Texto: Yessica Torres
Durante los siglos XVIII y XIX predominaba el uso de la razón , Dios dejó de ser el centro de todo. La ciencia ocupaba un lugar de supremacía en la explicación de fenómenos. Hombres y mujeres dejaban el campo para migrar a las ciudades y trabajar en fábricas las cuales, aparentemente, proyectaban un mejor estilo de vida.
Las máquinas comenzaron a sustituir el trabajo manual del hombre. En materia económica se generaba más a menor costo. Antes de la Revolución Industrial surgió una Revolución Agrícola, la cual preparó el escenario para que en los años siguientes Inglaterra se convirtiera en el Gran Taller del Mundo.
Las técnicas agrícolas eran deficientes, la población crecía a un ritmo lento, al no haber alimentos la mortalidad predominaba por la hambruna y las malas condiciones sanitarias incrementaban las enfermedades y las pestes .
La Revolución Agrícola cambió métodos de siembra y herramientas e introdujo nuevos cultivos, provocó un incremento en la producción, disminuyó hambrunas y mortandad, causó que aumentara la población. El crecimiento demográfico proporcionaba mayor mano de obra y los procesos de mecanización del campo dejaban a muchos trabajadores disponibles, dispuestos a migrar a las ciudades en busca de trabajo.
Inglaterra se convirtió en el Gran Taller del Mundo. Las máquinas sustituyeron el trabajo manual del hombre y como consecuencia ellos quemaron talleres y destruyeron máquinas. Foto: Archivo/ El UNIVERSAL.
Los recursos que utilizó Inglaterra para tener mayor capital ya los tenía desde siglos anteriores. Durante las conquistas por mar en busca de nuevos territorios, practicó una de sus principales actividades: la piratería , que la llevó a acumular riqueza basada en materias primas del exterior, permitiendo que años más tarde tuviera disponibilidad de capital para ofrecer préstamos a las colonias que habían comenzado su independencia y a las cuales, durante el proceso de industrialización, les vendería los productos que elaboraba.
En el terreno de lo político se derrocó al antiguo régimen, logrando desaparecer el poder absoluto del rey, pero años antes había instaurado el sistema parlamentario, basado en el pensamiento de Jonh Locke, que consistía en la división de poderes, la economía de mercado y la libertad individual. Este modelo permitía otorgar garantías para los empresarios y a esto se le sumaba que Inglaterra era protestante.
De acuerdo con el historiador Eric Hobsbawm en su texto La era de las revoluciones, 1789-1848 hacia finales del siglo XVIII, el cambio de la economía agrícola a una industrial originó el surgimiento de una nueva clase social: la burguesía y con ella el proletariado dispuesto a prestar su fuerza de trabajo.
Así, durante el desarrollo de la primera etapa de la Revolución Industrial , se produjo la industria minera, cerámica y textil, las cuales crecieron debido a los inventos como la máquina de vapor , favoreciendo el nacimiento del ferrocarril y del barco a vapor. Los avances en la innovación contribuyeron también a la creación de nuevos empleos.
Las crisis económicas provocaron que las mujeres buscarán nuevos espacios de trabajo, siendo las fábricas el lugar propicio para que toda la familia laborara incluyendo niños de tres años en adelante. La jornada era de entre 13 y 18 horas. Crédito: Wellcome Colection con licencia de Creative Commons.
La industria minera tuvo su auge luego de la escasez de madera provocada por el abuso de la tala de árboles. Se buscó en el carbón un sustituto y, a su vez, la implementación del hierro para construir vías necesarias para transportar los materiales. En lo textil se encontró la producción del hilado y tejido mecánico del algodón, indispensable para el vestir de la población.
La mano del hombre ya no era tan necesaria. El trabajo de los talleres artesanales emigró a las fábricas y con ellos el descontento por la sustitución del trabajo manual y el rechazo a las máquinas provocando un movimiento llamado Ludismo , que inició con la destrucción de las máquinas telares como una manifestación de los trabajadores ingleses de la industria textil de principios del siglo XIX.
De acuerdo con George Rudé, en su libro La multitud en la historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra 1730-1848 , en el año de 1511, en la ciudad de Burdeos, Francia, trabajadores que se encontraban cavando una zanja para fortalecer la nave de la Catedral realizaron una huelga en la que rompieron una bomba que sacaba el agua, su justificación fue que no les habían reconocido su exigencia de mejorar la jornada laboral . Este hecho se ha considerado la primera destrucción intencionada en contra de las máquinas.
Anteriormente se tenía registro de otros levantamientos exigiendo un respeto al trabajo y aumento de salario, es por ello que la maestra en Historia Margarita Cabrera, nos menciona en entrevista que en Inglaterra, en el año de 1769, se promulgó la primera ley contra los asaltos a las máquinas y talleres.
Los trabajadores destruían las máquinas porque sentían que los reemplazaban, entre más rápidas y precisas fueran, menos trabajadores se necesitaban. Aunque la verdadera molestia se debía a que ya no estaban en el campo, sin un horario para hacer sus actividades, la religión ya no era su consuelo y no tenían a un señor feudal que los protegiera.
La miseria de trabajar para las máquinas
Después de estos antecedentes surge el movimiento del Ludismo , que según algunos historiadores tomó como referente a Nedd Ludd, uno de los primeros tejedores que comenzó con la destrucción de máquinas , mientras que a quienes imitaban sus acciones se les llamó ludditas .
La especialista en Historia nos explica que las malas condiciones de vida habían originado el descontento . Se les pagaban salarios bajos, al llegar del campo no sabían cómo utilizar una máquina y por esa razón se les pagaba poco.
En tanto que los trabajadores pobres pagaban bastante por alquilar cuartos sucios –sótanos–, sin ventilación, fríos, húmedos, malolientes, causándoles enfermedades como diarrea y tuberculosis. El promedio máximo de vida era de 30 años lo que provocaba un bajo índice de natalidad.
La historiadora también nos menciona que aún cuando toda la familia trabajaba en una fábrica, papá, mamá y niños de tres años en adelante, solo lograban comer pan y papas. Sus jornadas laborales eran de entre 13 y 18 horas diarias.
La mala alimentación y el vivir en lugares insalubres por los pagos miserables provocaban la idea de destruir las máquinas. No podían atentar contra la vida de sus jefes porque la ley los castigaría con la muerte .
Por ello buscaban dañar las máquinas y las fábricas de sus patrones, así como la materia prima o productos elaborados y, en ocasiones, también atacaban las casas de los jefes.
La imagen antigua es una ilustración que expresa lo que ocurría en el año 1749. Dos hombres son supervisados por su patrón en la fábrica. Los malos tratos obtenidos los llevaba a quemar su casa durante la noche, a él no podían hacerle daño porque inmediatamente se les condenaba a la pena de muerte. Crédito: Wellcome Colection con licencia de Creative Commons. Diseño web: Miguel Ángel Garnica.
A las máquinas se les llamó monstruos de hierro o instrumentos del diablo , inventaron algunas canciones como la que redacta en sus páginas Christian Ferrer en Los destructores de máquinas. Un homenaje a los ludditas :
Ella tiene un brazo
Y aunque sólo tiene uno
Hay magia en ese brazo único
Que crucifica a millones
Destruyamos al Rey Vapor, el Salvaje Moloch. Noche tras noche, cuando todo está quieto
Y la luna ya ha cruzado la colina
Marchamos a hacer nuestra voluntad
¡Con hacha, piedra y fusil!..
El movimiento no tuvo éxito porque en 1812 se aplicó la pena de muerte a quienes dañaran o destruyeran maquinaria. Después de esta corriente surgieron otras como el Cartismo , las cuales no tuvieron tanto impacto, pero fueron antecedentes para que en años posteriores, a un costo muy alto, se lograra el reconocimiento de los sindicatos y de los derechos laborales.
Surgieron películas como la protagonizada por Charles Chaplin en la que se hace alusión a la vida dentro de las fábricas, a la explotación laboral y del cómo las máquinas sustituyen la fuerza del hombre, además de que el trabajador no sólo es controlado por el patrón, sino por el tiempo . No debe descuidar ni un segundo su lugar de trabajo.
La maestra también nos comenta que en el caso de México no hubo un movimiento similar al del ludismo de Inglaterra, porque cuando se dan estos conflictos entre el trabajador y la máquina, el país se encontraba luchando por su Independencia y la industrialización aparece hasta finales del siglo XIX. Pero podemos hablar de otros hechos que, si bien no son en contra de la destrucción de las máquinas, se originan en otros escenarios semejantes como las huelgas de Río Blanco y Cananea. No destruyeron las herramientas de trabajo, pero sí pararon su producción para demostrar su descontento ante las malas condiciones en las encontraban laborando y para exigir una mejora en las jornadas laborales.
Luchas obreras, derecho del trabajo
En los años siguientes se lograron avances para las clases más desprotegidas. Como la creación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919, creada como parte del Tratado de Versalles y que, de acuerdo con La Organización Internacional del Trabajo, buscaba y sigue buscando velar por los derechos del trabajador referente a la reglamentación de las horas laborales, protección contra enfermedades o accidentes como consecuencia de su actividad laboral, protección de niños, jóvenes y mujeres, pensión de vejez e invalidez, protección de los intereses de los trabajadores en el extranjero, reconocimiento del principio de libertad sindical y la implementación de los seguros sociales.
Los festejos del día del trabajo se celebran el 1 de mayo de cada año en conmemoración de la lucha de anónimos que buscaron mejores condiciones laborales. Surge en Chicago el 1 de mayo de 1886 luego de una huelga en la que participaron alrededor de 300 mil trabajadores para exigir jornadas laborales de 8 horas.
Los actos por el reconocimiento de los derechos laborales terminaron el 4 de mayo con el estallido de una bomba que dejó heridos y muertos. En honor a los obreros que salieron a las calles y sufrieron hechos de violencia, el Congreso Obrero Socialista Internacional declaró el 1 de mayo de 1889 como el Día internacional de los Trabajadores .
Desde la Revolución Industrial surgida en Inglaterra, las máquinas de variadas formas y tamaños han acompañado la actividad laboral y cotidiana de la humanidad. Archivo/EL UNIVERSAL.
México, festejos con manifestaciones
En México, el Día Internacional del Trabajo se declaró en 1913 en el marco de un desfile. Cuatro años después, el esfuerzo de aquellos obreros que lucharon para exigir una mejor calidad de vida, quedó plasmado en la Constitución del 5 de febrero de 1917 , en el artículo 123 en el que se redactó la regularización referente al derecho del trabajo.
En México, el Día Internacional del Trabajo se declaró en 1913, pero fue hasta 1923 que se instituyó como día de descanso obligatorio. En la imagen, la portada del 1 de mayo de 1948. Foto: Archivo / El UNIVERSAL
Año tras año se ha conmemorado el Día del Trabajo, pero según el Archivo General de la Nación fue hasta 1923, que se declaró como día de descanso obligatorio . Sin embargo, en los últimos años los trabajadores no suelen ocupar el día para descansar, se organizan para salir a las calles a manifestarse para exigir, otra vez, mejores condiciones laborales.
Hoy son los robots los que realizan variadas tareas humanas, desde las complejas como operaciones quirúrgicas hasta las más sencillas como servir un vaso de agua o realizar la limpieza de la casa, mientras que la exigencia de mejores sueldos y prestaciones sigue siendo similar a las demandas de aquellos años.
Las computadoras son hoy la base de trabajo en las industrias. Archivo /EL UNIVERSAL.
Fuentes:
- Archivo EL UNIVERSAL
- Entrevista a la maestra en Educación Margarita Cabrera.
- George Rudé, La multitud en la historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra 1730-1848, Madrid, Siglo XXI Editores, 1979
- Christian Ferrer, “Los destructores de máquinas. En homenaje a los luditas”, en Cabezas de Tormenta. Ensayos sobre lo ingobernable, Buenos Aires, Editorial Anarres.