Lucila Godoy Alcayaga tenía 33 años cuando llegó a México por petición del secretario de Educación en turno, José Vasconcelos. De haberse reportado como tal, la noticia habría parado en el olvido, pero en realidad la escritora, diplomática y pedagoga chilena tuvo la bienvenida de una celebridad, acorde a su fama bajo el pseudónimo de Gabriela Mistral.
Para entonces, la conocían como poetisa, autora de los versos que tituló Sonetos de la muerte y que la llevaron a la fama literaria. Además, como bien sabía Vasconcelos, llevaba décadas dedicada a la educación en su país natal, en especial cuando se trataba de comunidades rurales o vulnerables y de mujeres.
Fue a finales de junio, pero de 1922, que EL UNIVERSAL publicó en su sección Cablegramas de todo el mundo que Mistral se despidió de Santiago de Chile desde un barco de vapor, en que comenzó su primer viaje al extranjero, con destino a México.
Esta entrega de Mochilazo en el Tiempo comparte lo que cuentan las fotos de los casi dos años de estancia de Gabriela Mistral en nuestro país, en especial su tiempo en CDMX, donde publicó un libro y colaboró con el sistema educativo.
Mistral llegó a la República mexicana el 19 de julio de 1922. Lo primero que conoció fue el puerto de Veracruz, al que bajó como final de su viaje en un vapor alemán que hizo escala en Cuba.
La escritora comentó a la prensa estar enferma del corazón, por lo que prefería no hacer un viaje directo a la ciudad de México, donde la altitud es mucho mayor que el nivel del mar. Su solución fue hacer una pausa de un día en Xalapa, Veracruz para llegar al entonces Distrito Federal el día 21.
Mistral accedió a colaborar con la SEP
Otro festejo de bienvenida que tuvo gran asistencia fue el que le organizaron en la actual colonia San Rafael, en la calle Sadi Carnot, al interior de una escuela para mujeres. Aquella escuela, bautizada con su nombre, llevaba cinco meses en funciones.
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Para la semana en que llegó al país, la matrícula ya rebasaba las mil alumnas. Era una “escuela industrial”, similar a las secundarias técnicas o los CONALEP, donde el objetivo era preparar menores de escasos recursos para encontrar trabajo o ganarse la vida.
A lo largo de su estadía en México, la mayor ocupación de Mistral fueron sus colaboraciones con la Secretaría de Educación Pública (SEP), por lo que además estuvo rodeada de destacados intelectuales y funcionarios públicos.
Una ocasión en que demostró su apoyo a otras causas fue cuando la Sociedad Forestal la invitó a una jornada de reforestación en el antiguo camino de San Vicente a Texcoco, que podría referirse a la prolongación Lerdo del actual San Vicente de Chicoloapan.
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En esa época, los límites de la ciudad no abarcaban zonas como Tacuba, Azcapotzalco o Mixcoac. Se consideraba que visitar Texcoco era toda una travesía, por lo que les prepararon un tren especial a la poetisa, al ingeniero Miguel Ángel de Quevedo y a Rosario Pacheco, directora de la Escuela Gabriela Mistral.
Semanas después, la maestra chilena visitó la tumba de Amado Nervo, en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores, ubicado en lo que hoy conocemos como segunda y tercera sección del Bosque de Chapultepec.
Más tarde, en septiembre, tuvo un breve encuentro con el entonces presidente Álvaro Obregón en el Palacio Nacional.
Aunque al inicio parecía que el viaje de la escritora no se extendería por mucho tiempo, los trabajos a los que Vasconcelos la invitó dan la impresión de haber capturado su atención, pues su siguiente foto aparecería medio año después, sin dar señas de irse pronto.
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El entusiasmo por el constante trabajo de la educadora visitante no paraba, sino todo lo contrario. Para finales de aquel año, se supo que posó para una estatua que se instalaría en la escuela de su nombre, que se le encargó a Ignacio Asúnsolo, fundador de la escultura moderna en México.
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Es posible que la viajera chilena accediera a posar creyendo que se trataría sólo de un busto, si se considera la entrevista que concedió a Jacobo Dalevuelta para este diario en diciembre del 23.
Para entonces, ya se había publicado en nuestro país Lecturas para mujeres destinadas a la enseñanza del lenguaje, la antología que se le encargó para la “Escuela Hogar Gabriela Mistral”, que al priorizar la formación técnica buscaba compartir con sus alumnas, de entre 15 y 30 años, lo mejor de la literatura universal y del pensamiento occidental.
Meses más tarde, en abril de 1924, se anunció que la maestra y escritora ya planeaba su salida del país para regresar a su patria, aunque primero iría a Nueva York para continuar sus esfuerzos educativos y diplomáticos.
Tras su partida, no dejó de ser noticia, gracias a la escuela hogar que semanas después estrenó nueva sede en el ex cuartel militar de Peralvillo.
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