Entre los testimonios de brujas volando como bolas de fuego o del diablo oculto en una remota cueva, se esconde el nahual, un ser prehispánico que desde hace siglos aterra a pueblos de México, pero que en la actualidad dista mucho de sus orígenes indígenas.
Mientras las historias de brujas o demonios pueden encontrarse en casi todo el mundo, México tiene sus propios brujos que se transforman en animales. Para su desgracia, muchos de sus rasgos mesoamericanos han quedado en segundo plano y hasta reemplazados por características de hombre lobo o skinwalkers.
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Los nahuales eran brujos sabios o perturbadores chupaniños
Para este Mochilazo en el Tiempo sobre nahuales platicamos con la doctora en Humanidades y especialista en literatura mexicana, Claudia Chantaca Sánchez, también autora de Entre superstición y literatura: el nahualismo en el discurso de los intelectuales mexicanos.
Definir al nahual –también llamado nahualli– es complicado y más ahora que sabemos que muchas de sus características ni siquiera partieron de su origen prehispánico.
Explicación del mito del nahual en civilización maya y azteca. Fuente: YouTube.
Testimonios previos a la conquista carecen de descripciones detalladas de los nahualli y fue en relatos coloniales y posteriores que se establecieron más rasgos sobre estos seres, representándolos –entre otras cosas– de dimensión colosal, ojos rojos y hasta con garras capaces de destrozar a un hombre.
Según recuperó la antropóloga Isabel Lagarriga Attias en su texto, El nahual y el diablo en la cosmovisión de un pueblo de la Ciudad de México, los nahuales son brujos con habilidad para transformarse en animales tipo jaguar, serpiente, ave, perro, comadreja y hasta en cosas inanimadas como plantas, lluvia, viento o fuego.
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La antropóloga señaló la existencia de nahuales buenos y malos. Unos eran “sabios, adivinos, poseedor de recursos, auxiliador de sus semejantes”, mientras otros se dedicaron a “seducir, lanzar conjuros y turbar a la gente”.
Quien también indagó sobre estas criaturas fue el escritor e historiador, Luis González Obregón. En su libro de 1900, México Viejo, el también cronista indicó que estos brujos indígenas eran “ancianos de ojos escoriados y sin pestañas, de dientes blanquísimos y sonrisa diabólica, con grandes uñas en los dedos y cubierto su cuerpo con plumas”.
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“Ese brujo fue el espanto de campesinos en la Nueva España, a quienes hurtaba gallinas, guajolotes o maíz. La imaginación popular los representó como figuras espantosas y extravagantes, […] horrible animal que espanta a los hombres o chupa a los niños”, sostuvo el historiador.
El nahualismo prehispánico se consideró brujería
Bien dice el dicho “todo es según el color del cristal con el que se mira”. Mientras algunos letrados del siglo XIX tipificaron a los nahualli como “supersticiones” e ignorancia, investigadores más recientes adjudican a estos brujos transformistas un mayor impacto social e identidad cultural.
De acuerdo con Brenda Maldonado y Alejandro Morales, en su texto El nahual y el nahualismo en el Altiplano Central, tras la llegada de los españoles a Mesoamérica, hubo modificaciones de gran importancia en percepciones y características de los nahuales, con la intención de emparejarlo con “afinidades” de occidente.
El nahualismo prehispánico se consideró como brujería y se le implantaron temores del viejo mundo referentes a brujos y encantamientos. “Estas categorías fueron traídas por los europeos para combatir lo que consideraban idolatrías, por lo que cualquier idea que fuera considerada peligrosa era calificada como algo diabólico”.
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En su edición del 18 de enero de 1934, EL UNIVERSAL ILUSTRADO publicó el texto El Nahual y la Tona, de Jacobo Dalevuelta. Ahí aseguró que muchas supersticiones tuvieron modificaciones por creencias hispánicas, al grado de ser difícil determinar “hasta dónde una superstición es de los indios o españoles”.
“Todas estas costumbres son manifestaciones del alma ingenua y buena de los indios de mi raza”, comentó Dalevuelta, aunque también afirmó que tal tradición “privó” a los pueblos originarios de modernización científica y los condujo a cultos “paupérrimos”.
Por el contrario, el investigador Manuel Ferrer Muñoz señaló en su texto, Brasseur de Bourbourg ante las Realidades Indígenas, que algunas comunidades indígenas sobrellevaron la injerencia española con creencias colectivas como el nahualismo.
“Gracias a este sistema de creencias, la nobleza indígena encontró una cohesión e impidió que se desintegraran por completo sus valores culturales”, sostuvo Ferrer Muñoz; el nahual fue un “vínculo de solidaridad” que mantuvo presentes sus orígenes.
Durante nuestra entrevista, Claudia Chantaca Sánchez nos dio una amplia explicación de las transformaciones narrativas que enfrentó el nahualli. La doctora en Humanidades refirió que el nahualismo podría comprenderse en tres planos o niveles históricos, visto desde la antropología o desde la literatura.
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El primero es el plano mitológico, donde el nahual prehispánico cuenta con una “dualidad casi divina o como un guerrero protector”. En segundo nivel es el ritualístico, “con el nahualli vinculado a la sanación, espiritualidad y naturaleza”, sostuvo.
Según nos comentó la también especialista en literatura mexicana, el nahualismo como ritual encarnó lo que las comunidades indígenas entendían de su presencia humana y de su convivencia con el entorno. “Es una representación de lo que el ser humano entiende para sí de ‘lo que soy yo y lo que es lo otro que me rodea’”, aseguró.
En último nivel está la manifestación estética, siendo el que más determina la percepción actual sobre los nahuales. De acuerdo con Chantaca Sánchez, el nahualismo de este plano se “forma de la cultura mediática” y del contexto del momento, influenciado por culturas externas y otros factores.
“Desde la Colonia, el nahual quedó mal parado; desde ahí arrastramos la idea de que el nahual era una cosa perversa, pero en realidad era representante de un pensamiento ajeno al pensamiento vigente que era el católico”, comentó nuestra entrevistada.
“Después llegaron los intelectuales del siglo XIX y retomaron los juicios [del Santo Oficio] y difunden sólo una de las versiones del nahual [peligrosa y amenazante], por ser la que más se explotó, porque las otras versiones [mitológica y ritualística] se quedaron en la tradición oral indígena”, aseguró.
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El mismo Luis González Obregón consideró al nahualismo como una “superstición de antaño” y una “preocupación heredada” por indígenas “sencillos e ignorantes”.
“Por fortuna, tales supersticiones se han ido borrando para siempre. Parece que la majestuosa locomotora [refiriéndose a la modernización] los ha hecho huir con su poderoso silbato, como una parvada de maléficos espíritus”, sostuvo el historiador.
El nahual está vigente y con más “seguidores”
Conforme avanzó el siglo XX, las manifestaciones estéticas del nahualismo se exacerbaron, siendo protagonista de cuentos, películas y un sinfín de historias que convirtieron a estos brujos transformistas en una criatura del terror moderno.
Claudia Chantaca aseguró que mucho del nahual se transformó en una variación de los cuentos de hadas. “Encontré textos donde los protagonistas eran un malvado nahual y un príncipe bueno o con la idea de ‘no te portes mal, porque viene el nahual’, como si fuera una lectura didáctica”, compartió la doctora en Humanidades.
En su edición del 5 de noviembre de 1925, EL UNIVERSAL ILUSTRADO publicó su propio relato de un nahual. El hombre que era Perro fue el “testimonio” de un soldado revolucionario que asesinó a un presunto nahualli.
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Según la narración, un hombre indígena con habilidades de brujo se convertía en perro para robar “parque” de los soldados revolucionarios. Uno de ellos decidió disparar contra el animal, a pesar de la negativa de sus “supersticiosos” compañeros que le advirtieron de una posible maldición por asesinar a la criatura.
Con un tiro detrás de la oreja, el militar dio muerte al perro, tan sólo para enterarse al día siguiente que el indígena, en forma humana, murió por la misma herida de bala. Un relato como El hombre que era Perro es muy simple y no revuelve la esencia del nahualismo, muy diferente a nuestro segundo ejemplo de manifestación estética.
El 30 de abril de 1987 se estrenó la película Cazador de Demonios, bajo la dirección de Gilberto de Anda, con la historia de un nahual que acechó a una comunidad chihuahuense. La bestia medía más de dos metros de altura, peso de 300 kilogramos y complexión parecida a la de un oso muy erguido, además de emitir aullidos de lobo.
A pesar de ser un brujo yaqui quien se transforma en nahual, gran parte de las características de Cazador de Demonios salieron de los licántropos, pues sólo podía matársele con balas de “plata consagrada”, recién fundida del cáliz de la iglesia local.
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Eso no fue todo, también se explicó que aquel brujo desquiciado consiguió sus poderes por un pacto con el diablo. “Durante el día caminarás como hombre entre los hombres, pero de noche caminarás como bestia entre las bestias”, era su maldición.
Con producciones como Cazador de Demonios, el nahualismo en su nivel de manifestaciones estéticas se emparejó con historias de hombres lobo y satanismo. Hoy en día, parece que su representación mediática pinta para mejor.
Para Claudia Chantaca, los recientes contenidos tipo podcast o memes de redes sociales que hacen referencia a los nahuales actúan como un buen “gancho para que los receptores se acerquen a conocer más de estos saberes”.
“Estas transmisiones contemporáneas no tienen que ver con el nahualli de antes, del que hablan las investigaciones antropológicas, sino que ya es un personaje y producto de las manifestaciones estéticas actuales”, afirmó nuestra entrevistada.
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“[Los conductores de podcast] Dan voz a las tradiciones mexicanas y lo mezclan con tradiciones de otras latitudes para que el nahual en su dimensión estética se transforme y viva en diferentes capas de la cultura”, comentó Chantaca Sánchez.
Las transformaciones del nahual no se detienen, pero ya sería justo que su tratamiento se tome más en serio. “Convendría tener textos [de educación básica] sobre cómo las culturas se transforman y cómo las tradiciones con las que convives son saberes que provienen de algún sitio”, afirmó la doctora en Humanidades para EL UNIVERSAL.
Casi al cierre de nuestra amena plática, le preguntamos a Claudia Chantaca si el nahual es real. Para tristeza de algunos lectores, nuestra especialista dijo un rápido “no”. “Los testimonios de hombres lobo, gâloup o skinwalkers en varias partes del mundo no son evidencia de su existencia, sino de un razonamiento humano”, sostuvo.
“Lo que sí existe es la humanidad y compartimos los mismos arquetipos respecto a situaciones vitales. Todos los humanos nos enfrentamos a la naturaleza de la misma manera”, lo que lleva a cada cultura a poner un nombre al entendimiento de su entorno.
“Si el nahualismo se hubiera quedado fijo en el tiempo, ya no tendría la propiedad de dar miedo, pero el saber comunitario le añade rasgos que lo hacen aterrador en cualquier momento”, concluyó nuestra entrevistada. Ahora, el nahual ya es un personaje eterno en la consciencia mexicana, alimentado por sus constantes transformaciones.
Película “Cazador de Demonios”, cinta ochentera que captó a su manera el mito del nahual. Fuente: YouTube.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Entrevista con Claudia Chantaca Sánchez, doctora en Humanidades y especialista en literatura mexicana del género fantástico y anexas.
- Ce Quiáhuitl - Antropología Mexicana
- Chantaca, C. (2022). Entre superstición y literatura: el nahualismo en el discurso de los intelectuales mexicanos de finales del XIXy principios del XX. En Dirasat Hispánicas.
- Ferrer, M. (2002). Brasseur de Bourbourg ante las Realidades Indígenas de México. En Ferrer, M. (coord). La imagen del México decimonónico de los visitantes extranjeros: ¿un Estado-nación o o un mosaico plurinacional?. México: UNAM.
- González, L. (1900). México Viejo: noticias históricas, tradiciones, leyendas y costumbres. México: UANL.
- Guerrero, E. (2021). El caso de doña Manuela Ibarra, testimonio de sincretismo cultural entre la bruja europea y el nahual prehispánico. México: UNAM.
- Lagarriga, I. (1993). El Nahual y el Diablo en la cosmovisión de un pueblo de la Ciudad de México. México: UNAM.
- Maldonado, B. & Morales, A. (2007). El nahual y el nahualismo en el Altiplano Central según algunas fuentes de los siglos XVI y XVII. México: UNAM.
- Sánchez, A. (2017). Análisis del personaje y tipología de leyendas de nahuales en los pueblos originarios del sur del Distrito Federal. México: UNAM.