La población mexicana tuvo –y tendrá– una estrecha conexión con las bebidas embriagantes que no siempre resulta oportuna o adecuada y que, en muchos casos, contribuyó a la generación de riñas y accidentes a lo largo del tiempo.

Los intentos por controlar el consumo de alcohol entre la población mexicana datan de la Conquista. El historiador y colaborador de EL UNIVERSAL, Héctor de Mauleón, compartió para que desde tiempos novohispanos solía restringirse y hasta prohibirse el consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo en temporadas de conflicto social.

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Incluso el texto La Regulación de bebidas embriagantes en México/Nueva España, de Abraham Chimal, sostiene que durante 1529 se prohibió el pulque entre los indios, pues les “motivó” prácticas paganas que debilitaban la evangelización cristiana.

“Los mexicanos bebieron pulque desde el siglo XI. Era su bebida favorita de los emperadores aztecas”, dice el característico letrero. Según un testimonio de Carlos de Sigüenza y Góngora, los indios recién conquistados y ebrios gritaban “¡Tomad pelotas y mirad la fuerza que nos da el pulque! ¡Viva el pulque!”. Foto: Feliciano Hernández/ESPECIAL.
“Los mexicanos bebieron pulque desde el siglo XI. Era su bebida favorita de los emperadores aztecas”, dice el característico letrero. Según un testimonio de Carlos de Sigüenza y Góngora, los indios recién conquistados y ebrios gritaban “¡Tomad pelotas y mirad la fuerza que nos da el pulque! ¡Viva el pulque!”. Foto: Feliciano Hernández/ESPECIAL.

Estos intentos por moderar o evitar la ingestión de bebidas embriagantes buscó evitar conflictos en fechas de festejos nacionales y en tiempos electorales, entre otros que implicaran congregación de elevado número de personas y, con ello, posibles problemas.

El alcohol en manos descuidadas es peligroso y las autoridades durante siglos y épocas han intentado –varias e infructuosas veces– alejarlo del alcance popular. Sin irnos muy atrás, las prohibiciones más severas contra bebidas embriagantes se suscitaron en el siglo XX, con las famosas “leyes secas” que dejaron sin suministro a acérrimos fanáticos de la “beberecua”.

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Aunque ahora sólo la vemos durante jornadas electorales y a veces en Semana Santa, la prohibición del licor no pierde de vista su principal motivación: proteger el orden público y evitar problemas en algún evento de importancia social.

De acuerdo con María Blanca Ramos y Sonia Flores, en su texto El tratamiento del alcoholismo en México en el siglo XIX, índices de suicidio, locura y crimen durante los años 1800 se ligaron con el alcohol, al grado de motivar a las autoridades a combatir las borracheras a través de acciones morales, médicas y administrativas. Foto: Mediateca INAH.
De acuerdo con María Blanca Ramos y Sonia Flores, en su texto El tratamiento del alcoholismo en México en el siglo XIX, índices de suicidio, locura y crimen durante los años 1800 se ligaron con el alcohol, al grado de motivar a las autoridades a combatir las borracheras a través de acciones morales, médicas y administrativas. Foto: Mediateca INAH.

Adolfo de la Huerta era “partidario de países secos”

Los gobiernos postrevolucionarios del siglo XX tuvieron las principales medidas jurídicas modernas contra el consumo de alcohol. Gobernantes como Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón o Plutarco Elías Calles difundieron la idea de una “degradación social” provocada por el abuso de licores, en especial entre sectores obreros y campesinos.

La legislación mexicana del siglo XX implementó impuestos, estricta regulación a negocios y “días secos” para evitar muertes o complicaciones médicas por alcoholismo, impedir posibles disturbios en temporada de crisis o violencia intrafamiliar, disminuir el ausentismo en centros de trabajo y proteger el patrimonio económico de las clases bajas.

Tales consignas antialcohol fueron secundadas y en ocasiones influenciadas por grupos estadounidenses, que ya pasaban por un periodo de prohibición en su país.

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De acuerdo con el texto Los orígenes de los movimientos prohibicionistas del alcohol y las drogas, el caso de México (1917-1928), de Cecilia Autrique Escobar, ciertas organizaciones de la Unión Americana entraron a nuestro país para mostrar al licor como problema ético y moral, capaz de destruir familias y perjudicar la cohesión comunitaria que tanta falta hacía en México.

El 13 de diciembre de 1922, EL UNIVERSAL publicó una crítica contra la Unión Americana y su “famosa ‘ley seca’, no es una ley que se haya dado el pueblo de los Estados Unidos, sino una ley que al pueblo norteamericano han impuesto individuos que fundamentalmente desconocen los gustos y costumbres que lo adornan”. Foto: Wikimedia Commons.
El 13 de diciembre de 1922, EL UNIVERSAL publicó una crítica contra la Unión Americana y su “famosa ‘ley seca’, no es una ley que se haya dado el pueblo de los Estados Unidos, sino una ley que al pueblo norteamericano han impuesto individuos que fundamentalmente desconocen los gustos y costumbres que lo adornan”. Foto: Wikimedia Commons.

Según recuperó Autrique Escobar, estos grupos difundieron que “el alcohol es un agente de degeneración popular”, sobre todo entre clases bajas que tenían al pulque como principal bebida embriagante y que se asoció con “criminalidad, inmoralidad y pobreza”.

En pleno cierre de la Revolución Mexicana y durante el mandato interino de Adolfo de la Huerta, se propuso la prohibición total de bebidas embriagantes en todo el territorio como una “protección social”. EL UNIVERSAL informó, en su primera plana del 12 de julio de 1920, que “México va a ser pronto país seco”, gracias a la iniciativa del entonces presidente sustituto.

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De la Huerta, fiel “partidario de los países secos”, aseguró que dejar al país sin gota de licor era en extremo ventajoso y de gran valía social. Según publicó este diario, el mandatario reconoció que el contrabando y otros vicios inmorales se intensificarían a consecuencia del “Estado seco”, pero que tales obstáculos se eliminarían con el avance de generaciones “limpias”.

Durante la prohibición alcohólica en EU, miles de estadounidenses cruzaron el límite territorial entre México y la Unión Americana para emborracharse en cantinas mexicanas, a pesar de también tener restricciones de horario y vigilancia. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Durante la prohibición alcohólica en EU, miles de estadounidenses cruzaron el límite territorial entre México y la Unión Americana para emborracharse en cantinas mexicanas, a pesar de también tener restricciones de horario y vigilancia. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Como primer paso para la prohibición total, el 12 de septiembre de 1920 se implementó una “ley seca” para fines de semana, que impidió la venta de licores a partir de las 14 horas de cada sábado hasta la primera hora del lunes, para “evitar los delitos de sangre e ir poco a poco extirpando el vicio de la embriaguez”.

Con apenas un mes de aplicación, el 11 de octubre de 1920, este diario consideró como un “absoluto fracaso” la “ley seca” de fines de semana, debido al incremento de puntos de venta ilegales y contrabando de pulque y cerveza, además de algunos “restaurantes” y “fondas” que fingían servir comida a “comensales” para ocultar el consumo desmedido de alcohol.

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El gobernador del entonces Distrito Federal, Celestino Gasca, sostuvo que la disposición federal para disminuir el consumo alcohólico “no tiene más mira que la de beneficiar a clases laborantes para que no desperdicien el producto de sus trabajos en cantinas y pulquerías, devolviéndole energías e impidiendo la inmoralidad”.

“México será un país seco”, julio de 1920. Ese año, el DF prohibió las bebidas embriagantes durante las fiestas patrias de septiembre, acompañada con la restricción de disparar armas de fuego al aire. Según las autoridades, “el alcohol es la causa principal de faltas y delitos, por la influencia morbosa que ejerce en quienes lo ingieren”. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
“México será un país seco”, julio de 1920. Ese año, el DF prohibió las bebidas embriagantes durante las fiestas patrias de septiembre, acompañada con la restricción de disparar armas de fuego al aire. Según las autoridades, “el alcohol es la causa principal de faltas y delitos, por la influencia morbosa que ejerce en quienes lo ingieren”. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Para el 20 de octubre, EL UNIVERSAL publicó el titular “Por ahora, no habrá México Seco” tras la decisión de autoridades de permitir la venta de bebidas embriagantes en sábados y domingos hasta tener mejores instrumentos para regular el consumo de alcohol, aunque continuó el cobro de impuestos y la vigilancia para evitar disturbios.

Ya en la presidencia de Álvaro Obregón, algunas entidades recurrieron a la “ley seca” para mantener tranquilos sus territorios en festividades o jornadas electorales y así evitar escándalos por población ebria.

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Cantina de 1920, DF. En entrevista con Sophie Treadwell, del New York Tribune el 29 de mayo de 1920, Obregón aseguró que “no creo en la total y repentina prohibición del alcohol en México. Creo en la gradual regulación del alcoholismo. La prohibición sólo puede realizarse poco a poco. Personalmente, no creo en la total prohibición para nadie". Foto: Mediateca INAH.
Cantina de 1920, DF. En entrevista con Sophie Treadwell, del New York Tribune el 29 de mayo de 1920, Obregón aseguró que “no creo en la total y repentina prohibición del alcohol en México. Creo en la gradual regulación del alcoholismo. La prohibición sólo puede realizarse poco a poco. Personalmente, no creo en la total prohibición para nadie". Foto: Mediateca INAH.

Todos los domingos eran “días secos”

Según apareció en las páginas de EL UNIVERSAL, bajo el gobierno interino de Emilio Portes Gil –1928 a 1930– surgió la llamada Campaña Nacional contra el Alcoholismo, con acciones más culturales y deportivas contra el consumo de licor, dejando los lineamientos judiciales a consideración de las entidades.

En el caso del Distrito Federal, el jefe de gobierno, J. M. Puig Casauranc, implementó los “domingos secos” desde inicios de 1929. Su prohibición alcohólica no fue tan severa, pues sólo abarcó las 24 horas del domingo, además de permitir la venta de licor en restaurantes o fondas, con el obligatorio consumo de alimentos.

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Pero, poco antes de terminar los años 20, se extremaron los lineamientos contra negocios de distribución alcohólica en varios estados. En gran parte del país se ordenó a cantinas y pulquerías mantenerse lejos de escuelas, fábricas, hospitales u oficinas públicas, además de limitar horarios de operación.

El contrabando e ilegalidad aprovecharon la “ley seca” de 1929. Para el 11 de junio de ese año, EL UNIVERSAL informó “La metrópoli convertida los domingos en inmensa pulquería”, por la distribución clandestina durante “domingos secos”. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
El contrabando e ilegalidad aprovecharon la “ley seca” de 1929. Para el 11 de junio de ese año, EL UNIVERSAL informó “La metrópoli convertida los domingos en inmensa pulquería”, por la distribución clandestina durante “domingos secos”. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Entre semana, abrían cuatro horas diarias, de 8 a 10 de mañana y de nuevo entre 14 a 16 de la tarde. Sábados vendían sólo de 8 a 10, para permanecer cerrados el resto del fin de semana.

Para el 29 de diciembre de 1930, este diario informó que el sector campesino era el más afectado por la “ley seca” y la subsecuente venta ilícita de bebidas embriagantes. En Puebla, Durango, Guerrero, Jalisco, Zacatecas y Guanajuato, gran parte de los trabajadores enfrentaron deudas con surtidores clandestinos, mientras el alcoholismo mermaba su capacidad laboral.

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Muchas comunidades de México vivieron bajo “domingos secos” hasta los años 60, con severas sanciones contra pulquerías o cervecerías que estropearan la jornada dominical con alcohol.

Entre los reglamentos para limitar la venta de bebidas embriagantes se exigió que cantinas y pulquerías se separaran cada 200 metros. En caso de estar cerca de una fábrica, la distancia mínima eran 400 metros de lejanía, para impedir que los empleados recurrieran al alcohol después o en lugar de sus jornadas laborales. Foto: José Luis Salmerón/Archivo EL UNIVERSAL.
Entre los reglamentos para limitar la venta de bebidas embriagantes se exigió que cantinas y pulquerías se separaran cada 200 metros. En caso de estar cerca de una fábrica, la distancia mínima eran 400 metros de lejanía, para impedir que los empleados recurrieran al alcohol después o en lugar de sus jornadas laborales. Foto: José Luis Salmerón/Archivo EL UNIVERSAL.

Con Díaz Ordaz se aligeró la prohibición

Por irónico que suene, desde la presidencia de Adolfo López Mateos y, sobre todo, con Gustavo Díaz Ordaz, se aligeró la prohibición alcohólica, no al grado de una extrema permisividad, pero sí limitó la aplicación de “leyes secas” sólo a fechas que pudieran alterar el orden público.

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EL UNIVERSAL informó, en su edición del 19 de septiembre de 1967, que por primera vez desde tiempos postrevolucionarios, el Distrito Federal celebró las fiestas patrias sin “ley seca”.

El entonces encargado de Gobernación capitalino, Guillermo López Ostoloza, aseguró que, a diferencia de años donde sí se prohibió la venta de licores el 15 y 16 de septiembre, la jornada de 1967 registró pocos hechos sangrientos, lo que comprobó la confianza que podía tenérsele a los ciudadanos de moderar su consumo de alcohol en una fecha tan propensa a desmanes.

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En esas fiestas patrias se permitió que centros nocturnos, cabarets y pulquerías abrieran con amplio horario, sólo exigiendo una buena conducta en su interior y medidas pertinentes para proteger a sus consumidores. López Ostoloza aseguró que la “ley seca” quedó abolida para las festividades y esperó no tener necesidad de volver a aplicarla.

Entre las acciones contra el alcoholismo se realizaron actividades recreativas y accesibles para clases bajas, como circos o verbenas comunitarias, pero la más determinante fue incrementar impuestos y lineamientos jurídicos contra el consumo de alcohol. Foto: ESPECIAL.
Entre las acciones contra el alcoholismo se realizaron actividades recreativas y accesibles para clases bajas, como circos o verbenas comunitarias, pero la más determinante fue incrementar impuestos y lineamientos jurídicos contra el consumo de alcohol. Foto: ESPECIAL.

Nueva ronda: resurgimiento de la “ley seca” en los 70

Aunque los gobiernos sesenteros tuvieron mayor confianza con los consumidores de alcohol, para inicios de 1973, el Área Metropolitana y otras entidades del centro del país revivieron la opción de “ley seca” permanente para fines de semana.

El principal promotor de la prohibición en los 70 fue el entonces gobernador del Estado de México, Carlos Hank González, quien visualizó a su entidad sin gota de licor en sábados y domingos, siempre pensando en proteger a los trabajadores mexiquenses. Funcionarios del DF, Hidalgo, Puebla y Morelos consideraron aplicar la medida también en sus territorios.

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Desde los años 20 hasta el siglo XXI, era común la clausura de “restaurantes” que sólo eran pantalla para venta de alcohol durante “ley seca”. Foto: José Luis Salmerón/ EL UNIVERSAL.
Desde los años 20 hasta el siglo XXI, era común la clausura de “restaurantes” que sólo eran pantalla para venta de alcohol durante “ley seca”. Foto: José Luis Salmerón/ EL UNIVERSAL.

De inmediato, encargados de cantinas, bares y centros de espectáculos pidieron mesura por parte de autoridades mexiquenses para no afectar a habitantes que dependían del consumo y venta de alcohol. “¿Qué piensa el gobernador? ¿Llevarnos al Chicago de 1920?”, comentó a EL UNIVERSAL un molesto naucalpense ante la idea de pasar fines de semana “secos”.

Para el 11 de febrero de 1973, la llamada “ley Hank” se reescribió y promovió un estado “semiseco”. La legislación mantuvo su interés en proteger salario y salud de los obreros, pero por consideración a comerciantes, permitió que negocios restauranteros y con comestibles vendieran bebidas alcohólicas en fin de semana.

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Su intento de prohibición alcohólica en territorio mexiquense sólo afectó a establecimientos no regulados como “piqueras” clandestinas que serían castigadas por infringir la prohibición.

Entre las principales motivaciones para la “ley seca” en México está el evitar desmanes, actividades ilícitas e inmorales fomentadas por el alcohol. Foto: ESPECIAL.
Entre las principales motivaciones para la “ley seca” en México está el evitar desmanes, actividades ilícitas e inmorales fomentadas por el alcohol. Foto: ESPECIAL.
Para las fiestas patrias de 1977, se retomó la “ley seca”. En palabras de Sergio Iracheta, humorista gráfico y entonces colaborador de EL UNIVERSAL, “un tequilita entre pecho y espalda ayuda a que se desborde el fervor nacional. Como que así con el calorcito se siente uno más tricolor”. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Para las fiestas patrias de 1977, se retomó la “ley seca”. En palabras de Sergio Iracheta, humorista gráfico y entonces colaborador de EL UNIVERSAL, “un tequilita entre pecho y espalda ayuda a que se desborde el fervor nacional. Como que así con el calorcito se siente uno más tricolor”. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

En la actualidad, ciertas entidades como el mismo Estado de México tienen versiones de “ley seca”. Si cualquier domingo, usted lector, camina por algún supermercado o tienda de conveniencia mexiquense, verá avisos de “prohibida la venta de bebidas embriagantes a partir de las 17 horas”; restaurantes también tienen horario limitado, pero no como en el siglo XX.

A nivel federal, la prohibición alcohólica persiste sólo para jornadas electorales de gran alcance o en casos de extrema crisis social –que no se han visto hasta ahora–. Tal vez nunca regresemos a una “ley seca” totalitaria, mientras se continúe la concienciación sobre el consumo responsable y el tratamiento efectivo del alcoholismo. ¡Salud!

El artículo 300 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales estipula que las entidades federativas tienen la capacidad de establecer horarios y restricciones para venta de alcohol durante jornada electoral. También se indica que sólo fuerzas públicas tienen permiso de portar armas durante las elecciones. Foto: Carlos Pereda/Archivo EL UNIVERSAL.
El artículo 300 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales estipula que las entidades federativas tienen la capacidad de establecer horarios y restricciones para venta de alcohol durante jornada electoral. También se indica que sólo fuerzas públicas tienen permiso de portar armas durante las elecciones. Foto: Carlos Pereda/Archivo EL UNIVERSAL.
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