A inicios de octubre de 1994, la ciudad de México recibió la visita de una de esas personalidades del deporte que son bienvenidas a dondequiera que vayan en el mundo, la “reina de la gimnasia” Nadia Comaneci.
La atleta volvía por segunda vez a México desde su última gira, en 1979, para dar un espectáculo y presentar a las nuevas generaciones.
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Nadia Elena Comaneci, rumana de nacimiento y hoy naturalizada estadounidense, ganó la fama mundial a sus 14 años con su victoria en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, una competencia histórica porque fue la primera ocasión en que una gimnasta obtuvo la calificación de un “diez perfecto”.
Casi 18 años después de su hazaña sobre el caballete en tierras canadienses, conservaba el carisma, tanto mediático como en persona. Por ello fue una célebre noticia cuando se informó de su llegada a México hace 30 años.
En la nota de Enrique Vega para EL UNIVERSAL se lee que su personalidad impactaba “como si el tiempo nunca se hubiera detenido”, aunque “diferente totalmente de aquella niña de 1976”.
En verdad era una realidad diferente para la campeona. Desde 1989 había escapado de su patria, semanas antes de la Revolución rumana, para alejarse de un gobierno que desde años atrás ya limitaba su libertad para moverse por su país como el resto de ciudadanos, por ser una figura pública.
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Desde aquella navidad del 89 encontró refugio en Estados Unidos y para su visita a tierras aztecas en octubre del 94 ya venía acompañada de su prometido, el también gimnasta olímpico Bart Conner.
Conner y Comaneci dirigían una escuela privada estadounidense para atletas olímpicos, mientras que ella, además, firmó contratos de publicidad y para dar presentaciones en vivo.
Además de la pareja, México le dio la bienvenida a algunas de las gimnastas que entrenaban en su escuela de Oklahoma. Kim Zmeskal, Svetlana Boguinskaya, Betty Okino, Jeannie Thompson y Dominique Moceau eran algunas de las jóvenes promesas con quienes fascinarían al público mexicano.
La cita era del 6 al 8 de octubre en el Gimnasio Olímpico Juan de la Barrera, que se ubica sobre la avenida División del Norte, y que hoy es cercano a la estación Eje Central de la Línea 12 del Metro.
Al igual que la prensa, Nadia reflexionó sobre el paso del tiempo cuando habló con los medios, en especial de cara a la próxima exhibición atlética en que participaría.
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A sus 32 años, la estrella de la gimnasia dijo que en 1976 “tal vez era perfecta como gimnasta, pero como mujer tenía mucho que corregir y mejorar”.
En cambio, tras arribar de nuevo a México expresó “han pasado casi 20 años desde aquella Olimpiada y la gente va a notar la diferencia, pues ya no soy una niña. Pero de todas maneras les va a gustar el espectáculo”.
Recibió aplausos de pie, pero las ovaciones fueron para las más jóvenes
Tal y como anticipó la nueva mentora de gimnasia, al día siguiente la estrella del espectáculo en el Gimnasio Olímpico de la alcaldía Benito Juárez no fue ella, sino la bielorrusa Svetlana Boguinskaia.
Aquel 7 de octubre del 94, la portada de la sección de Deportes de EL UNIVERSAL señaló que “Nadia Comaneci demostró que todavía sigue en forma, pero ya no con la plasticidad que tenía cuando consiguió el 10 perfecto en Montreal 76”.
El periodista Enrique Vega escribió que la rumana “cosecha aplausos por lo que fue, pero dejó las ovaciones para las nuevas bellezas”, en referencia a campeonas como Lavinia Milosivici (doble oro en Barcelona 92), Gina Gogean (campeonato mundial) y, en especial, la bielorrusa Boguinskaia, oro en gimnasia por equipos.
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Mientras Comaneci ya no realizaba ejecuciones con alto grado de dificultad, ni demostraba la juvenil perfección de evoluciones, Svetlana hizo gala de la actitud y la habilidad que le habían llevado a ser la nueva pupila de Bela Karolyi, el mismo entrenador de la rumana.
Eso sí, el público quedó contento con cada una de las presentaciones. Aunque el reportero apuntó que no hubo porra con el tradicional “chiquitibum” para Nadia, sí le aplaudieron de pie durante varios minutos tras sus acrobacias y bailes, que fueron de lo rockero a lo sensual, ya en compañía de su prometido Conner.
Por su parte, Boguinskaia rindió el máximo sobre la viga de equilibrio y remató con una actuación a manos libres; Lavinia se lució con increíble fuerza para mantener una técnica limpia; y Gogean bajó de las barras asimétricas sin haber cometido errores.
Fueron dos días de espectáculo, técnico y preciso de las jóvenes; coreográfico de Conner, Comaneci y Betty Okino. El segundo día, además, hubo un taller para niños con Svetlana.
La visita fue breve y memorable, pues más allá de la mediática personalidad y carisma de Nadia, su interacción con el público mexicano se notó siempre amena y su moderna actuación dejó satisfechos a los espectadores a la vez que dejaba brillar a las nuevas generaciones.
- Fuentes:
- Archivo y Hemeroteca de EL UNIVERSAL.