Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
A lo largo de las últimas décadas, en el horizonte de la capital mexicana han proliferado decenas de edificios que albergan pequeñas viviendas . En conversaciones o discursos se escucha que lo común y práctico en la Ciudad de México son las viviendas verticales o edificios departamentales.
Este tipo de construcciones ha ido en aumento, desde edificios con 5 o menos departamentos de más de cien metros cuadrados, hasta grandes conjuntos de estas construcciones que asemejan pequeñas ciudades con unidades departamentales cada vez más pequeñas.
Las afueras del Edificio Gore en 1913. Colección Villasana - Torres. Diseño web: Miguel Ángel Garnica.
La historia de estos complejos se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX. Jorge Vázquez escribió para la Universidad Autónoma de México que en esa época, el gobierno de Porfirio Díaz estableció una “política de fomento a la colonización del territorio con extranjeros”, lo que atrajo numerosas inversiones y con ello, la llegada de personas de múltiples nacionalidades.
Uno de los desarrolladores en México de este tipo de vivienda fue Thomas S. Gore, quien construyó el primer edificio de este tipo con apartamentos de 2 a 4 recámaras y una sala tipo “salón”. Gore falleció en nuestro país en 1955.
Fotografía de Thomas Sinclair Gore -mejor conocido como Thomas S. Gore- y su hermano. Cortesía Rafael Fierro.
En entrevista, el investigador Rodrigo Hidalgo comenta que los conjuntos de departamentos modernos llegaron a la Ciudad de México a finales del siglo XIX: “de acuerdo con el diario The Mexican Herald, el primero de ellos fue el Gore Court, construido en 1897 en la actual calle de Roma entre Reforma y Viena, en la colonia Juárez. Su nombre se debe al apellido de su propietario, el arquitecto estadounidense Thomas S. Gore, quien también diseñó otros espacios en la capital”.
El diario informaba que Gore había proyectado la construcción de 30 departamentos en un edificio de tres bloques y con tres niveles. De acuerdo al entrevistado, el complejo fue un éxito comercial ya que, además de ser una nueva forma de pensar la vivienda, se encontraba frente a una zona que empezaba a desarrollarse: la antigua Colonia del Paseo , más conocida como Americana, que ofrecía una vida más “tranquila y espaciosa” que en el Centro.
Más tarde, fueron demolidos sin mayor explicación en los años cincuenta para construir otros departamentos más modernos.
Edificio Gore a inicios del siglo XX. Cortesía Rafael Fierro.
Representación del edificio y sus alrededores a inicios del siglo XX. Cortesía Rafael Fierro.
Anuncios de diarios de principios del siglo XX donde se habla de los edificios Gore Court. Colección Villasana - Torres.
Toma aérea en la que se aprecian los departamentos -círculo rojo-, muy cerca del Paseo de la Reforma. Colección Villasana - Torres / Aerofoto.
En 1907 Gore construyó otro edificio de departamentos de lujo al que llamó “Gore Place”, que poco después se convirtió en el Hotel Geneve, en la calle de Liverpool, y en 1911 inició el proyecto de los Edificios Condesa, que abarcan toda una manzana con una calle privada frente a la avenida Mazatlán, donde recientemente añadieron una torre de viviendas en lo que fue el jardín, explicó Rodrigo Hidalgo.
Hotel Geneve en la calle de Liverpool, en la colonia Juárez en 1930. Colección Villasana-Torres.
Los Edificios Condesa en la década de 1960. Colección Villasana-Torres.
Rodrigo Hidalgo nos comparte que otro pionero en la construcción de edificios de departamentos fue el arquitecto inglés Regis Pigeon, quien construyó tres edificios en la década de 1900:
Los dos primeros fueron en la Juárez, uno que ya no existe en Versalles y Liverpool y otro, en Versalles y Berlín, que es de los rincones más famosos del rumbo y aún conserva la fachada original aunque el interior fue remodelado. Este conjunto incluía otro bloque sobre Marsella que fue demolido.
Edificio Pigeon en la colonia Juárez en los años setenta. Colección Villasana-Torres.
Demolición parcial de los Departamentos Pigeon en la colonia Juárez. Cortesía Rafael Fierro.
El tercero es el edificio que luego fue llamado Río de Janeiro, la " Casa de las Brujas " de la colonia Roma, aunque en este caso el interior y la planta baja fueron remodelados en estilo Art Déco. Pigeon es autor de otro espacio muy similar en la ciudad de Buenos Aires, en Argentina, conocido como "La Colorada", que sí mantiene su interior original, el elevador y las escaleras.
Casa de las brujas Plaza Río de Janeiro en la colonia Roma, cerca de 1920. Colección Villasana - Torres.
Estos edificios incluían amenidades como agua caliente y baño para cada departamento , y eran atractivos ya que el costo de renta era más barata que los de alguna casa: iban de 50 a 100 pesos al mes, cuando la de una casa superaba los 140, y el de Versalles y Berlín, por ejemplo, incluía varias habitaciones independientes que se rentaban amuebladas a jóvenes solteros.
“Afortunadamente, en las últimas décadas se ha revalorado este tipo de espacios y su importancia como patrimonio artístico de la ciudad, y eso también genera arraigo y aprecio por parte de sus habitantes. Con el paso del tiempo, el edificio de departamentos fue variando en todos los aspectos, desde los más sencillos hasta las grandes unidades , y sigue siendo una parte fundamental de nuestra historia urbana ”, concluyó Rodrigo Hidalgo.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
- Rodrigo Hidalgo, investigador y cronista. Cortesía de Rafael Fierro Gossman.
- Artículo “Un lugar llamado Peyton Place” de Jorge Vázquez Ángeles, en Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana.
- Rafael Fierro Gossman, arquitecto.