como la caza de roedores y otras plagas o la detección de posibles ataques con gas.
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El servicio militar de los gatos continuó en la Segunda Guerra Mundial. Uno de los felinos más celebrados fue Mourka, quien transportó mensajes encriptados para un escuadrón soviético durante la batalla de Stalingrado. No se sabe qué ocurrió con Mourka, pues desapareció en una de sus misiones.
También en la Armada estadounidense e inglesa “contrataron” mininos en sus cuarteles. Así se veía a algunos compañeros peludos combatiendo ratas y otros animales indeseables.
La Marina también empleó felinos para erradicar plagas y aprovechó sus habilidades para detectar movimientos con mayor rapidez que los vigilantes del barco. Además, según el Instituto Naval de Estados Unidos, los gatos fueron animales terapéuticos para los marinos en tiempos de guerra.
Uno de los ejemplos más legendarios es el de Simon, gato tripulante del navío inglés HMS Amethyst, que fue atacado en 1949. Tras la embestida, el felino tuvo quemaduras en lomo y cabeza, así como golpes en las patas.
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El navío quedó bloqueado durante 100 días, en mal estado y en medio del mar. Las condiciones húmedas y graves daños en la estructura permitieron la proliferación de ratas, pero Simon protegió los recursos y mantuvo a las ratas lejos de los víveres, a pesar de lo severo de sus heridas.
El Amethyst llegó a tierra y Simon murió semanas después. Los tripulantes pidieron una condecoración para el felino, quien tuvo un funeral con honores.
Se intentó hacerlos transportadores de bombas y hasta los lanzaron al espacio
Con el auge de la experimentación armamentista, se planteó usar animales para transportar bombas dentro de su caja torácica. Los gatos eran una opción viable, por su agilidad y pequeño tamaño, pero morían muy rápido y sin avanzar una distancia considerable.
Durante la Guerra Fría y gracias a un documento de 1967, desclasificado por la CIA en 1983, se supo del proyecto “Acoustic Kitty” para amaestrar mininos y entrar a territorios enemigos con equipo de transmisión.
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Se quiso implantar emisores y radios en orejas, lomo y cola de los felinos para captar información. Después de una prueba fallida, se determinó que “no sería práctico” y se canceló el proyecto.
En el ámbito espacial, se usó a la gata francesa Félicette para subir 157 kilómetros hacia la atmósfera. La misión se ejecutó el 13 de octubre de 1963; se le insertaron electrodos en el cerebro para monitorear sus signos vitales y otras reacciones.
La gata blanquinegra, quien era un animal callejero, resultó seleccionada entre 14 felinos; a todos se les sometió a pruebas de resistencia, pero Félicette era la más tranquila y la única sin sobrepeso.
Duró cinco minutos sin gravedad y regresó con éxito a tierra. Dos meses después, los científicos de la misión provocaron la muerte del felino para retirar los electrodos y examinar los efectos en su cuerpo. Durante todo el proceso, se le nombró C341, y fue hasta su muerte que se le llamó Félicette.
Material de archivo con la preparación de Félicette. En 2017, se creó una campaña en Kickstarter para honrar a la gatita con una estatua de bronce. Su presentación se hizo en 2019, en la Universidad Internacional del Espacio, en Strasbourg, Francia. Fuente: YouTube.
En algunos países, los gatos tenían sueldo simbólico y hasta existe un jefe ratonero
El apoyo de los mininos no sólo ocurrió en tiempos de guerra. EL UNIVERSAL informó el 6 de junio de 1920 sobre la “contratación” de felinos para exterminar roedores en el Distrito Federal y así disminuir los casos de peste bubónica.
En Francia dieron un paso más aventurado. El 17 de junio de 1932, este diario reportó la capacitación de 50 gatos en París para acabar con las ratas del puerto El Havre. En la “Escuela Superior” se educó a los felinos para no atacar a los roedores machos, sólo a las hembras.
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De esa forma, se disminuiría la reproducción de las ratas y dejaría a los machos “pereciendo de dolor y tristeza por la muerte de las hembras”. No se tuvo más información al respecto.
Para la década de 1950, se suscitó una crisis ecológica en la Isla de Borneo. Para disminuir la transmisión de malaria por mosquitos, la Organización Mundial de la Salud esparció DDT sobre el territorio isleño, pero el químico también afectó lagartijas y gatos.
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Con la falta de depredadores, las ratas sobrepoblaron el lugar y la amenaza biológica en Borneo se agravó. Según el reporte del primero de abril de 1960 en el diario estadounidense Evening Star, la OMS solicitó ayuda a la Fuerza Aérea Inglesa y comenzó la “Operación Cat Drop”.
Se lanzó en paracaídas a varios mininos sobre la isla para que comenzaran a cazar a los roedores. Los números no oficiales van desde 23 hasta 14 mil felinos tirados en Bormeo.
Breve historia del paso de los gatos por el número 10 de Downing Street. Algunos tuvieron excelentes relaciones con el Primer Ministro en turno, pero otros generaron escándalos de conspiración y hasta asesinatos. Fuente: YouTube.
Emplear gatos para deshacerse de plagas se aplica desde hace cientos de años. Desde el reinado de Enrique VIII de Inglaterra se recurrió a los felinos para erradicar ratas u otros animales en los palacios.
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Para el siglo XX, la costumbre se trasladó a la residencia oficial del Primer Ministro inglés, con gatos que forman parte del equipo de seguridad. Tenían un “salario simbólico” de 100 libras anuales.
Algunos de los felinos que protegieron el número 10 de Downing Street fueron Peter, Peter II, Peter III, Peta, Humphrey y Wilberforce; todos a cargo de la caza de roedores, pero sin un cargo oficial. En 2011 se creó el puesto de Jefe Ratonero de la Oficina del Gabinete y el primero en ocuparlo es Larry.
Es común que algunos edificios administrativos ingleses tengan felinos para controlar las plagas. En la Oficina del Exterior está Palmerston, enemigo peludo de Larry; en la oficina del Tesoro está Gladstone, el relajado Jefe Ratonero del edificio que se mantiene fuera de problemas. Fuente: YouTube
En México “trabajaron” en cines combatiendo ratas
En México, los gatos siguieron como “servicio experto para control de plagas”. Dentro de las salas de cine capitalinas, entre los setentas y ochentas, los felinos solían correr o caminar entre los pies de los espectadores para atrapar a las numerosas ratas que se alimentaban de palomitas y dulces.
Los cinéfilos perdían la concentración en la película al sentir las colas de los mininos, pero ellos sólo cumplían con su trabajo.
Las bibliotecas y archivos también recurrieron a estos bigotones para proteger su acervo. Desde siglos anteriores y en varios países, se emplearon uno o más gatos por recinto para eliminar ratas e insectos que destrozaban los documentos resguardados.
Un caso relevante fue el Palacio de Lecumberri en la Ciudad de México. Desde su tiempo como cárcel tenía problemas con plagas y se cree que los custodios llevaron gatos para erradicar a los animales no deseados. Algunos se mantuvieron en el lugar cuando se transformó en el Archivo General de la Nación.
Sin embargo, por la delicada situación de los documentos y libros que resguarda el AGN, todos los factores de daño deben eliminarse, incluidos gatos y roedores. Los felinos eran de gran ayuda, pues tienen acceso a sitios recónditos, pero también rasgan papel y ya no son la opción más efectiva.
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Palacio Nacional también tiene su escuadrón de mininos, pero no son tan cazadores como sus antepasados. Más bien, el recinto de gobierno sirve como un refugio para ellos, pues es común verlos reposando o comiendo las croquetas que les proporcionan los empleados del lugar.
Después de una polémica, los gatos de Palacio Nacional tuvieron su periodo de fama entre 2019 y 2020, cuando las autoridades mostraron los cuidados y atenciones que seguían recibiendo los felinos del recinto. En su momento se aseguró que la administración de Palacio Nacional contactó a la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM para cubrir las necesidades médicas de los gatos. Fuente: YouTube
Los gatos no sólo cazan, también actúan
Dentro de la lista de habilidades gatunas también está la actuación. Algunos mininos demostraron su capacidad artística en teatros o ferias, pero la fama vino del cine. A comienzos del siglo XX se conoció a Pazzums, un gato gris muy carismático y actor en varias cintas mudas.
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Sus dueños lo encontraron en una calle de Hollywood. Entre sus habilidades no confirmadas estaba juntar los ojos, tomar agua directo de una botella o “reír”. Fue el primer felino en firmar contrato con un estudio de filmación, comenzando con un sueldo de 50 dólares semanales hasta cobrar 250 en sus últimos meses de vida.
Entre los principales trabajos de Pazzums estuvo “La incrédula”, cinta de Cecil B. DeMille donde “provoca” un incendio que desencadena el acto final del filme. Sus intervenciones eran cortas, pero todas dieron comedia a la narrativa. Murió por una infección dental en 1934.
EL UNIVERSAL ILUSTRADO publicó el 23 de octubre de 1935 la historia de otra estrella cinematográfica: Whitey, un minino blanco que recibió entrenamiento para actuar con soltura en las películas de Hollywood.
Whitey podía ronronear, lamerse, sentarse o posar en cuanto se le indicara, lo cual era muy útil en las filmaciones. Tenía una gran pasividad y tolerancia, bastante oportuno en un gato; su sueldo fue de 125 dólares semanales y consiguió un contrato de filmación con la productora RKO.
Hoy en día, las redes sociales y la internet son los mejores foros para los gatos carismáticos. Entre los casos de éxito está la gata Tardar Sauce, mejor conocida como Grumpy Cat; su curioso aspecto enojado le ayudó a crear mercancía y aparecer en programas televisivos. Falleció en 2019, pero sus productos y memes todavía están vigentes.
En el ámbito de la parodia, la gatita OwlKitty es la favorita cuando se trata de re-editar los clásicos cinematográficos y poner a la tierna minina como protagonista. Ya apareció en Titanic, Tiburón, Pulp Fiction y hasta Cincuenta Sombras de Grey… A su manera, claro.
Entonces, para cuando tengamos a nuestro minino descansando en nuestro regazo, podemos recordar que sus antepasados bien pudieron:
- Cazarle ratones a la Armada y Marina
- Ser participantes para irse al espacio
- Detectar gases peligrosos en trincheras
- Ser las estrellas del cine mudo
Y por todo eso, y sus infinitos videos chuscos en la red, los gatos son un legendario animal de compañía y su especial presencia acompañará a los humanos por muchos años más.
La gatita Lizzy, cuyo nombre artístico es OwlKitty, tiene más de dos millones de suscriptores en su canal de YouTube, 100 mil seguidores en Twitter y más de 500 mil en TikTok. Sus dueños en Oregon la adoptaron de un centro de rescate animal. Fuente: YouTube.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
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