Texto: Yessica Torres
Los libros viajaban hacia el Nuevo Mundo en los barcos, entre diversos productos. La historiadora Jacqueline Montes de Oca menciona que algunas obras no autorizadas venían escondidas en barriles de vino, para no levantar sospechas a veces cambiaban sus portadas por otras permitidas, omitían imprimir el nombre del autor, el lugar de impresión o el título.
Antes de salir de Europa, en Cádiz y Sevilla, España , las personas debían entregar un registro a los inquisidores para la revisión y autorización de las obras que se trasladarían.
Al llegar a la Nueva España , los oficiales encargados de recibir las mercancías tenían la obligación de pedir una lista con los bienes de cada uno de los integrantes de la tripulación; sin embargo, el personal que registraba la entrada no era suficiente para detectar las obras prohibidas.
La doctora en Historia Ana Cecilia Montiel nos explica la importancia de desmentir ciertas ideas respecto a la lectura de los llamados libros prohibidos y hace hincapié en que no por leerlos ibas directamente a la hoguera .
“Instrucción para la visita de los navíos en los puertos de la Nueva España”. Exhibición Censores y censurados. El libro prohibido en la Nueva España. Siglos XVI a XVIII. Foto: Germán Espinosa/ Archivo EL UNIVERSAL.
La Real Aduana de Santo Domingo en una fotografía de los años 20, hoy es sede de la SEP. Este era uno de los lugares donde revisaban los libros que llegaban. Colección Carlos Villasana.
La Inquisición decomisaba el libro en cuestión, a los vendedores se los retiraban de las tiendas y a los impresores los amenazaba con castigarlos, tirándoles la prensa y los insumos de trabajo para que no continuaran imprimiendo cosas que no estaban autorizadas.
En la exposición Censores y censurados. El libro prohibido en la Nueva España. Siglos XVI a XVIII , presentada en la Biblioteca Nacional en el 2015, se explicaba que los inquisidores iban contra los libros que tuvieran ideas heterodoxas (distintas a las de la Iglesia Católica), traducciones que atentaban contra su pensamiento o autores damnatus (dañados).
Antiguo aspecto de la iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
“Cada siglo parecía traer consigo un tema nuevo a censurar, por ejemplo, en el XVI iban contra las ideas luteranas; en el XVII contra la ciencia, la astrología, la arquitectura, y en el XVIII, contra la Revolución Francesa y la Ilustración”, describe la periodista de este diario Sonia Sierra en la nota de la exhibición de libros.
Además, el historiador Manuel Suárez explicó: “La censura, que en el siglo XVI es más fuerte, empieza a ejercerse con la publicación de índices en Europa; los primeros datan de mediados de ese siglo. Los curadores explican que vienen de Europa pero que, a la par, la Inquisición novohispana publica edictos sobre todo acerca de libros que se están produciendo aquí. También salen los índices en Nueva España por características muy especiales, como por ejemplo, por libros en lenguas indígenas ”.
Los índices eran registros donde la Inquisición incluía a los autores y a los títulos prohibidos. Foto: Germán Espinosa/ Archivo EL UNIVERSAL.
Exposición “El pecado y las tentaciones de la Nueva España”, realizada en el Museo Franz Mayer en el 2012. Foto: Cortesía/INAH-Conaculta.
¿Quiénes sí podían leerlos?
Los principales lectores de dichas obras fueron los eclesiásticos de las distintas órdenes religiosas, porque estos se justificaban al decir que la lectura era necesaria para contradecir ideas , hacer un alegato y así poder detectar a tiempo los que se podían considerar sospechosos.
La investigadora Monelisa Pérez Marchad menciona: “cuando la orden, ya sea franciscana, dominica o jesuita, poseía algún libro prohibido éste se almacenaba en una cámara llamada infiernillo , en donde había una persona encargada de vigilar el acceso a la habitación”.
Uno de los ejemplares mostrados en la exposición de libros prohibidos en la Biblioteca Nacional. Foto: Germán Espinosa/ Archivo EL UNIVERSAL.
También leían los médicos , libreros y mercaderes . La doctora Ana Cecilia menciona que había lectores curiosos , pero estos se arrepentían de la lectura e iban ante el tribunal a auto acusarse para tener un descargo de conciencia.
La prohibición no era en su totalidad porque quienes tuvieran la necesidad de la lectura, podían pedir una licencia . La historiadora Jacqueline Montes menciona que para conseguirla debían identificarse con su nombre, familia, oficio, el título del libro, autor, el lugar de la imprenta, año, el impresor y sobre todo el motivo para su lectura.
La Inquisición tachaba o borraba partes de capítulos
Las investigadoras Isabel Terán y María del Carmen Fernández exponen los instrumentos oficiales implementados por la Inquisición para disminuir la propagación de los llamados libros prohibidos.
Lo primordial fue la publicación de edictos , en ellos se exhibían el título de las obras, el nombre de los autores, para que se pudieran denunciar a quienes imprimieran, leyeran, poseyeran, vendieran, prestaran o copiaran los textos.
De igual manera mencionan que los textos eran recogidos cuando se creían sospechosos y eran expurgados, pero se podían leer siempre y cuando estuvieran borradas, tachadas o se les ponían papeles encima a las frases, capítulos, o pasajes para censurarlos , pero también estaba la prohibición In totum , es decir, en su totalidad.
El historiador Leonardo Hernández explicó en el 2015 que es posible encontrar varios tomos de un mismo título censurados de forma diferente: “con saña, sin ninguna censura, sólo en unas líneas, otro un poco más... Era una cantidad enorme de libros y no se tenía tanto tiempo para censurar; no había luz”. Foto: Germán Espinosa / Archivo EL UNIVERSAL.
Eusebio, una novela censurada por la Inquisición
La novela Eusebio , escrita por el jesuita Pedro de Montegón , se censuró porque colocó en primer terminó a la razón antes que la religión y en algunos de sus capítulos criticó los milagros atribuidos a San Antonio de Padua.
La historiadora Jacqueline Montes menciona que el proceso de censura de la novela Eusebio , duró tres años, tiempo relativamente corto en comparación con otras obras que tardaban entre cinco y diez años o en las que incluso el autor fallecía antes de ver su trabajo impreso.
La obra llamó la atención de la Inquisición porque parecía una imitación de la Emilio de Rousseau , lo cual facilitaba la difusión de la ideología de la Ilustración , contrarias a las ideas de la iglesia.
Rousseau formó parte del catálogo de libros prohibidos. Foto: Germán Espinosa / Archivo EL UNIVERSAL.
Asimismo explica que la prohibición in totum de la obra se realizó a través de un edicto publicado en Madrid, España, en 1799, porque “contenía proposiciones anticristianas , obscenas , contrarias a las buenas costumbres y fomentaba el paganismo ”.
Ese mismo año, pero hasta el mes de septiembre, se publicó en la Nueva España un edicto con los mismos argumentos para la prohibición de dicha obra.
El investigador Ángel González menciona que el autor Pedro de Montegón presentó una petición ante el Tribunal del Santo Oficio para que lo dejaran corregir la obra, siendo un total de 74 páginas las que se debía modificar, eliminando las alusiones que pudieran ofender a la religión católica.
En el Archivo General de la Ciudad de México, en el ramo de la Inquisición, aparecen otras obras prohibidas in totum, como son: L es égaremeas de l’amour ou lettres de Fanelli, et de Milfort , de M. Imbert, por inducir al materialismo y al libertinaje ; la obra impresa en París Etudes de la nature , escrita por Jacques-Bernardin-Henri de Saint Pierre, por contener doctrina errónea , temeraria y escandalosa ”.
Los castigos iban desde la excomunión , la pena de muerte y la pérdida de bienes .
En la imagen antigua observamos la Carta a una religiosa para su desengaño y dirección, libro prohibido por el rey de España debido al impactó que causó entre las monjas de Puebla; en la otra fotografía Carlos Fuentes firma un ejemplar de su libro Aura, el cual fue censurado en el 2001, en una escuela católica, por el disgusto del panista Carlos Abascal y de la Unión Nacional de Padres de Familia debido a la descripción de una escena sexual. Fotos: Archivo EL UNIVERSAL. Diseño web: Alejandro Sandoval.
El fracaso de la Inquisición ante obras “prohibidas”
La doctora en Historia Ana Cecilia Montiel nos platica que desde la invención de la imprenta se facilitó la difusión de la palabra escrita en el México novohispano. El libro era un arma de doble filo ; en éste se difundía lo aceptable y lo bueno, pero también ideologías contrarias.
La Iglesia no pudo detener el tráfico de libros prohibidos . La difusión de las ideas no era necesariamente al poseer el libro, porque los textos se comentaban entre amigos, algunos los robaban de las bibliotecas , otros se dedicaban a hacer una copia manuscrita y también se prestaban las obras.
Todo esto fue posible porque muchas veces los edictos no llegaban a tiempo, no se revisaban de manera detallada las embarcaciones, no hacían las visitas a las bibliotecas para asesorarse que no poseían dichas obras, además del tiempo que tardaban en calificar cada obra.
Histórica litografía de la plazuela de Santo Domingo, al fondo la iglesia del mismo nombre y a la derecha la casa que fue de la inquisición, luego Escuela de Medicina. Foto: Archivo Carlos Denegri / Archivo EL UNIVERSAL.
La fotografía principal es una composición que muestra de fondo el antiguo aspecto del Convento de la Merced, así como dos libros prohibidos por la Inquisición que posteriormente fueron expuestos en la Biblioteca Nacional. Fotos: Archivo EL UNIVERSAL.
Fuentes:
- Entrevista a la Doctora en Historia Ana Cecilia Montiel Ontiveros, docente de la facultad de humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México.
- Isabel Terán y María del Carmen Fernández. La censura del libro en la Nueva España del siglo XVIII, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas- UNAM, México, 2017.
- Jacqueline Vázquez. Eusebio, novela neoclásica española del siglo XVIII en la Nueva España. Su producción, circulación y materialidad. UAEMéx, México, 2017.
- Monelisa Pérez. Dos etapas ideológicas del siglo XVIII en México, a través de los papeles de la inquisición, El Colegio de México, México, 2005.
- "Exhiben a censores y los libros que prohibieron", de Sonia Sierra, publicada en EL UNIVERSAL el 18 de agosto de 2015.