Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
La ciudad enfrenta una de las etapas más complejas de los últimos años: la emergencia sanitaria ha provocado un transporte público menos saturado, vialidades principales con menos carga vehicular y las calles, plazas, centros dedicados al comercio o mercados lucen desérticos, un paisaje difícil de imaginar.
En entrevista, la doctora en Arte y Arquitectura, Roberta Vassallo explica que hacia finales del siglo XIX y principios del XX, la Ciudad de México comenzó a vivir grandes transformaciones: surgieron las primeras colonias , se empezaron a construir rutas ferroviarias y con ellas sus estaciones, se instalaron grandes fábricas, se proyectaron jardines , paseos públicos, centros de entretenimiento y que uno de los cambios más relevantes fue la modernización de los mercados públicos.
Los mercados y tianguis eran -y quizás, siguen siendo- los principales centros a los que asistía la sociedad mexicana para comprar alimentos u objetos necesarios para el hogar. Vassallo comenta que el doctor Ramón Vargas Salguero explicó que tras la desaparición del Mercado del Parián -ubicado en una parte de lo que hoy es el Zócalo- :
“La Ciudad de México inició la penosa tarea de reconstruir su sistema de mercados públicos . Todos los existentes hasta mediados del siglo XIX: Jesús, Villamil, Santa Catarina, El Volador e Iturbe, y los construidos pocos años después como el de Guerrero (1869) y la Merced (1880), serán la base sobre la que descansará la distribución de diversas mercancías de consumo inmediato para el conjunto de la Ciudad de México. Todos ellos contaban con una larga tradición comercial popular y todos sufrirán periodos constantes de remodelación y restitución para ponerlos al día”.
La fotografía antigua comparativa es del Mercado “Dos de Abril” inaugurado el 5 de febrero de 1903 en la actual colonia Guerrero, en calles de Pensador Mexicano, Mina y Dos de Abril. Cortesía Roberta Vassallo / El Mundo Ilustrado. La comparativa actual fue tomada de Google maps debido a la contingencia sanitaria. Diseño web: Miguel Ángel Garnica
En los inicios del mandato de Porfirio Díaz , la capital contaba con pocos mercados establecidos y la mayoría tenía una construcción muy endeble de madera y por ende, altamente inflamables; sin embargo, como se mencionó anteriormente, durante los años subsecuentes se fueron mejorando, desarrollando e implementado normas de seguridad para los mercados -nuevos o “heredados de la colonia”- no sólo en cuanto a su construcción, sino también para garantizar la sanidad de los alimentos.
La doctora Roberta Vassallo explicó que en una visita al Archivo Histórico de la Ciudad de México encontró planos de fechas previas al porfiriato sobre dos proyectos de mercados que ya utilizarían estructura metálica firmados por el arquitecto Antonio Torres Torija , que se desenvolvió también como Director de Obras Públicas de 1870 a 1906: el Mercado Principal -popularmente llamado “del Volador” - (1873) y Mercado de San Lucas (1880).
Sobre los planos del Mercado Principal , que se ubicaba donde hoy se encuentra la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre Pino Suárez, Vassallo describe que contaba con muchos detalles producidos de hierro : escaleras, columnas y armaduras. También comenta que probablemente estos planos fueron parte del proyecto de reconstrucción del Mercado, ya que se incendió en 1870.
Mapa de Julio Popper Ferry del primer cuadro del Centro Histórico capitalino. Colección Particular.
Otro de los mercados que cambió totalmente su estructura durante el porfiriato fue el Mercado de la Merced , debido a que contaba con una “mixta, de columnas de piedra y techo de armadura metálica” bajo la supervisión de Francisco R. Blanco; la experta nos comenta que muchos de los mercados no fueron renovados una sola vez, si no que la gran mayoría tuvo remodelaciones constantes para poder garantizar que fueran seguros y funcionales.
El antiguo mercado de La Merced a principios del S. XX. Cortesía Roberta Vassallo / SINAFO.
“En la capital del país, entre 1887 y 1888 se estaban gestando los proyectos de por lo menos tres nuevos mercados de estructura de hierro , todos a cargo del mismo Francisco R. Blanco, quien fue contratado por el Ayuntamiento de México; se trata de los mercados San Juan , San Cosme y Loreto ” explica Vasallo; también que fue hasta 1903 que se publicó una norma que establecía que todos los mercados tenían que tener un armazón metálico, columnas y cimientos de cemento, un piso adecuado y un sistema de desagüe.
Los mercados fueron renovados paulatinamente, lo que permitió que -algunos- fueran ampliados, que tuvieran mejor distribución de locales , mejor ventilación y entrada de luz natural para la conservación de los alimentos . Independientemente de los cambios en su estructura o arquitectura, la gran mayoría conservó su nombre.
En esta sección ya hablamos del Mercado del Siglo XX en Azcapotzalco , que pertenece a esta nueva generación de mercados en la que también se remodeló al Mercado Dos de Abril (1903), una parte del de San Cosme (1902), La Lagunilla (1905) que por muchos años se conoció como “Santa Catarina” y la reconstrucción del Martínez de la Torre (1908), en las colonias Guerrero, Centro o San Rafael. La doctora Vassallo detalla que de todos estos, sólo el Dos de Abril conserva la estructura metálica con la que fue inaugurado en el porfiriato.
El Mercado “Dos de Abril” inaugurado en 1903 en la colonia Guerrero, en las actuales calles de Pensador Mexicano, Mina y Dos de Abril. Cortesía Roberta Vassallo / El Mundo Ilustrado.
El Mercado de Santa Catarina existía desde mediados del siglo XIX, pero en 1902 se tomó la decisión tanto de remodelarlo como de cambiarle el nombre a “La Lagunilla” . El día de su inauguración, el 14 de septiembre de 1905, al menos tres de los diarios más importantes de la época se dieron cita para narrar los cambios e innovaciones de este centro de abastos.
Los reportajes remarcaban tanto la belleza de la fachada -hecha de cantera, ladrillo y hierro- y decorados, así como lo imponente de su interior: dos naves con armadura de fierro distribuidas en un espacio de 55m x 39 m y una altura de 16.50 m.
Plana de El Mundo Ilustrado donde se habla del mercado de La Lagunilla, donde se explica que gran parte de los materiales utilizados fueron hechos por compañías mexicanas. Cortesía Roberta Vassallo.
Interior del Mercado de la Lagunilla en 1905. Colección Villasana - Torres.
Con el paso del tiempo, la población de la capital creció y por ende fue necesaria la construcción de más mercados al exterior de la zona centro de la Ciudad de México; en la actualidad contamos con 329 y con regularidad tanto alcaldes como el gobierno central de la capital informan sobre cuáles requieren de remodelación, renovación o alguna obra de mantenimiento.
La doctora Roberta Vassallo nos dice que a pesar de que en la ciudad sólo un mercado conserve la estructura porfiriana, el Mercado Dos de abril, “en otros estados existe un buen número de mercados públicos de gran valor arquitectónico e histórico de estructura metálica que fueron inaugurados en el porfiriato y la mayoría aún cumple con su función original”.
En esta época, hasta el “simple hecho” de visitar un mercado ha cambiado, el tradicional barullo se ha convertido en pedidos rápidos. Para garantizar la salud se tendrán que acostumbrar a hacer sus compras con cubrebocas , distanciados unos de otros y platicando con sus marchantes con la esperanza de que en un futuro no muy lejano, se pueda volver a disfrutar del ambiente festivo que caracteriza el interior de estas estructuras de hierro.
La fotografía principal es del Mercado de origen porfiriano conocido como Santa Catarina, hoy Mercado de La Lagunilla en una imagen de 1957. Crédito Cortesía FotográficaMX.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres. Cortesía Roberta Vassallo.
Fuentes:
- Roberta Vassallo es Arquitecta y Doctora en Historia del Arte por la UNAM. Imparte clases en Teoría e Historia en el Departamento de Arquitectura e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana, es fotógrafa profesional.
- El Mundo Ilustrado
- Colección Villasana-Torres